Por: Rodrigo Torres
Ser hincha fiel (en las buenas y en las malas) de un equipo de fútbol es algo para amantes del riesgo o masoquistas, especialmente si se trata de equipos colombianos. El fútbol y la economía con frecuencia se trastocan provocando efectos nada deseables. Lo afirma un hincha del Milan que cada fin de semana vive momentos de rabia cuando ve perder a su equipo contra los más pequeños de Italia por culpa del flojo “proyecto” de inversiones de Berlusconi escudado en la actual situación económica de Italia.
Así que, en efecto, mis fines de semana se tiñen de rojo y negro. No solo por el Milan, pues además soy seguidor del doblemente glorioso Cúcuta Deportivo (Imaginen el nivel de amor que le tienen los hinchas a un equipo tan modesto para darle semejante calificativo tan pomposo.) Como se podrán imaginar, mi costo de oportunidad de madrugar los fines de semana a ver un partido de fútbol es bastante alto, pero por favor no me tilden de irracional apresuradamente.
¿Pero un economista ve 22 tipos corriendo detrás de un balón?
Sí y no. Vemos 22 tipos corriendo detrás de la pecosa, la esférica, la caprichosa o como quieran llamarle, pero entre ellos puede haber un activo subutilizado (Falcao), bienes con precios de mercado muy superiores a su valor fundamental (abundan los casos… juzguen ustedes) producto de la especulación de los equipos en manos de jeques, vemos empresas generando un ROE gigantesco (Deportes Tolima), abundan los ejemplos de salarios de eficiencia (o si no que lo digan Messi y Ronaldo), vemos equipos más apalancados que otros, vemos equipos desarmados por haber tenido que recurrir a la venta de activos o expulsos exportadores para reequilibrar su economía, vemos incentivos mal alineados entre un principal y varios agentes como es el caso del Barcelona, aunque me queda la duda si el principal es realmente Luis Enrique o Messi, vemos algún jugador en nuestro equipo que cada vez que toca el balón nos genera más nervios que Maduro al dueño de cualquier empresa grande en Venezuela (o capitalista desalmado pro-yankee) o vemos estrategias de equipos que por su nivel de improvisación parecen formuladas por el alcalde de alguna ciudad principal colombiana.
¿Cuál es la elasticidad de la demanda de un hincha de verdad por partidos de su equipo?
Tiende a cero. Así es, la demanda de un economista, y en general de cualquier hincha de verdad, es prácticamente inelástica. Es decir que por más que cada vez me resulte relativamente más costoso dedicarles tiempo a mis equipos, lo seguiré haciendo aún con los riesgos que esto implica, pues en este caso los bienes sustitutos no existen (o al menos no para los hinchas de verdad). Por más que a James le vaya de maravilla en el Real Madrid o algún equipo colombiano se destaque en copas internacionales, mi demanda por partidos y blogs de hinchas de mis equipos se mantiene intacta. Seguramente lo mismo dirán los cardenales, los que son del verde y son felices y los “mártires” de “la mechita”.
Lo preocupante del asunto es que esta demanda inelástica suele ser aprovechada por los dueños o dirigentes de muchos equipos, que pese a no ser economistas, terminan sacando mucho provecho de este hecho, en ocasiones, “sin querer queriendo”. Los muy criticados directivos del Cúcuta podrían servir de ejemplo, pero he decidido darles una tregua ya que las buenas inversiones recientes nos dieron el ascenso hace un par de días.
¿Si en algunos casos implica mucho sufrimiento, por qué un economista no renuncia a su equipo?
Básicamente porque el valor esperado de nuestra utilidad futura es mayor a la desutilidad que nos genera el hecho de que actualmente nuestro equipo esté en segunda división o que se haya convertido en un equipo de media tabla.
Efectivamente, los economistas nos aferramos a creer que el rendimiento de los equipos también está sujeto a “ciclos económicos” y que tarde o temprano volverán a repuntar o se convertirán en el milagro económico de la región. En la mente aparentemente racional de un economista caben ideas como la de que en unos años el Milan volverá a ganar la Champions, que el Cúcuta resurgirá de la nada y llegará lejos en la Libertadores o que el América volverá a primera división. Así es, a veces pasamos por obstinados al creer ciegamente que el PIB se encuentra por debajo de su nivel potencial y que esto se corregirá en poco tiempo.
¿Y a fin de cuentas qué? ¿Para qué tanto sufrimiento?
Como diría el creador de un memorable anuncio publicitario: el nivel de desempleo es más importante que el fútbol, la inflación es más importante que el fútbol, la línea de pobreza es más importante que el fútbol , el coeficiente de Gini es más importante que el fútbol, el índice de mortalidad infantil es más importante que el fútbol, la expectativa de vida es más importante que el fútbol …“Casi todo en la vida es más importante que el fútbol, pero la vida no sería lo mismo sin fútbol”.
Por último, si en medio de los conceptos económicos se les olvidaron los sentimientos que puede llegar a mover el fútbol, los invito a que disfruten este conmovedor video protagonizado por (¿por qué no?) un futuro economista: https://www.youtube.com/watch?v=VuoO4Uibrpc
Rodrigo Torres
@RodrigoJTorres
@MalEconomista
PD: No se desconecte de nuestro especial, mañana: ¿Cómo tiene sexo un economista? Por Diego García.