El Mal Economista

Publicado el El Mal Economista (EME)

La mano invisible nos falla

Por: Javier Ardila @derjavi

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El principal axioma para los liberalistas, neoliberalistas y libertarios es que el mercado es rey. Que éste, como diría algún ex presidente, lleva todas las cosas a su justa proporción. A pesar de que muchos errores se han visto en el lado del mercado de bienes y servicios, en Colombia hay otro mercado en donde las fallas son mucho mayores y más estructurales, este es el mercado laboral. Es suficiente con recordar la penosa informalidad laboral en la que habitan la mayoría de los trabajadores colombianos o los bajos salarios que apenas alcanzan para vivir, siendo muchas veces paupérrimos incluso en comparación con países de la región.

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Sin embargo, ni siquiera podemos referirnos a ésta como una situación de equilibrio, la literatura es clara en mostrar grandes excesos de oferta y demanda laboral. Por poner dos ejemplos: en Colombia se estima que faltan unos 30.000 ingenieros. Sin embargo las ingenierías pasaron de ser de las profesiones en las que más se graduaba gente a estar por debajo incluso de la psicología; por otro lado los enfermeros profesionales también escasean al punto que en muchas partes los han remplazado con auxiliares de enfermería.

Para estos dos casos puntuales hay varias explicaciones: en el caso de las ingenierías se dice que el nivel académico es lo que hace que la deserción sea mayor en estas carreras (solo el 29%[1] de los que comienzan una ingeniería la terminan). En el caso de los enfermeros profesionales se dice que la ley 100 tiene la culpa[2]. Sin embargo, quedarse en estos argumentos ignora la razón de fondo de por qué la gente no está estudiando estas carreras, simplemente la gente está estudiando otras. Como anteriormente se comentó en este medio, el número de graduados de carreras como derecho u administración se ha disparado[3]. La gente ya no quiere estudiar ingenierías o profesiones de la salud como antes. Y no es esto un exclusivamente un problema colombiano, países como Alemania o Inglaterra se están quedando sin profesionales en el área de la salud, tanto así que si usted es médico o enfermera y logra pasar los exámenes de convalidación en Alemania con mucho gusto le permitirán trabajar.

 Estoy seguro que este suceso, y todo lo anterior, puede modelarse como fallas dentro del mercado laboral. Sin embargo, creo que es válido hacer una pregunta, ¿es acaso el libre mercado, que aspira a la competencia perfecta, la manera más inteligente de entender el mercado laboral?  Haciendo el ejercicio para el caso colombiano por un lado tenemos que los salarios casi siempre son definidos de manera unilateral, y por unilateral me refiero a su empleador. Salvo contadas excepciones, como en los cárteles de médicos especialistas que deciden cuanto cobrar de acuerdo a su abolengo, en Colombia uno gana lo que el empleador le quiere ofrecer. Por otro lado, partiendo de la altísima informalidad, tenemos una oferta que en todos casos excede a la demanda. Para rematar, debido a la falta de profesionales capacitados, como en los dos casos mencionados anteriormente, quedan muchas vacantes sin ocupar.

 Es así que me atrevo a proponer que en Colombia el problema de maximización del mercado laboral queda reducido a satisfacer la demanda de cada profesión de acuerdo al vector de salarios fijos, llegando hasta el tope de las curvas de oferta en caso de que para esa ocupación se demande más que lo que se ofrece y análogamente, dada la rigidez del vector, así sea mucho el exceso de oferta, solo se contrata hasta el nivel demandado al salario definido. Lo que quiero decir en pocas palabras es que este vector es el gran problema. Ya que al no ver una mayor remuneración como motivación para ocupar las plazas indeseadas, ni una menor por estudiar una carrera con mucha competencia, las personas prefieren elegir o un ingreso más estable en profesiones como derecho o administración, o, seguir sueños propios de esta generación al estudiar ciencias sociales, humanidades, artes e incluso aviación. Todas profesiones en donde el retorno a la inversión ha ido en descenso. De esta manera la rigidez del vector salarios se refuerza. De nuevo esta situación no es extraña a otros países, fenómenos como el de los Ninis, en toda Latinoamérica, y la necesidad por mano de obra inmigrante en Europa, son en gran parte consecuencias derivadas de la rigidez salarial.

 Ahora, me queda una segunda pregunta por plantear, y quizás es la más interesante. Si el mercado laboral en realidad no es un mercado y, siendo realistas, vemos que en países menos democráticos se satisface de mejor manera la demanda laboral, China hoy día o Corea hace unos 30 años, ¿se está haciendo bien en permitirle a la gente que estudie lo que quiere? Esto podrá ser muy polémico, pero si el espíritu del libre mercado es el que debe regir, como lo piensan las corrientes enunciadas al comienzo, los colombianos debemos proveer lo que el mercado demanda y no dedicarnos a satisfacer unos sueños que traen ineficiencia. Como en mis anteriores ejemplos no estoy lanzando un argumento al azar, ya por ahí escribía Andrés Oppenheimer[4] que en Latinoamérica tenemos que estudiar algo completamente distinto a lo que estamos estudiando si queremos salir de nuestra trampa de pobreza.

 Finalmente quiero aclarar que yo estoy totalmente en contra de todo este planteamiento, mi idea era mostrar lo que ha implicado dejar a la mano invisible a cargo de todo y lo que implicaría si seguimos manteniéndonos bajo este principio. Y no estoy dando un discurso socialista o comunista, todo lo contrario, al alabar al mercado por sobre todas las cosas estaríamos siéndoles infieles al capitalismo mismo. Por qué quizás el mayor logro de este frente al socialismo en el siglo XX fue darle mayor importancia a los derechos sociales frente a los económicos. Es decir, la libertad de elegir que hacer y que pensar primó sobre el pleno empleo e igualdad de condiciones materiales para todos. En efecto los movimientos sociales que desencadenaron la caída de la cortina de hierro se originaron en mayor medida por falta de libertades que por la falta de bananos o de medias veladas. Entonces la pregunta restante es, ¿qué queremos?, ¿satisfacer las necesidades del mercado o tener la libertad de elegir qué hacemos con nuestras vidas?


[1] http://www.colombiaaprende.edu.co/html/micrositios/1752/w3-article-343426.html

[2] http://www.elespectador.com/noticias/salud/falta-de-enfermeros-profesionales-colombia-pone-riesgo-articulo-482029

[3] https://blogs.elespectador.com/el-mal-economista/2016/05/25/si-esta-pensando-estudiar-derecho-no-lo-haga/

[4] http://www.eltiempo.com/mundo/latinoamerica/entrevista-con-andres-oppenheimer-sobre-los-problemas-latinoamericanos/16635740

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