El Mal Economista

Publicado el EME

LA MALA ECONOMÍA

Por: María Paula Silva Hernández

@silvamapaula

La economía ha estado expuesta a diversas críticas tanto de otras ciencias sociales como de la propia sociedad. Quienes no estén relacionados con la economía, probablemente hayan escuchado críticas o quizá hayan pensado alguna vez que es insuficiente, abstracta o inútil; a quienes la estudiamos, o estamos algo más relacionadas con ella, nos es imposible no intimidarnos ante las profundas críticas de las que es objeto. Una muy famosa es la escasez de respuestas. Por más de los numerosos modelos, teorías y escuelas de pensamiento, quienes profesan la economía casi nunca tienen una respuesta. Si hay algún problema específico, todo depende de los supuestos, del contexto, de los antecedentes, y demás. Todo es relativo. Así que por más de que estudien modelos para establecer respuestas acertadas, es difícil encontrar algún economista que no responda que todo depende.

Y sí, no lo negaré; es una crítica que está ganada. Sin embargo, me gustaría evaluar un poco las implicaciones de dar una respuesta definitiva y absoluta, y defender la importancia de ese depende.  Pensemos por un momento qué pasaría si se propone una política pública para mejorar las condiciones económicas de un grupo determinado sin tener en cuenta sus expectativas, y estas provocan que el objetivo de la propuesta no funcione. Considérese que, por ejemplo, se quiere aumentar la productividad del país radicalmente, sin tener en cuenta que para ello se requiere un cambio en los objetivos de vida de las personas involucradas, así como una capacitación adecuada para que puedan enfrentar apropiadamente sus nuevos roles.

 

El que el Gobierno piense una cosa y la sociedad otra, puede alterar los objetivos de lo que en inicio, fue una ingenua propuesta de un economista algo arriesgado. El riesgo que tomó el economista en este caso fue no dudar, al menos por un momento, de su idea; no se tomó un tiempo para pensar qué pasaría si las expectativas de la población objetivo van en contra de las suyas, o si la sociedad está preparada para un cambio drástico en su forma de vida. El riesgo mayor es que el economista creyó que su propuesta era infalible y él, un sujeto que no erraba.

 

El anterior ejemplo pone sobre la mesa dos aspectos. El primero es que la economía trata con personas. El objeto de las políticas públicas son grupos determinados o la sociedad en conjunto; hacia ellos se enfoca el desarrollo de modelos matemáticos. Luego, es de suma importancia entender las expectativas y los antecedentes históricos de la población sobre la cual se están haciendo supuestos y proponiendo propuestas de desarrollo; de aquí que un gran porcentaje de los economistas se dedique al análisis histórico o al análisis estadístico de datos que haga posible aproximarse a los deseos de las personas. El segundo aspecto es que la economía es hecha por personas. Quienes creemos que la economía es un medio para influir en el desarrollo de las poblaciones, somos personas y estamos sujetas a tener errores al momento de proponer alguna tesis. Entonces, la economía tiene como sujeto y como objeto a personas, lo cual le da el carácter social a la misma.

 

Sin que se piense que es un medio inútil para lograr resultados acertados, es importante desconfiar un poco de sí mismos y del alcance de nuestras conjeturas para disminuir la posibilidad de fracaso, que indudablemente, supone altos costos en una sociedad.
Así que la llamada mala economía, también denominada por algunos como relativista, insuficiente o inútil, cobra importancia en el momento en que se entiende que no siempre hay una respuesta para todo y que ésta es única.

 

Siguiendo lo anterior, es manifiesta la necesidad de fortalecer espacios de debate y opinión; espacios en los cuales sean muchas las preguntas y escasas las respuestas. La economía es una herramienta que toma forma siempre y cuando se enriquezca con procesos dialécticos y argumentativos que conduzcan a opiniones y propuestas más acertadas. De esta inquietud y apremiante necesidad, surge el blog El Mal Economista, un espacio donde es posible entablar un diálogo entre estudiantes de economía y lectores curiosos por los tantos debates que propone la economía. Los invitamos, pues, a conservar su crítica a la economía o cambiarla por medio de los interesantes artículos económicos que estaremos publicando activamente, así como a participar en los debates que cada uno de estos pueda generar. ¡Bienvenidos!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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