El Mal Economista

Publicado el El Mal Economista (EME)

La pandemia los dejó varados

El sector de mantenimiento automotriz fue azotado por la crisis económica actual, lo que ocasionó una caída de 34,3% respecto al año anterior. Además, fue dejado de lado por parte del Gobierno a causa de la alta informalidad.

 

La pandemia sin duda cortó las alas a lo que se pronosticaba como un buen año de crecimiento para el sector automotriz en Colombia. Según el  boletín informativo del DANE  para 14 de agosto de 2020, el PIB nacional decreció un 15,7% respecto al mismo periodo del año anterior. De este reporte se destaca la caída del 34,3% (contribuyendo en un -6,6 puntos porcentuales de la variación total anual) del sector donde se incluye la reparación de vehículos automotores y motocicletas, comercio, entre otros, a causa de las restricciones generales de movilidad en las ciudades.

Por su parte, los talleres de mantenimiento de automotores tienen una estructura sencilla, donde hay un jefe de mecánicos, trabajadores fijos, y puede que tengan o no trabajadores flotantes que dependen del flujo de clientela. Muchos de estos establecimientos, salvando las excepciones, no poseen licencias para trabajar. Por ende, rara vez hay firma de contratos entre el dueño y sus trabajadores y permanecen de esta manera en la burbuja de la informalidad.

El mundo de los talleres y montallantas es bastante más cerrado de lo que puede parecer. Es un mercado basado en la fidelidad, pues la decisión de en qué manos dejar el carro no es una que se toma a la ligera. Se suele ir a los talleres que generan más confianza por recomendación de personas cercanas, o se empieza por mantenimientos pequeños hasta sentir que ese es el taller elegido. Suele ser, además, una relación de por por vida (vida útil del automóvil) entre el dueño y el mecánico.

En este contexto,  durante  la pandemia el sector se ha visto afectado ya que, en primer lugar,  la circulación de automóviles en las principales ciudades del país se vio restringida desde el 24 de marzo hasta el 11 de mayo de 2020, fecha tras la cual esta medida se flexibilizó. En segundo lugar, la obtención de nueva clientela es una tarea difícil, pues la mayoría prefiere atravesar la ciudad entera antes de ir a un taller que no conocen, aunque sea más cercano. En tercer lugar, a pesar de que algunos talleres han intentado implementar nuevas estrategias como la promoción de servicios a domicilio por medio de redes sociales, los resultados no han sido efectivos. Lo anterior se debe a que los jóvenes, quienes más las utilizan, usualmente no poseen la capacidad adquisitiva suficiente para tener  carro propio, razón por la cual no requieren servicios de mantenimiento automotriz.

Polos opuestos dentro del sector

Es momento de preguntarse entonces, ¿qué pasó con los mecánicos de confianza tras la cuarentena en Bogotá?

Hernán Vásquez, actualmente dueño de un taller de mecánica ubicado en la carrera 21 con calle 50 en Bogotá, cuenta cómo antes de la pandemia era dueño de dos talleres especializados en revisión de frenos y mantenimiento general. Sin embargo, con el inicio de la crisis sanitaria, los arrendadores de los talleres de Hernán decidieron mantener el valor del canon en ambos locales, razón por la cual se vio obligado a cerrar uno de estos. Con el cierre del local vino además el despido de dos de sus trabajadores pues no le era posible seguir pagando por su trabajo, quedándose con cuatro trabajadores (informales) y un único establecimiento. Para añadir, Hernán contaba con que, dada la coyuntuta actual,  los bancos tomaran medidas solidarias en cuanto a tasas de interés, créditos y plazos de pago, sin embargo estas ayudas nunca llegaron. De esta manera, Hernán cuenta cómo los bancos lo tiene “hasta el cuello” con sus intereres “para nada flexibles y demasiado altos”.

Por otro lado, Alsiades González es dueño de un taller en la esquina de la 48 con 21, cuyo local cuenta con el doble de metros cuadrados que el de Hernán y tiene a cuatro trabajadores contratados a su mando. Alsiades relata que la situación ha sido muy difícil tras la cuarentena, y cuenta además que el sector automotriz en general ha tenido poca estabilidad desde meses antes de la pandemia. Al preguntar a Alsiades sobre las deudas y los bancos, comentó que en su caso, el Gobierno le está ayudando pagando la mitad de los salarios mínimos de sus trabajadores y que actualmente no cuenta con ningún préstamo bancario. Para añadir,  desde hace varios años el taller de Alsiades tiene como copropietario a la mega-empresa Michelin, lo cual ha sido un salvavidas en esta época, pues esta se ocupa de varios gastos.

Vale la pena preguntarse entonces qué tan efectivas son las medidas del Gobierno en cuanto a bienestar social a la hora de poner en marcha programas de ayuda para que sectores como este no se ahoguen del todo. Con el fin de sobrellevar la situación económica actual, el Gobierno cruzó sus bases de datos para elegir a los  beneficiarios de los programas y de las ayudas económicas brindadas por medio de Prosperidad Social y el Departamento Nacional de Planeación. Adicionalmente, según el Presidente Iván Duque en una entrevista a la Revista Portafolio en mayo de 2020, afirmó que estas ayudas “… encarnan una economía fraterna pensada para la equidad”. Pero, ¿Puede ser esto plausible, si en varios programas se está dejando por fuera a casi la mitad de los ocupados del país?

Es necesario en este punto, tener en cuenta que existen múltiples complejidades en el mercado laboral, dentro de las que se destaca la informalidad, la cual representaba un 46,3% según el informe del DANE entre mayo y junio de 2020. Más específicamente, en el sector automotriz la informalidad representa alrededor del 70% según un informe del DANE del 2017.

Ahora bien, tal como los trabajadores del taller de Hernán, miles de trabajadores informales del sector tampoco han recibido alguna otra ayudas del Gobierno. Dichas ayudas se otorgan con base en datos obtenidos de programas como Familias en Acción, Colombia Mayor, Sisbén, entre otros, en los cuales no están incluidos muchos de estos trabajadores. A pesar de lo anterior,  sus salarios a duras penas cubren sus necesidades básicas, haciendo que sus alternativas para sobrellevar la situación económica actual sean verdaderamente escasas.

Entonces, ¿qué puede impedir que establecimientos como el de Hernán formalicen laboralmente a sus trabajadores? Resulta que en Colombia el hecho de formalizar a los trabajadores trae consigo trámites y costos adicionales, además de los salariales, que muchas veces las empresas no alcanzan a cubrir. De esta forma, los aportes de cajas de compensación, el pago de cesantías y sus intereses y la seguridad social, hacen que cada trabajador sea mucho más costoso para el establecimiento y por ende, la planta de personal tendría que verse reducida. Por esto, mientras el Gobierno sigue analizando las posibles soluciones a esta situación, como lo lleva haciendo desde ya hace varias décadas, los empleados informales de talleres automotrices seguirán con el motor a media marcha.

El mercado laboral del sector automotriz está ahora condenado a no ser apto para obtener las ayudas necesarias para sobrellevar la crisis sanitaria actual. Adicionalmente tiene un largo camino por recorrer para que a futuro salga de la informalidad en la que se ve sumergido.

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