El Mal Economista

Publicado el danielzappaj

LA ENFERMEDAD MÁS GRAVE

Por: Daniel Zappa Jaimes

En vista de haber terminado un año más y dejándonos llevar por esa dinámica de inventario, cuentas, resumen y miradas hacia atrás que abundan en esta época en particular, resultaría pertinente realizar un simple diagnóstico de lo que nos dejó el 2014 en materia económica.  Materia que a su vez nos “sirve” para dar un más que simple panorama de la realidad social en Colombia. Sumamente alentadora se torna la situación cuando nos enteramos que según pronósticos de la famosa revista The Economist  (Que entre otras cosas coincide con el estimado del Gobierno Nacional) el crecimiento de la economía colombiana para 2014 osciló entre el 4,7% y 5%, cifra que nos pone sólo por detrás de China, India, Pakistán y Malasia si entramos en comparación con el resto del mundo, ya que en la región somos claramente el que más “creció». A esto hay que sumarle la responsabilidad por parte del banco central en cuanto a política monetaria se refiere, con una inflación estimada del 3,0% cumpliendo justo con la meta estipulada de entre 3% y 4%. Inflación baja y controlada  junto con crecimiento económico sostenido en los más altos niveles de la región, son las principales noticias alentadoras que nos dejó el 2014. Y así es como la mayoría de colombianos tenemos que pintarnos una sonrisa en la cara, creyendo que la materia económica, ese 5% y 3% de crecimiento e inflación respectivamente, calcan la realidad social de un país que se quiebra por dentro. Si, allá donde no llegan ni los $28.350 de aumento de un salario mínimo que justifica cada centavo en términos de IPC, inflación, generación de empleo formal  y competitividad en Colombia. Ese que no es más que una lucha tripartita entre empresas, trabajadores y claro está, la siempre presente arbitrariedad del gobierno colombiano. Allá mismo, donde ni el crecimiento del sector de infraestructura, ni el minero energético, ni mucho menos el sector financiero se ven siquiera presentes. Donde más se padecen las consecuencias del problema más grande de todos. El problema que todos sabemos, padecemos y a duras penas denunciamos en algunos casos. La enfermedad que existe en todo el mundo pero que con vergüenza se maximiza unas cuantas veces en Colombia, hasta tal punto de representar el 1,6% del PIB (Cifra nada insignificante) algo así como unos 9.2 billones de pesos anuales. Y por si aún no lo han adivinado, no puede ser otro problema diferente a la corrupción.

La corrupción, que por definición representa el mayor obstáculo para el desarrollo social y económico de un país, se exacerba en Colombia de tal manera que inmediatamente pone en segundo plano los indicadores esperanzadores de esa materia económica que cada vez difiere más de la realidad social. Seguramente la mayoría de colombianos somos conscientes de que la corrupción es el principal problema a combatir y que a partir de la reducción de esta, se pueda transmitir de una buena vez el panorama económico a la realidad social, como sugieren los canales de transmisión de la política económica. Lo que pocos se han detenido a pensar y mucho menos a denunciar, son los costos económicos reales de la corrupción en Colombia.

Como anteriormente mencionaba y según la Procuraduría General de la Nación, en corrupción se desvían anualmente alrededor de 9.2 Billones de pesos, algo así como 25 mil millones de pesos al día y para entenderlo en otra dimensión, 1.6% del PIB. Sólo para poner en comparación, el Gobierno Nacional recauda un monto cercano al 1,7% del PIB en seguridad social. En otras palabras, el monto que se recauda en seguridad social como porcentaje del PIB es similar al monto denunciado por la Procuraduría General de la Nación como corrupción o “desvío de recursos”.

Como si esto fuera poco, la misma procuraduría revela que para el intervalo comprendido entre 2009 y 2012 la corrupción alcanzó niveles escalofriantes: 828 alcaldes implicados en casos de desviación de recursos;  49 gobernadores (Entiéndase que Colombia tiene 32 departamentos) y 622 concejales involucrados en casos de corrupción. Pero la historia no termina aún. La competitividad, indicador que tanto utilizamos los economistas para comparar la situación de los diferentes países también se ve afectada por la corrupción, como lo muestra la siguiente gráfica presentada en el Foro Económico Mundial del 2012:

Corrupcion

Donde se evidencia que a mayor control de corrupción, mayor nivel de competitividad. Colombia está muy lejos de Malasia, con quien nos comparábamos apenas hace un rato en cuanto a crecimiento económico. En resumen, la corrupción nos quita competitividad. Además de esto, se perpetúan los ya conocidísimos niveles de pobreza en Colombia y para seguir abordando netamente el panorama económico, se promueve ineficiencia e inestabilidad (Dos grandes preocupaciones de los economistas). En otras palabras, la divergencia entre los optimistas índices de crecimiento económico y la aterradora realidad social recae en la corrupción, que imposibilita de todas las maneras una asignación eficiente de los recursos y que por esta razón constituye el gran problema que  nos atasca como sociedad.

…”El arte de engañar al prójimo, que los estafadores practican cazando incautos por las calles, llega a lo sublime cuando algunos políticos de éxito ejercitan su talento. En los suburbios del mundo, los jefes de estado venden los saldos y retazos de sus países, a precio de liquidación por fin de temporada, como en los suburbios de las ciudades los delincuentes venden, a precio vil, el botín de sus asaltos. Los pistoleros que se  alquilan para matar realizan, en plan minorista, la misma tarea que cumplen, en gran escala, los generales condecorados por crímenes que se elevan a la categoría de glorias militares. Los asaltantes, al acecho en las esquinas, pegan zarpazos que son la versión artesanal de los golpes de fortuna asestados por los grandes especuladores que desvalijan multitudes por computadora. Los violadores que más ferozmente violan la naturaleza y los derechos humanos, jamás van presos. Ellos tienen las llaves de las cárceles”….                                                               

Eduardo Galeano. Patas arriba. La escuela del mundo al revés. 1998

Bien lo anunciaba Galeano hace 17 años y bien se aplica en Colombia hoy, donde la denominada desviación de recursos o corrupción no es más que una versión de robo sofisticada, que al fin y al cabo constituye un robo al más puro estilo ladrón de esquina. Habrá que considerar que la inseguridad de la que tanto nos quejamos día a día en las calles empieza allá arriba, donde las versiones de atracos, violaciones y robos ocurren en su máxima expresión, imposibilitándonos de alcanzar cualquier tipo de desarrollo.

@danielzappaj

@Maleconomista

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