El Mal Economista

Publicado el javierardila

La envidia, ¿el eterno incentivo de los colombianos?


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Por: Javier Ardila

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Los que tengan el problema de tener amigos economistas saben que nosotros siempre estamos buscando los incentivos detrás de las decisiones que toman las personas. Es por esto que en mi diario vivir de economista me dediqué a buscar qué mueve a los colombianos más que cualquier otra cosa; cual es esa fuerza que más nos motiva. En primer lugar pensé en el dinero, pues a “él” se le pueden echar males desde el narcotráfico, pasando por la prostitución y llegando a cosas tan mundanas para nosotros cómo la corrupción. Pero ya lo dicen las abuelas, el dinero no lo es todo en la vida, y si bien en Colombia, y en el mundo, el dinero mueve montañas, en nuestro país encontré que hay una fuerza aún mucho más poderosa que el dinero. Una fuerza que mueve a nuestro país, más que la selección Colombia y que en mi humilde opinión, es una de las principales culpables de tenernos como estamos.

Dentro del mundo mágico de mi cabeza me di a la tarea del físico Cesar Lattes; quien descubrió que el átomo se puede descomponer en partículas subatómicas más pequeñas; buscando encontrar que hay detrás del afán de tener dinero de los colombianos. Fue estando en esas que se me ocurrió que en el caso de nuestro país lo que nos mueve más que nada es la envidia. Esta es la que nos lleva a buscar el dinero delante de todo, porque no es que la gente se dedique a ganar más para tener mejores vidas, la mayoría de los colombianos quiere ganar más para no quedarse atrás de lo que tiene el otro. Esta es la razón por la cual los colombianos se matan trabajando para comprar cosas que pueden presumir a los demás, como autos de lujo, ropa de marca, e incluso es la misma razón por la que mucha gente se enorgullece de estudiar en la más prestigiosas universidades. El mensaje parece ser muchas veces un “puedo pagarlo” a un “está en una buena universidad”.

Claro, esto no es más sino una teoría personal, sin embargo econtré bastante evidencia al respecto. Por ejemplo, algún día ví uno de esos chistes que abundan en twitter y decía algo como:

“yo en mi vida nunca he necesitado las matemáticas del colegio.

Sí, por favor véndame ese iphone 6 a 32 cuotas”

Y es que esto es Colombia, un país donde la gente no solo roba, mata o atraca, por la envidia, sino que paga dos o tres veces más el precio de un bien a un banco con tal de no quedarse atrás de los demás en comprar lo último. Tenemos barrios en donde el defectuoso alcantarillado año tras año inunda las casas pero la competencia no es a quien solucione este problema, sino ver quién tiene el equipo de sonido que más retumba. Y lejos del ámbito material también se puede ver, mientras los niños en el país se mueren de hambre, las altas cortes del país debaten problemas del primer mundo como la adopción por parejas del mismo sexo o marcos para la paz donde no va a haber ni una décima parte de la plata para costearlo.

Contrario a lo que esperaba en el mundo del deporte ya hubo otros que se dieron cuenta de esto.  Como dijo Cochise en su momento:

“en Colombia se muere más gente de envidia que de cáncer”.

Tampoco es este un mal del pasado, sino que sigue más vigente que nunca. Leí hace poco que se quiere destituir a un parlamentario  por usar sus tiquetes oficiales para ir al carnaval de Barranquilla, me pregunto yo, so pena de no saber por no haber estado allí, era este senador el único miembro del gobierno que fue al carnaval de Barranquilla con sus tiquetes oficiales?, tengo entendido que al menos un ministro lo pasó de maravilla durante estas fiestas y aunque se sabe que todos son muy honrados me cuesta creer que a ningún otro le haya pasado el mismo desliz. Lo cierto es que esta amenaza no es más que otro ejemplo donde la gente se agarra cosas cuando en realidad el trasfondo es otro, muy seguramente la envidia de alguien y por algo.

En fin, claramente la envidia no es única de Colombia, pero sí; los colombianos tenemos envidia de sobra, tanta que podríamos exportarla y nos haríamos un bien como nación. Pero ya que esto está como difícil los invito a que al menos a nivel personal, dejemos de vivir por lo que hagan otros y empecemos a vivir por nosotros.

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