El Mal Economista

Publicado el silvamapaula

El mes de los excesos

Por: María Paula Silva

@silvamapaula

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A seis días de haber finalizado el año, se alcanzan a percibir algunas consecuencias de las decisiones que protagonizaron el pasado mes. Si bien diciembre es conocido por ser un mes de alto consumo y una amplia demanda de empleo, en Colombia también suele ser el mes en el cual se ‘bota la casa por la ventana’. Para las empresas, el último mes del año también implica considerables inversiones en publicidad, que finalmente cumplen su objetivo y garantizan un periodo de altos ingresos en ventas de diversos bienes y servicios.

Culturalmente, puede cambiar el menú de Navidad según la región, o la forma de celebrar las festividades decembrinas; lo cierto es que este mes en Colombia significa abundancia, reencuentro y generosidad, tanto si se tiene mucho como si no es el caso.  En diciembre, el agente (que en este artículo hace referencia al grupo de consumidores, hogares o familias) no cambia únicamente su frecuencia y magnitud de consumo, sino la importancia y valoración que le da al futuro próximo.

La racionalidad del agente económico asume que este pretenderá maximizar sus beneficios y ordenar sus preferencias; sin embargo, la misma se puede ver afectada por temporadas, generadas de diversos choques de demanda y oferta. En diciembre, por ejemplo, hay un choque positivo de demanda, pues los consumidores tienen más dinero disponible para gastar (debido al ahorro de los meses precedentes, además de incentivos laborales como bonos o la conocida prima de fin de año) y en efecto, lo hacen. Lo anterior también se ve afectado por las preferencias y costumbres de la comunidad, así como la moda que prima en diciembre, influida de cierta manera por la alta apuesta publicitaria de las empresas.

El último mes del año también se caracteriza por un cambio de la valoración de los agentes hacia el futuro. Durante los meses anteriores a la Navidad, los consumidores dan gran importancia al futuro próximo, pues prefieren dejar de consumir en meses como octubre y noviembre, para llegar con un ahorro positivo al mes del consumo en exceso. Sin embargo, en diciembre cambian los papeles y el consumidor decide hacer lo que en meses anteriores estuvo evitando: gastar. Lo anterior no solo disminuye la mayor parte de su ingreso, sino que también origina nuevas y grandes deudas, de tal manera que el ahorro es nulo o negativo al llegar enero. En Año Nuevo, así se hagan listas de propósitos para el próximo año, y se quiera llegar con las mejores expectativas al mismo, no se valora en gran medida el próximo mes, caracterizado por una radical disminución del consumo, acompañado de las primeras cuotas crediticias.

Si bien la racionalidad económica de los agentes que demandan bienes y servicios en la economía se ve alterada en el último mes del año, ello no valida su irracionalidad. Al contrario, es un ejemplo de que esta se ve influida según el contexto, los mensajes publicitarios, las costumbres comunitarias e incluso el estado de ánimo. El hecho de estar sujetos a un contexto y no ser un agente aislado hace que la economía sea un escenario dinámico, donde sus agentes están dispuestos a cambiar sus formas de consumo y ahorro; tal pertenencia exime de críticas la aparente y convulsiva irracionalidad decembrina.

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