El Mal Economista

Publicado el oscaredreyes

Los 90 y La crisis que no se supera

Por: Jorge Alberto Torres Vallejo

Facebook: El Mal Economista

Twitter: @maleconomista

@jorgitorresv

Instagram: @maleconomista

Pasados más de 15 años de la crisis de finales de los años 90, en el país persisten prácticas, como el Gravamen a los Movimientos Financieros (GMF) y el modelo de preventa para la adquisición de vivienda, que han dejado de ser una herramienta de recuperación y se han convertido en una piedra en el zapato para la inclusión, la equidad y el crecimiento.

Los años 90 representaron un hito en la historia reciente de la sociedad Colombiana. Durante la primera mitad de la década muchos vimos florecer la economía de nuestros hogares y vivíamos con la fiebre del futbol gracias a esa selección Colombia del Tino Asprilla, el Pibe Valderrama y Freddy Rincón (como olvidar al Max Caimán que dejó con saldo en rojo a sus promotores luego de la prematura eliminación en el mundial del 94). Aunque cosas extrañas pasaban a las espaldas de los presidentes de turno, el país era optimista gracias a una racha de crecimiento que se extendió desde los años 80, manteniendo crecimiento promedio del PIB real cercanas al 3,4% en el periodo 1980-1989, y del 4,3% en el periodo 1990-1994[1].

Fuente: The Next News Network
Fuente: The Next News Network

Las cosas cambiaron radicalmente a partir de 1995 cuando, exactamente a la mitad de lo que parecía ser la década ganada de la economía colombiana, los indicadores empezaron a decaer notablemente. Grande fue el choque cuando la suma de factores como la expansión del crédito en un escenario de deterioro de la cartera, la crisis asiática y la crisis del tequila en México (1994), la consecuente salida de capitales (Torres, 2011) y desafortunadas decisiones de política monetaria, nos llevaron a la que ha sido la crisis financiera más importante en la historia del país.

La contracción del producto, la crisis bancaria, la parálisis del sector de la construcción, las elevadas tasas de desempleo (22% en 1999) y el colapso de la banda cambiaria (que tanto favorecería hoy en día a los deudores de Colfuturo) son solo algunos de los amargos recuerdos que quedaron de los últimos años del siglo XX. Sin embargo, hay que decir que el trauma del 99 caló de manera particularmente fuerte en la memoria de gobernantes y empresarios, actores que si bien pueden haber cambiado de rol, siguen estando presentes en la toma de decisiones de política a nivel nacional (por ejemplo, Juan Manuel Santos fue Ministro de Hacienda de Andrés Pastrana durante la recuperación entre 2000 y 2002; y Mauricio Cárdenas fue el primer presidente de la Titularizadora de Colombia entre 2001 y 2003).

Este hecho nos ha obligado a los colombianos a convivir con prácticas que surgieron como respuesta a la crisis y que, pasados más 15 años, se mantienen a pesar de ser nocivas para el desarrollo económico del país. Para la muestra dos botones: el Gravamen a los Movimientos Financieros (GMF), mejor conocido hoy como el cuatro por mil (4X1000), y el modelo de preventa para la compra de vivienda.

El GMF fue el gran golazo de la década, (por encima del gol de Freddy Rincón contra Alemania en Italia 1990). Anotado por el Gobierno, este “ajuste temporal no reembolsable”[2] no se llamó Gravamen a los Movimientos Financieros hasta la reforma tributaria del 2000, justamente cuando su carácter cambió a permanente.

Para resumir la historia, mediante el decreto 2331 de 1998 se creó el 2X1000 con el fin de financiar los alivios a los deudores hipotecarios y resolver la situación de las cooperativas y el sector financiero durante la crisis. Posteriormente, mediante el Plan Nacional de Desarrollo su existencia se alargó hasta diciembre de 2000 con el fin de atender la emergencia surgida por el terremoto del eje cafetero. Durante la reforma tributaria de 2000 el impuesto pasó a llamarse GMF y su tarifa aumentó a 3X1000, siendo su destino atender el funcionamiento y la inversión del Gobierno. Finalmente, mediante la reforma tributaria de 2003, la tarifa se aumentó al 4X1000 que se mantiene hasta hoy.

Desde su inicio, el GMF ha sido fuertemente criticado por la banca y no es para menos. Este tipo de gravámenes desincentiva el uso de productos de la banca y la inclusión al financiera (sobre todo en los segmentos de más bajos ingresos), además de aumentar la demanda por efectivo. Sin embargo, se puede afirmar que si bien el 4X1000 es un impuesto regresivo y anti técnico, presenta una ventaja enorme para un país como Colombia: Su evasión es prácticamente imposible.

Aunque mucho se ha hablado del desmonte gradual del GMF, lo cierto es que mientras continúen ocurriendo calamidades en nuestro país, tendremos que acostumbrarnos a seguir viviendo con 4X1000, orando todos los días porque no ocurra algo tan grave que provoque un aumento en el primer dígito.

