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Publicado el El Mal Economista (EME)

¿Cómo puede sobrevivir el sistema financiero a eventos extremos?

La mejor estrategia es la descentralización financiera, donde se transen productos simples en vez de complejos. De esta manera, la caída de una institución financiera no generará efectos dominó, será posible evaluar y controlar de una manera más intuitiva la exposición a riesgos, y las pérdidas podrían ser mitigadas.

Fuente: https://pixabay.com/en/analysis-pay-businessmen-meeting-680572/.
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Por: Jairo F. Gudiño R.*

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Las abuelas pueden superar en poder predictivo de crisis a los métodos cuantitativos más sofisticados, a los que instituciones financieras y bancos están sujetos: no es posible predecir estadísticamente el fin o inicio de burbujas ni caídas estrepitosas en los precios de los activos financieros (Taleb y Martin, 2012).

Pero esto no significa que los formuladores de política y los gerentes de instituciones financieras deban quedarse cruzados de brazos: si no es posible predecir eventos de alta magnitud, sus esfuerzos deberían concentrarse en resguardarse de estos. Entonces, surgen dos preguntas: (i) ¿cuándo es más vulnerable el sistema financiero a estos eventos?; (ii) ¿de qué manera podría protegerse?

¿Qué hace al sistema financiero vulnerable?

  • La integración financiera, que implica una creciente conectividad entre agentes (Taleb, 2009; Battiston, Caldarelli, Georg, May y Stiglitz, 2013).

Creemos que en cuanto más conectados estemos, todo será mejor. Pero en cuanto más conectados estamos, existe mayor exposición a contagios, modas y virus. En un sistema financiero totalmente integrado y propenso naturalmente a fallas, la quiebra de una entidad demasiado interconectada con otras podría disparar, como en un castillo de naipes, la quiebra de otros bancos y empresas del sector real que requieran liquidez o tengan inversiones importantes en estas instituciones. Incluso el miedo de que quiebren podría disparar la quiebra misma.

  • La comercialización excesiva de productos cuyos riesgos son difíciles de evaluar.

Aun después de la crisis subprime del 2008, en los mercados financieros se siguen comprando y vendiendo productos tan complejos que es muy difícil entender en qué consisten, quiénes los transan y quién carga con sus riesgos: tienen demasiados detalles, exige procesar demasiada información computacional y no existen criterios intuitivos para evaluar los riesgos a los cuales están expuestos quienes los compran (Taleb, 2009). El exceso de información que requieren los hace opacos.

Las instituciones que compran o venden en masa estos productos, además, tienen una alta posibilidad de ser rescatadas por distintos gobiernos si las pérdidas se vuelven muy grandes, porque podrían causar pánico a nivel mundial: como su valor depende de demasiadas variables y de acciones de demasiadas personas, se vuelve imposible tener un juicio claro de su valor real y por lo tanto los inversionistas tratan de deshacerse rápidamente de estos productos.

¿Cómo podrían protegerse?

El rol de la administración de riesgos

Debido a que las crisis no se pueden predecir, un conjunto de reglas útiles que puede establecer cada institución financiera es:

  • Utilizar reglas simples e intuitivas para la toma de decisiones. Tomar indicadores simples para tener idea de lo que pasa en el mercado, analizar la frecuencia de llamadas de inversionistas y encontrar patrones en las opiniones de traders puede ser mucho más informativo que trabajar con métodos estadísticos para predecir pérdidas futuras: estos métodos dependen de la historia, que puede ser una pésima guía para el futuro. Menos puede ser más en lo que se refiere a practicidad.
  • Establecer restricciones a operaciones con demasiadas entidades durante épocas de excesiva tranquilidad/baja volatilidad. Largos períodos de calma son propicios para un mayor volumen de negociación, aumentando el grado de interconexión entre entidades y por lo tanto una mayor inestabilidad potencial: el silencio es peligroso.
  • Permitir que compensaciones salariales de quienes negocian productos puedan bajar hasta un tope, no solo subir (Taleb y Martin, 2012). Esta sensibilidad a pérdidas no solo contribuye a reducir costos, sino que es un incentivo para tomar decisiones responsables.

El rol de la regulación

Ante un sistema financiero más grande y difícil de entender en su totalidad, se pueden tomar diversas acciones:

  • Exigir el cumplimiento de medidas simples y fáciles de verificar, como ratios de apalancamiento y capital, medidas basadas en toma de decisiones antes que en reglas automáticas y medidas simples de cuentas de balance. Además, promover la separación de banca de inversión y banca comercial y otras medidas que reduzcan la opacidad (Haldane y Madouros, 2012).
  • Exigir la creación de un sistema simplificado de cuentas, indicadores y procedimientos.
  • Construir medidas que contribuyan a diseñar arquitecturas de un sistema descentralizado, donde a pesar de la quiebra de un banco las demás entidades puedan sobrevivir o suplir sus necesidades de liquidez de forma más urgente. Esto exige utilizar medidas provenientes de la teoría de redes complejas y modelos basados en agentes (ABM) (Battiston et. al., 2016).
  • Limitar el tamaño de los mercados de productos financieros cuya evaluación de riesgo es demasiado compleja, a través de restricciones e incluso impuestos: si compramos un robot que hace labores de gran utilidad, pero nos es imposible saber los daños que puede causar y no lo sabemos arreglar, ¿por qué no dejarlo de usar?

Conclusiones

La excesiva interconexión entre entidades financieras y la complejidad de las operaciones que se realizan podrían convertirse en fuentes de inestabilidad. Por esta razón, un sistema más descentralizado y menos opaco podría ser más robusto ante eventos que no se pueden predecir al ser de gran magnitud.

Lo anterior exige no solo un cambio de perspectiva – aceptar que vivimos en un mundo cada vez más complejo y menos entendible -, sino una mayor coordinación entre instituciones regulatorias y reguladas para este fin. Consecuencias fatales pueden resultar de no tenerse en cuenta estos aspectos.

*Analista. Las opiniones expresadas aquí son completamente personales y no representan las opiniones de El Espectador o de cualquier institución pública o privada. Todos los errores son del autor.

 Bibliografía

Battiston, S., Caldarelli, G., Georg, P., May, R. y Stiglitz, J. (2013). “Complex Derivatives”. Nature Physics, 9, pp. 123-125.

Battiston, S., Farmer, D., Flache, A., Garlaschelli, D., Haldane, A., Heesterbeek, H., Hommes, H., Jaeger, C., May, R. y Scheffer, M. (2016). “Complexity Theory and Financial Regulation”.  Science, Complex Systems.

Haldane, A. y Madouros, V. (2012). “The dog and the frisbee”. Federal Reserve of Kansas City 36th Symposium in Jackson Hole. Recuperado de http://www.bis.org/review/r120905a.pdf.

Taleb, N. (2009). “Ten principles for a black-swan proof world”. The Financial Times. Recuperado de https://www.ft.com/content/5d5aa24e-23a4-11de-996a-00144feabdc0.

Taleb, N. & Martin, G. (2012). “How to prevent other financial crises”. School of Advanced International Studies Review, Vol. 31, 1, 49-60. Recuperado de http://www.fooledbyrandomness.com/sais.pdf.

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