El Mal Economista

Publicado el EME

La responsabilidad comienza en casa

  Por: Andrés Martínez-Jiménez

El día de mi graduación como economista fueron varios los pensamientos que ocuparon mi mente. De un lado, estaban aquellos relacionados con la satisfacción de haber llegado a la meta, ser motivo de orgullo para mi familia y convertirme, aunque fuera por un instante, en el centro de atención. Del otro, se encontraban los factores de responsabilidad que vienen con el título, factores que me atrevería a clasificar en tres categorías: personales, familiares, y sociales. Todo profesional tiene ambiciones y aspiraciones que se derivan de su esfuerzo y capacidad de trabajo, además, al ser miembro de una familia, se ésta grande o pequeña, asume un nuevo rol como soporte económico o como mentor de los más pequeños. Sin embargo, las responsabilidades más importantes y trascendentes que asume un profesional están relacionadas con su papel en la sociedad.

Ser economista en Colombia, o pretender serlo cuando se acaba de recibir el título, es una oportunidad dorada. Vivimos en un país de contrastes con características muy particulares, algunas de las cuales saltan a la luz por ser poco halagüeñas, mientras que otras resultan ser motivo de orgullo. Así, por ejemplo, un economista en Colombia se enfrentará a un país que necesita profundos cambios institucionales que permitan hacer frente a temas como la pobreza, fallas en la distribución de la riqueza, impuestos regresivos, el conflicto interno, la posibilidad del posconflicto, el rezago de infraestructura, el acceso a la salud y a la educación, el desempleo, la baja profundización financiera, la desconexión entre el empresariado y las comunidades, la falta de trayectoria profesional en miembros del ejecutivo y el legislativo, entre otros tantos factores que inciden en la vida económica de todos los colombianos.

Asumir este reto profesional requiere de dos concesiones fundamentales antes de pretender cambiar el país. La primera, radica en entender que para construir un país diferente debemos cooperar más allá de las fronteras de la economía como campo de estudio. La segunda, es que un esfuerzo individual no tiene gran probabilidad de ser exitoso por lo que debemos estar dispuestos a formar parte de equipos de trabajo. Aunque esto suene obvio, solo se necesita visitar una facultad de economía para percibir que a la mayoría de los economistas no se les da lo del trabajo en equipo. El individualismo y la rivalidad de profesión son dos de los factores que se deben derrotar si buscamos contribuir a la construcción de un mejor país desde nuestras capacidades profesionales. Para aportar a la sociedad en la que vivimos debemos renunciar a los orgullos personales y estar dispuestos a trabajar de la mano con profesionales de las ciencias exactas, sociales y humanas, ingenieros, artistas y médicos, identificando las capacidades de cada uno y su potencial contribución al trabajo en equipo.

Muchos dirán que esta propuesta se ve obvia, e incluso ingenua, otros podrían juzgarla como una idea vaga y sin estructura. Quizás tengan un poco de razón, la cooperación, el trabajo en equipo y la identificación de las capacidades específicas son elementos que se han difundido con bastante facilidad en múltiples espacios laborales. Sin embargo, solo basta con identificar la composición del gabinete de ministros u observar las redes sociales de algunos destacados líderes de opinión para darnos cuenta que estos valores no son un elemento esencial del ejercicio profesional de muchos personas, particularmente de economistas. Para citar un ejemplo, de los 16 ministerios del Gobierno Nacional la mayoría están ocupados por economistas y abogados, graduados casi en su totalidad de 4 universidades bogotanas de reconocida trayectoria, desafortunadamente, muchos de estos ministros han sido nombrados en respuesta a cuotas políticas y no a una reconocida trayectoria en el campo de trabajo del ministerio, lo que en algunos casos se manifiesta en resultados bastante pobres en la gestión.

El ejercicio de cualquier profesión está enmarcado por un conjunto de valores y por la capacidad de formar parte de una sociedad y contribuir a la transformación de ésta. No obstante, el ejercicio de la economía tiene una responsabilidad doble, porque los economistas han logrado alcanzar posiciones de poder en las esferas públicas, privadas y de la academia. Esto hace que, para poder enfrentar todos los retos de una sociedad como la colombiana, nuestro primer paso consista en admitir la necesidad de cambiar la forma como vemos a los demás miembros de la sociedad y entender que debemos trabajar en equipos multidisciplinarios si queremos mejorar las características de un país como Colombia. Porque en este caso, la responsabilidad comienza en casa.

@AndresSastre

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