Ahora bien, pasando al segundo ejemplo de malas prácticas que sobreviven de la crisis, tenemos el modelo de preventa de vivienda. Dicho modelo, a grandes rasgos, se basa en la financiación parcial de los proyectos de construcción a través de recursos provenientes de las unidades pre-vendidas. Explicado en castellano, los proyectos de vivienda se financian en una proporción determinada mediante la cuota inicial que pagan los hogares durante el periodo de comercialización.

El modelo fue un éxito en la postcrisis. Su principal logro fue generar una estructura de bajo riesgo para todas las partes involucradas, toda vez que si un proyecto no era comercialmente exitoso (no se prevendía el número requerido de unidades) la construcción no se iniciaba, el banco no desembolsaba los recursos del crédito constructor, y los compradores de la preventa recibían la devolución de los aportes hechos. Sin embargo, plantear el negocio de esta forma deriva en al menos tres problemas para el crecimiento y la equidad:

  • En primer lugar, la financiación parcial de los proyectos con recursos de los compradores implica una fuerte dependencia del ahorro de los hogares, lo cual supone que cerca del 70% de la población Colombiana queda por fuera del mercado de vivienda (Gaviria y Tovar, 2011); en muchos casos excluyendo hogares de clase media con capacidad de pago pero con limitadas posibilidades de ahorro.

  • En segundo lugar, el modelo es uno de los responsables directos de la baja profundización financiera[3] en el sector hipotecario del país. Los hogares no logran aprovechar al máximo su capacidad de endeudamiento dado que deben aportar un monto importante del valor de la vivienda durante el periodo de preventa.

Incluso, luego de la reforma a la regulación bancaria enmarcada en Basilea III, los países desarrollados mantienen como regla niveles de endeudamiento que llegan hasta el 100% del valor de la vivienda. No obstante, en Colombia el promedio no supera el 60%, lo cual limita seriamente la expansión del sector hipotecario nacional.

  • Finalmente, adoptar un modelo de negocios para periodos de crisis como modelo estándar de oferta de vivienda, ha derivado en volumen de actividad que no satisfacen los requerimientos de la población. Actualmente, en Colombia no se construyen más de 230 mil unidades de vivienda al año[4], cifra que se encuentra incluso por debajo de la formación de hogares y que no se corresponde con las necesidades de una sociedad que quiere acabar con el déficit de vivienda.

Por supuesto, las crisis deben ser recordadas y sus lecciones deben incorporarse en las decisiones de política, previniendo futuros desequilibrios. No obstante, la posibilidad de una nueva crisis (que siempre existirá) no puede ser pretexto para respaldar prácticas que restrinjan el crecimiento de sectores claves de la economía.

Los consumidores han venido cambiando su mentalidad progresivamente y hoy existe en el país una población joven que quiere acceder a la banca, a los mercados del crédito y a la propiedad de una vivienda. Sin embargo, las numerosas restricciones (como la amplia necesidad de ahorro para una acceder a una solución habitacional) obligan a esta nueva generación a aplazar sus decisiones de consumo e inversión, lo cual a su vez aplaza el crecimiento económico.

Se debe entender que la crisis de los años noventa se dio en un contexto muy particular de nuestra historia. Las prácticas resultantes del proceso de recuperación jugaron un papel fundamental en la estructuración de una economía estable, como lo es la colombiana. No obstante muchos de los traumas deben ser superados en pro de satisfacer la demanda de un mercado creciente, promoviendo además la creación de una verdadera clase empresarial (por el lado de la construcción) y llevando el uso de productos financieros a un nivel acorde con nuestra fase de desarrollo.

 Fuentes:

Cárdenas, M. y Badel, A. (2003). La crisis del financiamiento hipotecario en Colombia: Causas y consecuencias. Research Department Publications, (4355). Inter-American Development Bank.

Gaviria, A. y Tovar, J. (2011). El potencial de la política de vivienda en Colombia. Presentado en el III Foro de Vivienda de Asobancaria.

Cuellar, M (2013). Cierre Financiero: La transformación de la vivienda en Colombia. Presentación de Asobancaria para el Fondo Nacional del Ahorro

Torres, G. (2011). La crisis colombiana de finales del siglo XX: ¿Un choque real o financiero?. Perfil de Coyuntura Económica, 18 pp. 79-96. Universidad de Antioquia

 http://www.elespectador.com/noticias/economia/cuatro-mil-le-hace-mucho-dano-al-pais-asobancaria-articulo-504491

http://www.semana.com/opinion/articulo/los-efectos-del-mil/62511-3


[1] Cifras tomadas de las Estadísticas Históricas de Colombia recopiladas por el Departamento Nacional de Planeación

[2] Frase tomada de “Bart to the Future”, decimoséptimo capítulo de la undécima temporada de Los Simpson. Siendo Presidente de los Estados Unidos y para no perder el apoyo de los contribuyentes, Lisa acuña el término “ajuste temporal no reembolsable” en lugar de impuesto.

[3] Se entiende la profundización financiera como el ratio cartera de crédito/ PIB. En este caso puntual nos referimos a la cartera hipotecaria/PIB

[4] Cifras tomadas del Sistema Nacional de Evaluación de Gestión y Resultados SINERGIA

Comentarios