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Publicado el El Mal Economista (EME)

La economía del bolsillo navideño

Por: Oscar Andrés Martínez

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Estamos en época de vacaciones y en medio de los corre-corre propios de esta temporada navideña. Algunos tuvieron la posibilidad de recibir la famosa prima de fin de año, otros no, gracias a los contratos de prestación de servicios. Apretar el cinturón y rendir la plata de la prima o usar las tarjetas de crédito son las opciones más tradicionales. En El Mal Economista le rendimos un pequeño tributo a un amigo inseparable: el bolsillo, a través de la economía del bolsillo navideño.

El bolsillo, ese amigo incondicional y sincero que nos habla al oído en esta época, el que nos recuerda que no hay plata, pero que a medida que pasa este mes y la premura de la llegada del 24 se convierte en un indicador de la forma en que nos comportamos con el dinero sin importar el estrato socioeconómico.

Según Fenalco[1], los colombianos en 2017 tenían un presupuesto de $600.000 para las compras de Navidad, pero con la nueva reforma tributaria o ley de financiamiento[2], ese presupuesto va a estar en descenso. En esta época del año el bolsillo sufre bastante y bajo la ley de oferta y demanda los consumidores deben adaptarse y buscar alternativas, como comprar a cuotas los regalos de Navidad.

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La gran mayoría de personas buscan el regalo para sus seres queridos, algunos compran juguetes, tecnología, ropa o alistan el viaje dentro o fuera del país; otros buscan hacer el mercado y dejar todo listo para la cena navideña, sea cual sea el menú, y lo más importante: comprar la pinta para el 24 o el 31.

El bolsillo recibe y estira la plata lo más que puede para comprar la pinta navideña, que dependiendo del sitio de compra puede estar entre los 200 y 500 mil pesos, siendo optimistas. Quienes van a centros comerciales buscan promociones de almacenes reconocidos para que el bolsillo aguante. Si usted visita esos almacenes después del 6 de enero, encontrará que dichas promociones no eran más que precios con un letrero de promoción o de descuentos, porque en realidad los precios siempre fueron los mismos: el bolsillo fue engañado por una campaña publicitaria.

Otros se dirigen a sitios emblemáticos de la ciudad, como por ejemplo San Victorino en Bogotá, donde con lo que se paga por un pantalón de 200 mil en un centro comercial, se puede comprar camisa, pantalón, medias y hasta zapatos para tener el ajuar completo. Y no hay que olvidar que en cualquier esquina venden el papel regalo de 4 pliegos por mil para empacar el regalo o el juguete en promoción, ese que venden en el almacén de cadena pero que en la calle se consigue con el mismo nombre en una tipografía diferente.

Nuestro amigo el bolsillo, que recibe la prima de $390.621 si se gana el maravilloso salario mínimo, hace que todo sea posible para que se alcance el sueño anhelado: tener todas las compras listas; para quienes no reciben prima, el bolsillo recibe ese salvavidas que es el cupo de la tarjeta de crédito, el cual quedó libre después de pagar las cuentas de la universidad o el colegio de los niños, siendo su carta de salvación en esta época.

En ese tire y afloje, el bolsillo va amoldándose a los gustos de su dueño. Muchos lo aprietan, lo revisan, otros hasta lo maldicen, pero al final del día o la noche, en muchos casos, cuando el objetivo se logra, se bendice al bolsillo porque la plata sí alcanzó, así la noticia del fin de año con respecto al aumento del salario mínimo sea eso, el mínimo. El Mal Economista les desea feliz año.

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[1] http://www.fenalco.com.co/bienvenidos/en-colombia-presupuesto-para-regalos-de-navidad-ser%C3%A1-de-m%C3%A1s-de-600000-pesos

[2] https://www.portafolio.co/economia/lo-que-se-aprobo-en-la-ley-de-financiamiento-524616

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