El Mal Economista

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ME DECLARO SOCIALISTA DEL FÚTBOL

Por: Fernando Cárdenas

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Alguna vez alguien me dijo que si yo no tenía algún pensamiento de izquierda antes de los 25 era porque no tenía corazón. De pronto tenía razón, lo que pasa es que el corazón se me sale cada fin de semana con cada gol, y entre semana toca dejar el socialismo futbolero y  ser de derecha moderada para compensar.

El fútbol es mágico, en el fútbol todos pueden ser amigos, o pueden odiarse hasta no poder más, en el fútbol los hombres vuelan, en el fútbol no hay colores ,ni razas ni credos, en el fútbol no hay nada escrito (véase caso América y cuadrangulares de ascenso), en el fútbol hay siempre ilusión, esperanza y solidaridad, en el fútbol hay siempre, siempre, cosas que no se pueden ver en ningún otro espacio…como que un tipo más bien godo como yo, se vuelva el más acérrimo socialista del siglo XXI, todo un ‘social bacán’, cada vez que alguien sale con una idea brillante para terminar de entregarle el mundo futbolero a los equipos que nadan en plata como el Chelsea o el Madrid.

En la vida real, esa que uno no debe tomarse deportivamente, yo soy un defensor a capa y espada de la libertad de empresa y el estado pequeño, pero no soporto que en el mundo del fútbol tengamos que aguantarnos a los mismos tres equipos ganar todo lo que hay por ganar, solo porque tienen plata y los demás no. Yo creo que la diferencia fundamental es que en el fútbol solo gana uno, sea el Madrid o el Barcelona, o el Atlético si los dioses del deporte están de buen humor, mientras que la idea es que en la vida ganemos todos. En la vida real está bien ser el Bilbao, el Tottenham, el Bayern Leverkusen, esos que nunca ganan nada pero tampoco descienden jamás; en el fútbol, y se los dice un hincha de los equipos más sufridos de la historia del mundo, y es enserio (¡que viva el Beti manque pierda!), vivir cómodo no es la meta, es el fracaso.

En mi socialismo del balompié tampoco soporto bien que los tipiyankees se quieran venir a meter acá. No me gustó cuando Millonarios trajo a Modeste Mbami, ni al Pocho Insua, tampoco me gustó cuando decidieron que Lillo era la solución (aunque confieso, lo extraño, el tipo tenía unas ruedas de prensa fenomenales), y cuando al América le dio por traer un inglés, que después jugó en fortaleza, yo solo pensaba en lo divertido que sería llevármelo de paseo, comprarle una mochila aruaca, llevarlo a beber chicha en el Chorro de Quevedo, presentarle la Arepa de Huevo y subirlo a Monserrate a tomarse fotos con llamas y bajar el frio a punta de canelazo.

Tampoco entiendo que nos quieran venir a convencer de que el producto extranjero es mejor que el nacional, hay que proteger nuestra economía, creer en nuestros equipos y solo así vamos a entender que lo nuestro sí sirve. No hay argumento que me saque más la piedra que aquel, ahora popular, “es que yo no veo fútbol colombiano porque es muy malo…” no pues claro, es que como usted lo que quiere es ver buen fútbol decide que es hincha del Madrid y se pierde el buen Futbol del Barcelona, o que es hincha del United y se pierde el buen fútbol del City. Aclaro, está muy bien que le guste el United o el City, a mí me gusta el Tottenham y el Betis, pero el argumento no puede ir en detrimento de lo nuestro. Yo he visto partidos aburridísimos entre el Liverpool y el Arsenal, o entre el Bayern y el Schalke, pero también he visto partidos apasionantes entre Jaguares y Quindío y no cambio jamás un Nacional-Santa Fé, o un Junior-Millonarios por un Barcelona-Elche de Alicante.

En la cuestión netamente económica si confieso que no soy tan socialista, y no es porque no quiera ligas más justas en que el Real Cartagena tenga el mismo chance de ganar que Nacional o el Cali, es porque creo que los gringos tienen razón. Yo sé que esto es una blasfemia para la izquierda con quien por fin tenía algo en común, lo siento, pero ambos sabíamos que esto no iba a funcionar. En Estados Unidos entendieron que, en cuestión deportiva, todo funciona mejor si la liga tiene los cojones para definir cuanto puede gastar cada equipo y en qué. Vea la NBA, vea la MLB, vea la NFL; claro que las ligas tienen equipos malos, pero los malos no son malos por siempre y es porque las ligas decidieron un día que no iban a dejar que sus equipos fueran una partida de derrochones (sí, es contigo Florentino).

Los topes salariales, los sindicatos de jugadores, las huelgas cada diez años porque los equipos no pagan bien… eso es lo que necesitamos. Acá aceptamos que no les paguen a los jugadores, que las Aguilas Doradas se tomen los colores tradicionales del histórico deportivo Pereira, que los árbitros estén obligados por la FIFA a no tener el arbitraje como profesión única; eso no puede ser. Tenemos que exigir más derechos para los jugadores, para los árbitros y para los hinchas. Por poner un ejemplo: si usted es hincha de Santa Fé, Medellín, Cúcuta o la Alianza Petrolera y ha sufrido el yugo corporativo de Ticket Shop considérese hermano honorario de mi revolución. Hay que acabar también con el monopolio de la Dimayor, métanle competencia al asunto aprovechando que ya no está aquella empresa de refrescantes bebidas gaseosas.

Pero bueno, en fin, en algún lugar de mi corazón tenía que haber algo de izquierda ¿no? Menos mal que personajes como Maduro, Fidel, Evo, Cristinita y compañía no son particularmente atléticos ni buenos para la pelota porque si no mi criterio político sufriría enormemente, sufriría casi tanto como sufro cada fin de semana cuando veo que mi equipo, el más sufrido del país, tiene que esperar al minuto 90+1 para darle una alegría a la hinchada.

 

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