Durante décadas Latinoamérica ha transitado el sinuoso camino del desarrollo. Los logros frustran, pero la región sigue teniendo la esperanza y la solución en su despensa.

Por: Juan Alejandro Echeverri
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En Latinoamérica pasan los discursos, las catástrofes, los déspotas, los proyectos subsidiados por organizaciones extranjeras, las bonanzas comerciales, pero la pobreza y la desigualdad siguen ahí como una herida que no cicatriza: cifras del Banco Mundial indican que, después del África Subsahariana, Latinoamérica es la región más desigual del mundo. Aunque en la primera década del siglo la clase media creció exponencialmente, según la CEPAL, desde hace cinco años la reducción de la pobreza se ha estancado y, por el contrario, con el actual clima político, social, y económico se espera una nueva camada de pobres en la región, que hasta el año pasado eran 175 millones de personas.
Históricamente, el desarrollo ha sido un espejismo, una fantasía, un discurso plagado de perogrulladas y promesas que politizan la esperanza de una región condescendiente con sus opresores.
El desarrollo en Latinoamérica es un proyecto fallido por diversos factores: los ricos son muy ricos y los pobres demasiado pobres, la región desperdicia la energía y creatividad de 20 millones de jóvenes que no estudian ni trabajan, y la representatividad femenina, por su parte, vive un ocaso político: una vez termine el mandato de Michelle Bachelet, no habrá ninguna presidenta en todo el continente, un dato que no es menor si tenemos en cuenta que en los últimos diez años las democracias más influyentes estuvieron lideradas por mujeres.
Las democracias latinoamericanas, frágiles como si “estuvieran escritas con lágrimas”[i], raptadas por la corrupción, son un campo minado para el desarrollo. La región atraviesa quizás una de sus épocas más deshonrosas para la clase política. En Brasil, Dilma Rousseff fue destituida por corrupción, y el presidente sustituto, de no haber sido absuelto por un congreso putrefacto, habría sido investigado y destituido por las mismas razones. Por otro lado, el huracán Odebrecht sigue haciendo estragos en el continente. La fiscalía peruana, por ejemplo, ordenó prisión preventiva para Alejandro Toledo, presidente entre 2001 y 2006, y para Ollanta Humala, presidente entre 2011 y 2016, por recibir sobornos de la empresa constructora. Rodrigo Tacla, abogado del Departamento de Operaciones Estructuradas de Odebrecht, le dijo a El País que la constructora habría sobornado más de 1.000 personas en el mundo. La empresa desembolsaba dinero, financiaba campañas, organizaba fiestas y enviaba prostitutas a cambio de recibir contratos de obras de infraestructura: en México desembolsó 10 millones de dólares en sobornos, en Guatemala 18 millones, en República Dominicana 92 millones, en Venezuela 98 millones, en Panamá 59 millones, en Colombia 11 millones, en Ecuador 33 millones, en Perú 29 millones, en Argentina 35 millones, y en Brasil 349 millones.
Una de las épocas más boyantes del continente, coincidencialmente, estuvo administrada por una raza cleptomaniaca experta en administrar patrimonios.
En materia económica el Fondo Monetario Internacional augura cifras poco prósperas. Luego de contraerse un 0,9% el año pasado, el crecimiento para este año se estima que será de 1,2%, es decir, 0,4 puntos porcentuales menos de lo esperado. Las cifras, según expertos, responden al mal desempeño de Brasil, México, Argentina y Venezuela, quienes fueran hace unos años las economías más importantes de la región. Otra de las circunstancias que propician este escenario es el escaso crecimiento y la baja calidad del empleo que generan las pymes –las cuales representan el 90% de las empresas en América Latina, generan más de la mitad de los empleos y producen una cuarta parte del Producto Interno Bruto. El rezago de las pymes con respecto a otras regiones del mundo, según el Banco de Desarrollo de América Latina, se debe a la poca innovación, la baja productividad, competitividad y eficiencia, y a los altos índices de informalidad laboral y fiscal. En palabras de Manuel Malaret, funcionario de la institución, «los países latinoamericanos deberían propiciar un contexto económico e institucional que fomente la innovación y ayude a fortalecer el capital humano, al tiempo que alienta la competencia y el aumento de la productividad. Cuando existe una sana competencia, las empresas tienden a explorar nuevos mercados de exportación, hecho que contribuye tanto a su mayor profesionalización y crecimiento como a su internacionalización»[ii].
En lo concerniente al componente ambiental, que no puede desligarse del desarrollo, nuestra producción sigue siendo arcaica, invasiva y nociva para el medio ambiente. Mientras el mundo le apuesta a la producción energética a través de fuentes renovables, en Latinoamérica seguimos construyendo hidroeléctricas. A la fecha, sumando las que están construidas, las que están en construcción y las que están en fase de planificación, sobre la cuenca del Río Amazonas hay 412 represas. Así como está comprobada la rentabilidad económica de los proyectos hidroenergéticos para las empresas constructoras, también están comprobados los perjuicios ambientales por la emisión de CO2 y las afectaciones sociales por el desplazamiento de comunidades que tienen un vínculo económico y vital con el río.
Latinoamérica tuvo y tiene todo para ser parte del selecto grupo primermundista, pero por pecados burocráticos y displicencia civil ha decidido ser el arquetipo del desarrollo malinterpretado. La historia, cada tanto, da la oportunidad de poner punto aparte y escribir un nuevo capítulo, Latinoamérica, cada que puede, se empeña en poner puntos suspensivos. Ojalá, después de tantos fracasos, la región entienda que el desarrollo florece siempre y cuando se estimule lo que Max Neef llama recursos no convencionales: aquellos recursos sobre los que “se puede siempre construir porque no colapsan, aquellos que están ahí pero a los que no les damos ningún valor: la solidaridad, la colaboración, el conocimiento, etc”[iii].
[i] Piglia, R. (2015). Los diarios de Emilio Renzi.Barcelona, España: Anagrama.
[ii] CAF. (13 de junio de 2016). ‘América Latina: en busca de pymes más competitivas. Banco de desarrollo de América Latina. Recuperado de: https://www.caf.com/es/actualidad/noticias/2016/06/america-latina-en-busca-de-pymes-mas-competitivas/
[iii] Entrevista a Manfred Max Neef, creador del desarrollo a escala humana: https://www.max-neef.cl/descargas/Max_Neef-Experiencias_de_desarrollo.pdf
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