El Mal Economista

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¡Ese tal proceso de paz NO SIRVE!

Por: @djgarcia429

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Colombianos, hoy estamos de luto. Esta vez no es por los once soldados muertos en Cauca, ni mucho menos por los mismos guerrilleros que también son colombianos. Esta vez es porque las esperanzas en los diálogos en La Habana se están acabando.

Fuente: The Economist.

El descontento y la rabia de los colombianos quedaron expresados el domingo pasado en la carrera por los militares caídos, cuando el presidente Santos fue abucheado por la gran multitud presente en este evento. Sin embargo, aún no entiendo cuál es la indignación. Se supone que nada está acordado hasta que todo esté acordado. Por lo tanto, hasta que las negociaciones no terminen, la guerra continúa. Muchos dicen que el grupo insurgente prometió un cese al fuego unilateral ante la comunidad internacional. Pues déjame decirte: eso no significa nada. A un grupo armado como las FARC, que desde hace cincuenta años se ha encargado de hacerle la vida miserable a este país y nunca ha mostrado un verdadero compromiso por el bienestar de la nación, no le interesa por ahora la paz.  En este momento, me pregunto: “¿Qué pasaba por la cabeza del Presidente Santos cuando decidió detener los bombardeos a los campamentos?”. Hoy la guerra está más viva que nunca y no podemos bajar la guardia hasta que haya un verdadero acuerdo por la paz duradera y sostenible… bueno, si es posible.

Mi intención no es ser ave de mal agüero, pero desde mi punto de vista los diálogos en la Habana no van a tener mayor trascendencia en la coyuntura socioeconómica de nuestro país. No esperen que traiga a colación a un senador antioqueño del día-a-día cuyo nombre no quiero escribir para sustentar el punto. Desde mi perspectiva, existen dos argumentos que no permitirán que el posconflicto traiga la paz que tanto deseamos los colombianos:

  1. Colombia es un caso atípico en cuanto a su conflicto armado. El largo periodo de tiempo que hemos estado en conflicto y la aparición de otros grupos al margen de la ley son elementos indispensables a la hora de pensar en el posconflicto.
  2. El Gobierno Nacional habla de que el posconflicto se acerca, pero ¿qué se está haciendo al respecto? Nada, en temas sustanciales como la recuperación de las tierras ilegalmente obtenidas; la recolección de firmas para el referéndum aprobatorio sobre lo acordado en La Habana; o los debates en el Congreso para la viabilidad de las Circunscripciones Transitorias Especiales para la Paz y para el tratamiento judicial a los victimarios con crímenes de lesa humanidad.

La atipicidad del caso colombiano es muy importante para poder analizar esta situación de posconflicto. La duración y la entrada de terceros al combate armado no permitirán la consolidación de la paz en Colombia. Los más de cincuenta años de guerra en Colombia se alejan de las guerrillas surgidas en los años 50’ en Latinoamérica, ya que éstas se disolvieron en 20 años. Con un conflicto tan largo, las FARC necesitaban sostenibilidad económica y ésta fue encontrada en negocios ilegales como el narcotráfico, la minería ilegal, las extorsiones, etc. Acabar con el conflicto armado no solo es dejar de disparar balas, es también acabar con estas actividades ilícitas. De acuerdo con Raisbeck (2015), un ejemplo claro de esto es el caso guatemalteco, que después de 19 años de posconflicto, las tasas de mortandad son mayores a las de Colombia, debido a que el narcotráfico sigue con mucha fuerza en ese país y a que varios insurgentes formaron grupos ilegales con el nombre de ONG. Es por esto que la duración del conflicto en Colombia no permitirá que se dé un buen proceso de posconflicto.

Ahora, una condición esencial para el posconflicto es el cese al fuego. Para el caso colombiano, esto es muy difícil ya que existen otros actores al margen de la ley que no permiten la paz duradera. Ejemplos claros como los paramilitares, el ELN y otros carteles de droga sencillamente exacerban las consecuencias dolorosas de nuestro conflicto. En consecuencia, no se podrá garantizar un posconflicto con menos actos de violencia.

El otro punto que quiero tocar es la ausencia de acciones del Estado para enfrentarse al posconflicto. En este punto veo tres grandes problemas:

  • Económico: Las exigencias fiscales para el Gobierno Nacional para los próximos años serán de énfasis prioritario. La caída del petróleo, el posible costo del posconflicto (10% del PIB) y el hueco fiscal de 12,5 billones de pesos son escenarios que preocupan al Estado, pues por el momento ese presupuesto no lo tiene. La última reforma tributaria que se hizo no fue lo suficientemente efectiva para llenar siquiera el hueco fiscal. Se está hablando de una reforma estructural para recaudar todo el dinero, pero será una labor apoteósica que aún no está en planes.
  • Institucional: El posconflicto en Colombia necesitará de la creación de nuevas instituciones y de reformas constitucionales que permitan la aplicación de los acuerdos. No se han visto acciones claras del Gobierno Nacional para anticiparse a este nuevo marco. Por ejemplo, ¿Se estará pensando en las medidas para la inserción social de los desmovilizados? ¿Se ha hablado de la reforma a la regla fiscal, ante el aumento del gasto en el futuro? o ¿qué pasaría en el escenario que el referéndum aprobatorio de lo acordado no pasara? Miles de preguntas salen a flote y espero que al Gobierno Nacional no le coja la tarde en esos tópicos.
  • Agrícola: La reforma agraria estructural es la gran deuda histórica que tiene el Estado con el campo. A pesar de los miles de llamados de atención, el Gobierno sigue sordo ante esto. A pesar de las medidas que se han tomado, esto no es suficiente para los grandes problemas que está afrontando el campo. La recuperación de tierras ilegales, la repartición de parcelas a familias campesinas, la protección y competitividad para el campo colombiano son tareas que no se han cumplido y son importantes recalcarlas en el posconflicto. ¿Qué estará esperando el Gobierno para tratar esto de manera seria?

A manera de conclusión, hoy Colombia no está preparada para un futuro posconflicto. Luego de 2 años de negociaciones, la probabilidad de que se dé la firma de un acuerdo entre ambas partes es muy alta. Por lo tanto, es necesario trabajar desde ahora en insuficiencias tan esenciales para primero, no repetir el caso de Guatemala; segundo, para recibir el posconflicto de buena manera; y tercero y más importante, para cambiar la realidad y así acoger a esos otros actores ilegales que agrandan la violencia en nuestros país.

Bibliografía

Pardo, A. (Enero de 2015). Proyecciones Económicas 2014-2015: La historia sin fin. Bogotá D.C., Colombia.

Raisbeck, D. (2015). Después del proceso de paz, violencia: el caso de Guatemala. Ambito Jurídico.

 

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