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¿Qué nos depara la era Trump?

Por: Fabian Andres Hurtado Oliveros

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El pasado 8 de noviembre de 2016 se llevó a cabo la tan ansiada elección para presidente de Estados Unidos, en la cual salió victorioso el magnate neoyorquino Donald John Trump. A todas luces, una decisión que sorprendió al hemisferio que esperaba ansioso el resultado final. Y es que todos los pronósticos daban como perdedor al nuevo sucesor de Barack Obama, ya que grandes medios informativos como CNN, Washington Post, al igual que firmas encuestadoras como FiveThirtyEight y Election Consortium señalaban a Clinton como victoriosa con probabilidades entre 70% – 90%. Y en este escenario inesperado, ¿Qué nos espera la era Trump?

Su carácter, el cual tiene tintes que van desde el racismo, narcisismo, nacionalismo o hasta la misma xenofobia, parece trazar el camino de la primera potencia mundial que parece haberse cansado de la clase política tradicional y de las “mismas” promesas y circunstancias que se han repetido a lo largo de la historia. Pero, quien mejor que un completo extraño, sin ninguna trayectoria política, conocido por sus fastuosos edificios, por su reality “the apprentice” o por el concurso Miss Universo, para “cambiar” el curso del sistema.

La cara mas solidaria de Donald Trump, de quien se creía no tenia, salió a flote con el discurso conciliador y alentador que proclamo en el hotel New York Hilton Midtown al conocer que era el presidente electo de Estados Unidos. Consignas llenas de un sin número de emociones, tales como “buscaremos la cooperación y no el conflicto” o “voy a ser el presidente de todos” y hasta cómicas, como esta: “ha llegado el momento de estar unidos como un solo pueblo”. Pero, fiel a la práctica del más puro demagogo, esas palabras parecen haber quedado en el telepronter.

Dejando de un lado el telón fraternal que ofreció el magnate neoyorquino el día de las elecciones, los primeros nombres del gabinete que lo acompañara en el 2017 empiezan a salir a flote, y como se esperaba, hay más preocupación que esperanza, frente a estos. Así, va tomando forma el temido leviatán (mítico monstruo marino que destruía todo) el cual con todo su poder controla al individuo, bajo la justificación, de la fuerza como necesaria para la dirección de la vida de los mismos.

Siguiendo los pasos de su radicalismo puro, Trump nombró como asesor de la Casa Blanca a Stephen Bannon, líder del portal Breitbart, desde donde se esparcen ideas de índole racista, misóginas, antisemitas y homofobas. Su carta vicepresidencial, no menos incendiario y polémico que él, Mike Pense, un republicano apegado a los valores de la familia tradicional y acérrimo opositor del matrimonio entre parejas del mismo sexo. Como secretario de justicia, tenemos a Jeff Sessions, un racista de la vieja escuela americana. Por último y no menos importante, Michael Flynn será el encargado de dirigir el Consejo de Seguridad Nacional, un hombre marcado por sus decisiones guerreristas y un papable anti islamismo.

Ahora, existen grupos sociales, cuya principal consigna es “Trump no es mi presidente” y cuyo principal problema es el plan de gobierno que empezará a regir a partir del 20 de enero de 2017. Tal es el caso de los llamados “dreamers”, los cuales se verán gravemente afectados por la inflexible posición de Trump, el cual ha afirmado que eliminara el programa DACA, del que hacen parte más de 700.000 jóvenes inmigrantes. O también, el pueblo mexicano, que ha sido blanco de un sinnúmero de señalamientos por parte del magnate, los cuales van desde violadores, drogadictos, ladrones, etc. O hasta la locura o “grandiosa” idea de construir un muro en la frontera.

Los pronósticos parecen anticipar, que lo que viene para Estados Unidos con Donald Trump parece no ser bueno, por lo menos en cuanto a la premisa de estar unidos como un solo pueblo. Pues, en su discurso existe una fuerte exclusión frente a determinados grupos sociales, además de distintos señalamientos que orbitan en la denigración del individuo. Lo que le espera a Estados Unidos, se puede traducir en la siguiente parodia “antes que republicanos o demócratas, somos americanos”.

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