El Mal Economista

Publicado el El Mal Economista (EME)

La economía “Santa” en Colombia

Por: Jose Fernando Duarte Alvarado

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Al momento de decidir si gravar o no a las iglesias en Colombia, hay un factor importante sobre el cual no se ha discutido lo suficiente. La labor social que ejercen podría ser más valiosa que los impuestos que se recaudarían, pero si las iglesias quieren ser tratadas como organizaciones sin ánimo de lucro, deben actuar como tal.

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Fuente: http://www.dezpierta.es/?tag=iglesia

“Si no existe Dios, todo esta permitido” es una frase que se le atribuye comúnmente al maestro escritor ruso Fiodor Dostoievski. Esta afirmación ha sido puesta en duda por pensadores a lo largo de la historia, como el filósofo estonio Slavoj Zizek, quien argumenta lo opuesto: es cuando Dios existe que todo está permitido. Y es que en el nombre de Dios se han cometido mil atrocidades. Nuestro país claramente no es la excepción.

El pasado 12 de febrero de este año, la cadena RCN la Radio presentó un informe en el cual  muestra que las más de 7 mil entidades religiosas registradas que existen en el país, mueven 4 billones de pesos al año y poseen un patrimonio cercano a los 10 billones.

http://www.rcnradio.com/noticias/unas-7-mil-entidades-religiosas-en-colombia-poseen-patrimonio-de-97-billones-y-mueven

Es posible que usted se diga algo así como: ¿Y Esa gente no paga impuestos?… Nosotros con este hueco fiscal que nos tiene contra la espada y la pared. Es el colmo, esto en países desarrollados no sucede…

No vengo a poner en duda que de estas exenciones tributarias se están haciendo usos indebidos. Eso es bien sabido por todos nosotros. Yo también he visto los carros último modelo salir de los garajes de las iglesias, y de las iglesias de garaje también. Veo con indignación a la señora Piraquive y sus muchos homólogos saliéndose con la suya. Es claro que existe un problema. Pero, ¿es realmente la solución empezar a cobrar impuestos a diestra y siniestra?

El hueco fiscal es grave y necesitamos encontrar maneras de sellarlo. Pero tampoco se pueden cobrar impuestos sin primero haber evaluado bien la relación costo-beneficio de éstos. El mejor ejemplo son los recientemente eliminados parafiscales, un impuesto que se le cobraba a las compañías por contratar a sus empleados y que se destinaba a las cajas de compensación, al ICBF y al SENA. Le quitábamos dinero a las compañías y lo destinábamos a entidades que favorecen mucho a los colombianos de a pie. Todo eso suena muy bien. ¿Por qué los eliminaron? Lamentablemente, y a pesar de las buenas intenciones, el costo fue superior al beneficio. Los parafiscales fueron un enorme incentivo para que las compañías contrataran menos empleados, además de haber sido un estímulo enorme a la informalidad y el desempleo, demostrando así ser una política más perjudicial que beneficiosa. Del mismo modo podríamos estar cometiendo un error hoy, si no consideramos todas las implicaciones.

En primer lugar, afirmar que las iglesias no pagan impuestos en Colombia es erróneo. En palabras sencillas, no pagan impuesto a la renta, es decir que si sus ingresos superan un cierto monto no se les grava (lo que sí ocurre para personas naturales y empresa). En cambio, cuando una entidad religiosa incurre en actividades que le generen rentas (venta de bienes y servicios, por ejemplo)  está obligada a pagar impuestos pertinentes por ellas. Del mismo modo, a los miembros de dichas organizaciones que reciben un salario también se les hace la respectiva retención en la fuente.

En segundo lugar, el punto de éste articulo es que se debe tener en cuenta la labor social que realizan las iglesias en el país. Muchas de ellas proveen servicios básicos como salud, educación y alimentación para comunidades vulnerables a las cuales muchas veces el Estado no alcanza a cubrir. El Banco de Alimentos de Cali por ejemplo, replicado por todo el país, le da alimentación diariamente a más de 30 mil personas solo en esa ciudad y fue una iniciativa de la iglesia católica. En los lugares en donde la presencia estatal escasea, le es más fácil a las comunidades religiosas ofrecer dichos servicios que en principio el Estado debería proveer. Por decir un ejemplo, en Bucarasia, Norte de Santander, la primera estación de policía fue inaugurada en febrero de este año, pero la parroquia del pueblo tiene 106 años de antigüedad.

Gravar a las iglesias indiscriminadamente significaría reducir los recursos destinados a proveer tales servicios, por lo cual miles de colombianos podrían verse perjudicados. Y es difícil creer que el Estado podría utilizar los recursos recaudados para proveerlos dado que, como dijimos, en muchas zonas del país escasea su presencia y mientras más grande sea el aparato burocrático, más propenso será al despilfarro y a la corrupción.

Un articulo publicado hace algún tiempo en la versión impresa de The Economist muestra, en el caso de Estados Unidos, lo beneficiosa que puede ser una comunidad religiosa para un país. En dicha nación, el 11% de los hospitales pertenecen a la iglesia católica, 25 de los cuales se encuentran en el top-100. La revista estima que la iglesia invierte en ese país 160 mil millones de dólares proveyendo servicios sociales.

http://www.economist.com/node/21560536

Además, una iglesia es, al menos en principio, una organización sin ánimo de lucro. No tiene sentido gravar a una entidad en donde ninguno de sus integrantes se está enriqueciendo. El problema, claro, es que en Colombia no se está respetando éste principio y personajes sin escrúpulos se están enriqueciendo en el nombre de un credo y a costa de la inocencia y buena fe de sus seguidores.

No se puede decir cuál religión es válida o no, ni podemos decirle a las personas que dejen de pagar diezmos. Lo que sí se puede decir es en cuáles entidades religiosas los miembros se están enriqueciendo con sus actividades y cuáles realmente no tienen ánimo de lucro. Yo propongo que se intensifiquen los controles al manejo que hacen las entidades religiosas de sus recursos, de tal modo que si sus ingresos no se destinan a actividades beneficiosas para la comunidad, se les grave con todo el peso del fisco (sin decir que es inválido su credo). Pero que si las cuentas muestran que los excedentes se destinan a caridad, educación, salud, etcétera, continúen las exenciones de impuestos, ya que de otro modo las personas beneficiadas se verían afectadas.

Ahora, si vamos a hablar del hueco fiscal, yo creo que hay formas más eficientes para menguarlo, por ejemplo, dejando de hacerle concesiones tributarias ridículas a la industria minera, que mueven no 4 sino más de 100 billones de pesos (sobre eso profundizaré en mi próximo artículo). Como siempre, no se puede reducir un problema a un solo aspecto. Lo importante es tener en cuenta en la medida de lo posible todas las dimensiones de un problema, de tal modo que se encuentre la mejor solución posible al mismo.

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