El Mal Economista

Publicado el danialf90

Los colados en Transmilenio: síntoma de retroceso social y económico en Bogotá

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Alemania es tal vez uno de los países más desarrollados a nivel social que podemos encontrar hoy en día. Es claro que no podemos empezar a comparar la cultura colombiana con la alemana, pues aunque su comportamiento en muchos casos nos parece frío y calculador (debo decir que conozco alemanes mucho más extrovertidos que  los latinos), tienen algo que en las últimas 3 alcaldías hemos perdido los bogotanos, y es el sentido de pertenencia. La problemática de los colados puede parecer para muchos, un problema claramente inferior si lo comparamos con los otros dolores de cabeza que aquejan nuestra nación; de todas formas, la rabia que nos da a los que sí pagamos y la irreverencia que muestran los que lo siguen haciendo, crea una brecha social y de indignación que está destruyendo la poca cultura ciudadana que aún nos quedaba.

 Colados

En la ciudad de Berlín, están tan conscientes del deber social y económico que representa pagar el tiquete del transporte público, que los operadores del mismo decidieron que no existiera ningún tipo de control a las entradas de las estaciones. Todo el mundo es libre de subirse en el metro o en el sistema de buses sin tener que presentar su tiquete; a pesar de eso, el porcentaje de personas que se sube sin tener un tiquete válido es tan irrisorio que no pone en peligro el sostenimiento ni la inversión que le hacen al sistema para mejorarlo año a año. Comparar Transmilenio con el sistema de transporte de Berlín es algo totalmente intrascendental si no se piensa más allá de lo que nos dejan ver las excusas típicas del colombiano: “PERO allá si dan ganas de pagar el tiquete…” “PERO colarme no afecta a nadie más…” “PERO dígale algo a él, que también lo hizo…” “PERO qué voy a pagar por un sistema que nos trata así…” “PERO si se roban la plata prefiero guardármela…”  que al final solo enmascaran el poco sentido de pertenencia que tenemos.

Comparar el metro  de Berlín con el Transmilenio tiene completa validez, si el objetivo de la comparación es buscar maneras que nos den en un futuro una solución real a las necesidades de los bogotanos. No se trata únicamente de sentirnos per-sé inferiores; se trata de apropiarnos de los proyectos que necesita la ciudad para dar soluciones y motivar el desarrollo de la cultura. Desafortunadamente, la cultura bogotana, como ya mencioné, ha tenido un claro retroceso en la cultura ciudadana, creando una brecha social y económica que la alcaldía local ha fomentado, apalancándose en su ineptitud gerencial y una mentalidad retrograda de medidas represivas (puertas anti colados, por ejemplo) que no ha sido combinada con políticas que fomenten la cultura y traten de desincentivar el síndrome “del importaculismo”.

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Foto: Archivo El Tiempo

El tema de las personas que no pagan pasaje se ha vuelto algo sumamente álgido, al estar los bogotanos en un punto de quiebre que puede terminar en tragedias creadas por la intolerancia (tragedia que ya tuvimos cuando un ciudadano fue empujado por otro y cuando una pareja fue arrollada al intentar colarse). ¿Pero qué es la intolerancia?, hoy por hoy es el resultado de la degradación social a la que nos hemos visto expuestos los bogotanos gracias a el estrés generado por una ciudad en ruinas que en los últimos días nos dio la estocada final: el predial. Hoy no hablaré del predial y lo absurdo que supone para la mayoría pagar un impuesto para “el desarrollo de la ciudad”, que en los últimos 9 años ha sido violentado y malgastado por administraciones que nos quitaron la fe del progreso.

Al igual que el predial y la decisión de muchos de no pagarlo, los colados en Transmilenio representan a menor escala una decisión que ha sido justificada en lo que hoy por hoy es el sistema. Dicha decisión, en ambos casos está creando un círculo de injusticia económica para aquellos que decidieron pagar y que ahora, ven aumentos en pasajes y predial básicamente porque tienen que tapar el hueco de los morosos. Estamos en un gobierno que prefiere desincentivar a los que pagan con aumentos irracionales y gestión ineficaz, mientras que no ataca los focos de corrupción y evasión que este presenta y que al final, representa el capital tan buscado para poder progresar… !Genios!.

Todo esto no busca justificar a los colados en Transmilenio que, en mi opinión personal, son lo más similar a las escorias que roban celulares, con la diferencia que en este caso el robo se produce al momento de cancelar el tiquete. Esto muestra que la crisis económica y social que está atravesando la ciudad puede tener su origen en cosas tan mínimas como una sociedad sin cultura que endiosa  modelo del “más vivo” y que sobrepone el bien individual al común, algo que en teoría produce desaceleración económica. Igualmente, y más allá de la teoría, la reflexión está en una pregunta: ¿Qué pasará cuando el ciudadano de bien simplemente no pueda seguir costeando una política social y tributaria y empiece a unirse a los morosos por falta de iliquidez?… ¿Suena conocido?

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