El Mal Economista

Publicado el EME

No importa el bienestar

Por: Sebastián Mayor

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La temporada de vacaciones es la oportunidad de todos para salir del “caos” que mucho sienten se vive en la ciudad de Bogotá y presenciar cómo el país ha avanzado en infraestructura con las dobles calzadas. Sin embargo, ni siquiera saliendo de Bogotá se logra ya la tranquilidad de poder viajar sin ninguna preocupación ni presenciar las bondades de las nuevas carreteras. A pesar de que supuestamente se ha hecho una gran inversión para llevar al país a la vanguardia en infraestructura estamos a años luz de alcanzarla todavía.

 

Entre los casos que más me llamaron la atención fue el de una persona que se demoró 15 horas y media entre Cali y Bogotá. Teniendo en cuenta que se encuentran a tan solo 464 kilómetros, es un tiempo más que exagerado y un triste promedio de velocidad de 29,9 kilómetros por hora. El otro caso que me llamó mucho la atención fue el de un persona que se demoró 10 horas entre Girardot y Bogotá. Si son 130 kilómetros quiere decir que su promedio de velocidad fue de sólo 13 kilómetros por hora.

 

La pregunta que vale la pena hacer es si de algo sirvió esperar 10 años y presenciar uno de los escándalos de corrupción más grandes del país para la apertura de la doble calzada entre ambas ciudades, si para recorrerla se puede uno demorar hasta 10 horas. Es claro que el mensaje es que no fue suficiente para la cantidad de personas que la usan, ya que aunque los dos casos anteriores son atípicos, demorarse 5 o 6 horas en un puente festivo si es algo completamente normal.

 

Es triste que si estos eventos son tan comunes no se esté haciendo nada al respecto ni tampoco esté planeado hacerlo. La solución al problema cada fin de semana es aumentar el número de policías cuidando las carreteras pero el problema no es la falta de policías sino la falta de carriles o vías alternas. Si se quiere tener un país competitivo, una demora de 15 horas entre la ciudad más próxima al principal puerto y la capital es una alerta que dice que algo está mal. Pero llevamos años sabiéndolo y lo que cambia es muy poco.

 

Aparte del tema de competitividad que tanto se discute, también debería preocupar el de la molestia que semana a semana se le causa a las personas que transitan por las vías del país. Se supone que la función del Estado es brindarle bienestar a sus ciudadanos pero acá no es esa la prioridad. Para nadie debe ser agradable pasar 5 o 6 horas en una distancia que en otros países se hace en una o dos horas como mucho, en vez de estar haciendo alguna otra cosas. Pareciera que lo único que importara es cumplir con brindar lo estrictamente necesario para que la gente pueda transportarse, es decir brindar lo mínimo con lo que se logre que la gente se mueva pero no la velocidad ni la seguridad con la que se hace.

 

El tema está bastante rayado porque se habla diariamente de él, pero creo que es necesario seguir escribiendo y hablado del mismo hasta que se llame verdaderamente la atención sobre la necesidad de mejorar en infraestructura. No es sólo una cuestión de competitividad sino de mejorar la calidad de vida de las personas.

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