La Navidad es un periodo festivo de amabilidad, cariño y para compartir con familia y amigos. Aun así, el espíritu de esta época debería quedar impregnado todo el año, expresado en solidaridad y en comprender cuáles son las necesidades que aún guardamos como sociedad para percibir la desigualdad desde una perspectiva más humana.
Tomado de: https://www.shutterstock.com
Por: Fernando Dueñas Castro
Twitter: @efeduenas @maleconomista
Facebook: El Mal Economista
Instagram: @maleconomista
La Navidad es una gran fiesta, es tiempo de encuentro y unión familiar; es un periodo especial para compartir con familia y amigos, dejando a un lado los problemas que representan barreras a la felicidad como las deudas o los desamores. Sin embargo, como decía Silvio Rodríguez en su “canción de navidad”: “unos festejan sus millones, otros la camisita limpia y hay quién no sabe qué es brindar”.
A mi parecer, uno de los regalos de más preciados en términos sociales este año fue la refrendación de los acuerdos de paz entre el Gobierno Nacional y las FARC, aunque traen consigo desafíos en la implementación. Claramente, este hecho es el punto de partida que nos permitirá enfocar esfuerzos por construir un país más justo, en el que las desigualdades sean solo problemas matemáticos. Sin embargo, el debate de los últimos meses se ha concentrado más en la implementación de los acuerdos, que en las necesidades sociales que tenemos los colombianos para asegurar un verdadero camino de construcción de paz.
Si bien el Gini (que es la manera con se mide la desigualdad) en nuestro país se redujo de 0,538 en 2014 a 0,522 en 2015 y los esfuerzos en reducción de pobreza monetaria y multidimensional han sido loables, seguimos siendo una de las naciones que alcanza mayor desigualdad de la región, en donde las oportunidades se sujetan a una movilidad social limitada, como lo describen en sus resultados García et al. (2015).
Así las cosas, debemos ser consecuentes en contrastar la solidaridad que nos despierta este periodo decembrino, con las necesidades que tenemos como sociedad a largo plazo para enfrentar la desigualdad y las vulnerabilidades que siguen haciendo mella en la calidad de vida de los colombianos. Esto con el fin de ampliar las oportunidades sociales, comprendidas desde un enfoque de desarrollo, a lo cual es válido reflexionar que lo social implica el análisis de un todo, como lo argumentan Dréze y Sen (1995):
La palabra «social» en el término «oportunidad social» nos recuerda que no podemos ver de manera aislada a los individuos y a sus oportunidades. Las opciones que tiene una persona dependen en gran medida de sus relaciones con los demás.
De esta forma, debemos reconocer la importancia de comprender las interacciones sociales (i.e. relaciones que inciden en la conducta de los individuos de cara a cooperación entre estos o la solución de conflictos entre diversos grupos sociales) que permitan fomentar la capacidad de las personas más vulnerables. Se debe partir de comprender cuáles son sus realidades y sus libertades actuales, por ejemplo, en términos de educación la población vulnerable no tiene la libertad de elegir si estudiar o no, o en que institución poderlo hacer, o para el caso de la Navidad, no todas las personas tienen libertad de elegir si cenar pavo.
Así las cosas, comprendido e internalizado las realidades y libertades es posible trazar los alcances para optimizar la ampliación de las capacidades de los individuos y el empoderamiento de sus vidas (i.e. garantizar que los individuos tomen mayor control y decisión sobre el entorno de forma individual o colectiva para influir en las decisiones que beneficien a la sociedad). También, la expansión de alternativas de acción que faciliten el mejoramiento de la calidad de vida, entendiendo que una comunidad prospera en la medida que se fomenta el desarrollo de oportunidades suficientes para que las libertades de cada individuo no afecten las de otro.
En el orden de las ideas anteriores, las conductas agregadas de la sociedad elevarán esfuerzos en reducir barreras de participación política, lo que en últimas se traduce en una sociedad más consciente del accionar de las instituciones, exigiendo que estas actúen con más transparencia en temas como diseños y ejecución de políticas.
Ahora bien, más allá de las medidas de política económica que los gobiernos deban diseñar e implementar para reducir la pobreza o ampliar la cobertura educativa, debemos entender que los problemas de desigualdad se mantendrán si no comprendemos la importancia de nuestro papel articulador en la sociedad. Es decir, si no aceptamos que sin importar la esfera social en la que nos encontremos, nuestras acciones pueden afectar a otros individuos, limitando sus libertades (por ejemplo al ser indiferentes con sus necesidades).
Así mismo, si no valoramos las interacciones sociales cooperativas, la diversidad cultural en el marco de la formación de capacidades y el respeto por la vida de los demás, claramente mantendremos un círculo vicioso en el que impere la injusticia social y el egoísmo.
Ahora bien, corrigiendo como sociedad este círculo vicioso (sin que debamos estar a la espera de acciones de política pública) fomentando una forma de vida solidaria con los demás y formando oportunidades para ampliar las libertades, tal vez podamos aportar como sociedad a la construcción de un nuevo país que sea más justo. Posiblemente de esta forma lograremos reducir las brechas, y de forma paralela, la desigualdad. Estos son mis deseos de navidad.
Referencias/Bibliografía
Dréze, J., & Sen, A. (1995). India: Economic Development and Social Opportunity. Clarendon Press Publication.
García , S., Rodriguez, C., Sánchez , F., & Bedoya, J. (2015). La lotería de la cuna: La movilidad social a través de la educación en los municipios de Colombia. Bogotá: CEDE. Universidad de los Andes.
También le puede interesar: