Por: Harry Ramos
En el mes de abril, “Jota” como lo llaman con cariño mis profesores de economía, y no me refiero al famoso presentador de un programa mañanero aunque reconozco que se parece un poco, sino al otro “Jota” el director del Banco de la República dio la fatídica noticia. Habían matado a Gaitán de nuevo. El mítico billete que escondía a Fidel Castro y nos recordaba el prócer que mataron en donde hoy está un McDonalds, salía de circulación. El billete de 1000 sería reemplazado, alegando su poca durabilidad comparada a la que poseen las monedas. La decisión era definitiva, las monedas de la tortuga reemplazarían al caudillo liberal.
La noticia luego fue olvidada por la sociedad colombiana, si es que en algún momento fue de interés nacional. Sin duda alguna, la triste nueva fue opacada por la noticia de alguno de los logros de algún deportista, o alguna fiesta de un preso corrupto en la cárcel o el último vestido de Sofía Vergara. En su momento nadie sintió el peso de la perdida del billete de 1000. Pero luego de un par de meses ese peso empezó a tomar fuerza no en la conciencia de los colombianos, pero si en sus bolsillos. Luego de la desaparición de los billetes de 1000, las monedas empezaron a invadir las carteras y las “monederas” volvieron a estar de nuevo de moda. No obstante no todo fue negativo, un gremio de la sociedad fue muy feliz con el desarrollo de la noticia. El gremio de las alcancías volvió a ser famoso luego de años. Los marranos de todos los materiales empezaron a llenarse con relucientes monedas de 1000 pesos.
“Jota” seguramente no era consciente de cómo el ahorro de cada individuo afectaría el stock(cantidad disponible) de monedas. Seguramente no creía que dejar de producir billetes llevaría al aumento en los hábitos de ahorro de la población. Pero la escasez de monedas se convirtió en un hecho. 5 meses después de expuesta la noticia, el Banco de la República tuvo que importar monedas desde Eslovaquia. Miles de monedas cruzaron el mar para llegar al país de Macondo, para ser convertidas en alimento para alcancías. No obstante en Colombia somos tan nacionalistas que tomamos estrategias para no tener que importar monedas. Pensando en las finanzas nacionales algunos colombianos muy patriotas decidieron hacer sus propias monedas. 6 Meses después de la desaparición del billete de 1000, las autoridades encontraron en Bogotá cerca de 3000 millones de pesos en solo monedas falsas.
Por todos los motivos mencionados: El peso de los bolsillos llenos de monedas, muchas veces de las diminutas monedas de 50 que son mágicas porque viven desapareciéndose. Por la innecesidad de gastar el dinero público en la importación de monedas. Por el aumento en de la falsificación de las monedas (motivo que en su época llevo al retiro de la moneda de 1000). Hoy a través de este medio expreso mi anhelo porque vuelva el billete de 1000. Sería muy pretencioso creer que “Jota” leerá esta entrada mas no cuesta soñar. Por lo tanto:
Señor José Darío Uribe a través de este medio le pido que retornemos al billete de 1000. Las monedas de esas denominación no están circulando. Por otra parte, es muy incomodo el tener que andar con decenas de monedas en los bolsillos sumada a la preocupación de no saber si son falsas. Los billetes duran poco pero eso son los costos del uso del papel moneda que entre todos debemos internalizar. Además me gustaba la imagen de Jorge Eliecer Gaitán, tenía la esperanza de que más jóvenes se acordarán de algunas de las palabras de ese hombre al verlo en sus billeteras. Se que mis argumentos son bastante ligeros a lado de los que seguramente lo motivaron a descontinuar el billete de 1000. Sin embargo, tenía que decírselos.
Con todo gusto,
@Harrye29