Por: Diego García
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En tiempos recientes, los economistas hemos hecho esfuerzos insaciables por entender cada vez más el comportamiento humano. Mediante muchas herramientas, intentamos descifrar las mejores decisiones que las personas pueden tomar para mejorar su bienestar. Por esta razón, una rama que se ha estado desarrollando recientemente es la de la economía de la felicidad. Son muchos factores los que afectan nuestra satisfacción: La edad en la que nos encontramos, el nivel de ingreso que tenemos, la vida laboral que llevamos y en especial, el nivel de actividad sexual que tengamos.
Un(a) economista de una universidad medianamente decorosa entenderá que la decisión de juntarse sexualmente con otra persona se reduce a un simple análisis de costo-beneficio: Sumar las ganancias y restar los costos tanto presentes como futuros de esta transacción.
Los seres humanos tenemos razones para encontrarnos y copular. Unos dirían que el sexo fortalece los lazos interpersonales con otras personas, otras dirán que es la mejor manera de subsanar heridas y otros mucho más normales dirán que sencillamente les gusta. Desde el punto de vista económico, acostarse con alguien es una decisión que genera mayor utilidad que otras actividades posibles: ¿Sexo o estudiar economía? ¿Sexo o trabajar? De acuerdo con un estudio realizado por Blanchflower y Oswald (2004), el sexo al menos una vez a la semana genera mayor felicidad que un puesto laboral de cincuenta mil dólares anuales. Este resultado habla muy bien de la naturaleza animal que hay en la raza humana. Por ende, siguiendo su lógica estricta, el Homo Economicus prefiere tener sexo que trabajar, pues maximiza su utilidad.
Otra pregunta que sale a flote es qué tipo de sexo tendría dicho(a) economista. Esta incógnita se resuelve dependiendo de las condiciones y aspiraciones de ese individuo. Por ejemplo, para una pareja heterosexual, casada y estable, es muy probable que practiquen sexo genital, pues su entorno les permite atender mejor el nacimiento de un bebé. Por el contrario, una pareja joven que solo tiene ganas de disfrutar al máximo el pacer hedonista no se arriesgará de la misma forma a la introducción del pene en la vagina ante el peligro de engendrar un hijo no deseado o la contracción de una enfermedad venérea. De hecho, Tim Harford en su libro “La Lógica Oculta de la Vida” afirma la existencia de un síndrome de mamadas (Blowjob Syndrome) entre jóvenes de 13 y 24 años, debido a las contingencias expuestas anteriormente. En consecuencia, analizando desde el punto de vista del Homo Economicus, éste tendrá la cautela necesaria para acostarse a la cama con otro de su tipo, teniendo en cuenta lo que realmente quiere con ese evento.
La última incógnita para resolver sobre el sexo es con quién se practica. Puede que el sexo en teoría genere mucha felicidad, pero dependiendo a la pareja, la satisfacción será diferente. Si a una persona “A” no le satisface su pareja de turno “B”, para un economista le es fácil predecir que “A” estará en búsqueda de al menos otro “C” que la satisfaga totalmente, pues los costos de seguir teniendo relaciones con “B” son más altos que los beneficios. Y ¿qué tal tener relaciones con una prostituta? Una persona, dependiendo a su apetito sexual y a su desesperación, podría contratarla (1), esperar a conseguir a la persona indicada (2) o no romper su vínculo marital con su pareja (3). De nuevo se presenta el análisis costo-beneficio, pues si nuestro personaje quiere tener sexo inmediatamente y no le importa la persona que sea, una de las trabajadoras de la noche será la solución. Si por el contrario la relación con su pareja o los mismos valores morales pesan más que una noche con una de estas mujeres, nuestro individuo preferirá no contratar los servicios de estas damas.
Para concluir, la decisión de tener o no tener relaciones sexuales es una decisión de costo-beneficio, ya sea para saber si se practica, cómo y con quién. Dependiendo a las condiciones, el economista tomará su mejor decisión para saber cómo copula.
Bibliografía
Blanchflower, D., & Oswald, A. (2004). Money, Sex and Happiness: An Empirical Study.
Harford, T. (2009). La Lógica Oculta de la Vida. Random House.
Ya saben mañana por la misma página, en el mismo Blog y a la misma hora, “¿Cómo hace vueltas un economista?” por Andrés Martínez