Por: Javier Ardila @derjavi
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Hace unas semanas se hizo con bombos y platillos el lanzamiento oficial del acuerdo transpacífico, más conocido por sus siglas en inglés TPP. Este acuerdo es la contraparte asiática de la asociación transatlántica para el Comercio y la Inversión, o TTIP por sus siglas en inglés el cual todavía se encuentra en su fase de negociación. A groso modo ambos tratados tienen en común que intentan eliminar las barreras al comercio y a la inversión entre los países firmantes. Estos dos acuerdos deben su origen al fracaso de las negociaciones de la ronda de Doha, iniciadas por la organización internacional de comercio, la cual falló en continuar con su tarea de disminuir las barreras y fomentar el comercio a nivel mundial. Quizá lo más famoso, o infame, de estos tratados es que han sido negociados a puerta cerrada, de modo que de igual manera que con el proceso de paz la gran mayoría de lo que se sabía sobre estos tratados provenía de rumores e información filtrada.
Tras el anuncio del TTP y su eventual entrada en vigor las voces de protesta no se han hecho esperar. Hace unas semanas más de 10.000 personas se dieron cita en Berlín para marchar en contra del TTP y el TTIP, además múltiples protestas se han organizado en todas partes del mundo para protestar este y muchos otros tratados comerciales. Vale aclarar que hoy no vengo a decirles si estos tratados son bueno o malos. Esto es un asunto muy controversial y debe realizarse con más delicadeza. En lo que me quiero concentrar es en realizar un análisis del activismo frente a dos discursos que a pesar de ser similares en principios tienen reacciones diametralmente opuestas por personajes tanto de un lado como otro del espectro. Esto porque muchas de las personas y publicaciones que salieron a protestar por estos acuerdos comerciales son las mismas que salieron a pedir mayor libertad de movimiento y menores barreras migratorias frente a la crisis de los refugiados. Es decir, mayor libertad de movimiento para las personas por un lado, pero menor libertad de movimiento para empresas y mercancías por el otro. Del mismo modo los medios y personas que salieron a quejarse por la crisis de los refugiados y pidieron mayor control al movimiento de personas por lo general son los mismos que están a favor de todos los tratados comerciales.
Ahora la importancia que veo en este hecho es, además de que los dos grupos no tienen una postura concisa frente al liberalismo sino que cada quien escoge que le gusta y que no de este, es que los resultados de esta mezcla de ideas confunde los verdaderos beneficiarios de sus acciones. Para el grupo a favor de los refugiados y en contra de los tratados comerciales, los que más se benefician con la demora y falta de tratados comerciales son los grandes empresarios, en especial las personas con grandes capitales y aquellos con poder de mercado. Por el otro lado, y para hacerlo más interesante, los que más se perjudican por el libre movimiento de personas no son los grandes empresarios ni las empresas sino los que dependen de sus trabajo para vivir y hacen uso de todos los beneficios del gobierno. Entonces todos aquellos que se oponen al TTIP y al TPP mientras que piden más libertades para los refugiados están tomando acciones a favor de los ricos y en contra de los pobres.
Claramente esta situación no es general y hay bastantes personas que se informan y buscan tener posturas más informadas y menos influenciables frente al liberalismo. Sin embargo no deja de ser curioso que esta postura se pueda ver en tantos medios, columnistas y personas en general. Ahora ya que la gente con ideas de izquierda hace activismo para los ricos, solo falta esperar a que los ricos se pongan a hacer activismo para los pobres. Realismo mágico.