El Mal Economista

Publicado el El Mal Economista (EME)

Recemos por Colombia

Por: Diana Gutierrez

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Empieza  la semana santa, un momento en el que muchos creyentes se ponen la camiseta de reflexión y de devoción para pedir perdón por los pecados, para descansar y rendir tributo al “rey de reyes”.  Sin embargo, para otros, sólo es la semana de levantarse un poco más tarde, suplir los compromisos pendientes o simplemente viajar un poco.

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Es por eso, que sin importar su religiosidad, sé que esta semana tendrá algunos espacios para pensar y reflexionar, para rezar por los no creyentes y para seguir pidiendo por nuestra adorada patria que al parecer no le va a alcanzar la semana para merecer la resurrección y salvación.

Así que hice una lista de deseos que quizás puedan aparecer en sus oraciones:

–          Por la tan adorada Paz de Colombia, la cual aun tiene pendientes en asuntos como el cese al fuego bilateral y definitivo, la dejación de armas por parte de las FARC, la implementación, verificación y refrendación de los acuerdos de paz; determinando así  que el plazo del 23 de marzo no podrá ser cumplido. Por eso pida con fervor para haber si algún día la paz que merecen los colombianos llega, pero pida por una paz pura, una paz desde las familias, desde los colegios, desde el día a día. Esa paz que no se encuentra en la Habana, si no entre esos que llama “hermanos”.

–          Por la crisis energética y por la suerte de la platica pagada en cargos de confiabilidad. Porque no ocurra un apagón, ya que nos quedaríamos sin novelas y sin noticias amarillistas que cada día nos revuelven la cabeza. El punto clave de todo este tema es analizar la culpabilidad de los ciudadanos por no ahorrar, en el ex Ministro Tomás González y en la  falta de dirección por parte de las entidades que en mi criterio, es el principal influyente en esta situación.

–          Por la movilidad de Bogotá, porque algún día esta gente se ponga de acuerdo, que sin metro o con metro, las cosas mejoren, que la gestión en los proyectos se haga transparente, que los partidos dejen de sabotear el trabajo de los demás como entes estúpidos que solo buscan el poder y no el bien común.

–          Por la falta de equidad y de vergüenza en este país, por la falta de sensibilidad de todos los ciudadanos que han dejado que la corrupción y el abuso de poder sea una cultura más que un problema, convirtiendo a la injusticia, la avaricia y la búsqueda de poder en un acto normal y cotidiano.

–          Por el desempleo y la informalidad, para que las estadísticas dejen de engañarnos en la forma de medir esta variable, que se entienda que los dirigentes de las empresas son personas comunes y corrientes, pero que se les ha olvidado eso que llaman ética y garantías en el empleo. Que la informalidad no es una peste que ha invadido el país, si no la forma en que miles de colombianos sobreviven en un país sesgado por el poderío de la riqueza y la pobreza.

–           Por las familias que viven en lugares inseguros, rodeados de droga y licor, por aquellos en los que las consecuencias de ser un país en el cual,  mientras unos desperdician el dinero en restaurantes lujosos, fiestas, ropa de las últimas colecciones, y esas cosas que generan apariencias. Otros mueren de hambre, niños que tiemblan en la noche en la desolada línea de la pobreza…

–          Por usted, que quizás pensó que ellos mismos crearon su destino y fueron obra de las decisiones de sus padres y de las circunstancias, que usted no tiene la culpa, ni merece ser castigado por las comodidades con las cuales “el rey de reyes” lo ha dotado.

Entonces, le aseguro amigo lector que yo estaré orando por usted, para que por lo menos en un momento de la semana, se pregunte: ¿Qué está haciendo usted por la salvación y resurrección del país? ¿Es usted el que sigue pensando en un bien individual? O quiere apostarle a un cambio, un cambio en el que no se mire a las personas como números o como  objetos de ganancia. Porque esa es la diferencia que espero que como yo, usted haga, que cada día este pensando en cómo cambiar el mundo, sin importar que los costos de oportunidad sean mayores que su utilidad.

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