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La inocentada de los economistas: ¡Para hablar de economía no hay que ir a Harvard!

Por: Mario Alberto Muñoz

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Los economistas nos mantienen la inocentada. Nos tratan de explicar con palabras confusas lo que a diario vivimos los colombianos. Por eso, el pasar por desprevenidos puede hacer que nos apropiemos de argumentos sin sentido común.

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Fuente: http://clavesliderazgoresponsable.blogspot.com.co/2013_04_01_archive.html

Estudiar economía es un verdadero caos. La mayoría de las personas que se dedican a esta profesión adquiere un alto grado de deformación profesional, entre las más comunes están: i) posesión de la verdad absoluta, ii) uso excesivo de la generación de escenarios irreales, iii) uso de lenguaje complejo en aras de que muy poca gente entienda de lo que se está hablando, entre muchas otras.

Lo más complejo del gran número de deformaciones, radica en pensar que para hablar de economía hay que haber estudiado cinco años como lo hicieron todos ellos, sin tener en cuenta que los fenómenos sociales, por estar atados a los comportamientos de los seres humanos, son discutibles con tan solo una buena observación. Por lo anterior, es importante mencionar que los economistas nos han venido haciendo esta inocentada desde hace muchos años. De tal suerte que para hablar de economía con propiedad, bastará con que usted determine ciertos espacios de su tiempo para observar los acontecimientos sociales, o como diría un economista ilustrado, ser una persona que se base en la etnografía. Veamos algunos ejemplos del día a día que le demuestran que no hay que ser experto para hablar de economía.

Basta con interesarse un poco en los fenómenos de precios de la vivienda para darse cuenta que quienes deciden comprar una primera casa en Bogotá, están pagando más de lo que vale vivir en esta ciudad. De ahí que veamos cada vez más avisos de “SE ARRIENDA” o “SE VENDE” que se mantienen meses sin ser retirados debido a los altos precios. Pueden ser muchos los factores generadores de estas consecuencias, al final del día, no habrá que ir a Harvard para concluir que no es el momento para comprar vivienda en Bogotá.

La inversión en educación tiene impactos diversos sobre el desarrollo económico, de ahí que muchos economistas se hayan rasgado las vestiduras con la implementación y los primeros resultados del programa “Ser pilo paga”. Una de las discusiones más álgidas se encuentra cuando se cuestiona la potencialidad de dirigir el apoyo financiero de manera directa sobre los futuros estudiantes y no dirigir estos recursos a las instituciones universitarias públicas para que estas amplíen su cobertura. No habrá que ir a Harvard para hablar con propiedad de la ineficiencia operativa de las universidades públicas y su falta de redes para enganchar sus profesionales.

La fijación del salario mínimo, en teoría, debe darse a través de la conciliación entre los trabajadores y los empresarios, ambos con intereses contrarios. Los primeros quieren obtener un salario que les alcance para comprar todo lo necesario para vivir dignamente y los segundos van en busca de la mayor rentabilidad sobre su capital (mayores ganancias a menores costos). El gobierno por su parte está interesado en que estos dos generen la menor cantidad de noticias para así tener el menor impacto reputacional. No habrá que ir a Harvard para concluir que esto es “pelea de tigre con burro amarrado” dado que, si no logran un acuerdo, el gobierno siempre tiende hacia el incremento propuesto por los empresarios, al final del día no van a gobernar en su contra.

Que hoy estemos pagando más pesos por cada dólar estadounidense trae muchos efectos sobre la economía. Estos impactos los hemos sentido cuando pensamos en salir de vacaciones, cuando hacemos nuestras compras electrónicas en el exterior, cuando compramos un carro. Por el contrario, lo que no hemos sentido es el beneficio del aumento de las exportaciones, el aumento de los salarios en las empresas que se dedican a exportación, y la valorización de las reservas en divisas del Banco de la Republica. De tal forma que: no habrá que ir a Harvard para asegurar que los efectos de una depreciación del peso colombiano frente al dólar estadounidense, tiene fuertes impactos negativos sobre el común de la población, mientras sus impactos positivos son solo para un grupo muy exclusivo de esta.

Entonces, podría seguir escribiendo sobre cientos de temas en los cuales los economistas nos han hecho la inocentada: ellos nos explican los temas más sencillos de la forma más enredada posible, logrando confundirnos hasta el punto de hacernos pensar que para ser Ministro de Hacienda hay que ir a Harvard, para así entender cómo un país desarrollado (enfermo con gripa) se cura con determinados modelos económicos. Después estos estudiosos regresan a Colombia (país indesarrollable – enfermo terminal) y ponen en marcha los modelos económicos aprendidos (medicina para curar la gripa) logrando que los resultados sean poco satisfactorios (los enfermos terminales necesitan algo más que acetaminofén).

Mis queridos lectores, la invitación es a estar un poco más pendientes de lo que pasa a su alrededor, por favor “no se deje meter gato por liebre”. Definitivamente para entender y hablar de economía solo basta con ser un buen observador y razonar sobre los incentivos que mueven a un individuo a un colectivo de estos, por lo tanto, aprenda a escuchar y construya sus propios argumentos. Es la única forma en que usted podrá aportar con verdadero criterio a los fenómenos sociales relacionados con la economía y así no dejarse pasar por inocente.

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