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Publicado el El Mal Economista (EME)

¿Dónde está la plata de nuestras facturas eléctricas?

Por: Paula Bautista

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Con la temporada de sequía no sólo sube el precio de los alimentos, servicios como la energía eléctrica también resultan más costosos. Para que esto no afecte a los usuarios existe en Colombia una tarifa denominada Cargo por Confiabilidad que se incluye en su factura eléctrica cada mes. Sin embargo, nadie sabe a dónde van a parar los millones recaudados por este concepto.

 

Imagen 1http://www.canalabertobrasil.com.br/tag/energia-eletrica/

 

En Colombia, cerca del 77% de la energía eléctrica proviene de plantas de generación hidráulica. Estas plantas usan agua para mover una turbina que transmite energía a un generador y de esa forma se transforma la energía hidráulica en energía eléctrica. En términos muy simples podría decirse que es como un molino de viento, sólo que con agua. Ahora bien, en épocas de sequía como la que vivimos actualmente, las hidroeléctricas no pueden generar suficiente energía para satisfacer la demanda del país.

En estos casos se recurre a las plantas termoeléctricas. La razón por la cual estas plantas no son la primera opción es que los costos de generación de energía son más elevados. Una planta termoeléctrica funciona a partir de la combustión de combustibles fósiles como diésel, gas natural o carbón. Paradójicamente, aunque el precio actual del petróleo es más bajo que nunca, el de los combustibles no ha cambiado. Es lo mismo que usted nota cuando va a poner gasolina a su carro en cualquier estación de servicio. El precio no ha bajado.

Además, en general los costos de operación y mantenimiento de una termoeléctrica son superiores a los de una hidroeléctrica. Así que en, cualquier caso, cuando el agua es escasa no hay más opción que generar energía a un precio más elevado o racionar la energía disponible. Si bien podríamos enfrentarnos a esta situación en caso que la sequía continúe, mientras no sea imprescindible racionar, se busca la forma  de producir suficiente energía para satisfacer la demanda.

Entonces, para garantizar el abastecimiento en momentos de condiciones ambientales críticas, se creó un sistema denominado Cargo por Confiabilidad (CxC). En condiciones normales, las plantas reciben sus ganancias de la energía que generan y venden, pero el CxC funciona como un pago anticipado a las plantas que deben cubrir la demanda en caso de que se presenten condiciones críticas. La Unidad de Planeación Minero Energética realiza una serie de proyecciones sobre la cantidad de energía que se va a consumir cada año y se realiza una subasta para firmar un contrato con las empresas que deberán despachar energía en eventuales casos de crisis.

Cada empresa se compromete entonces a despachar determinada cantidad de energía si hay poca agua y el precio de la energía sube demasiado. Esto garantiza, por un lado, la cobertura de todos los sectores que requieren energía eléctrica y, por otro lado, que el consumidor no se vea afectado por la volatilidad de los precios. Entonces en vez de pagar el doble por la factura eléctrica en épocas de sequía, los usuarios pagamos mes a mes una tarifa que corresponde al Cargo por Confiabilidad.

El sistema entró en vigor en el año 2006. Todo parecía marchar bien hasta que algunas empresas que estaban funcionando bajo este esquema declararon que no podían cumplir con lo pactado, argumentando pérdidas millonarias. Según las empresas, el dinero que se les ha entregado no es suficiente para cubrir los costos actuales de generación de energía y por tanto no están en capacidad de despachar las cantidades contempladas en los contratos.

Aunque es verdad que el precio actual del combustible es alto, hay otra realidad que se hizo evidente en medio de esta situación. No hay ningún organismo o entidad que vigile el uso del dinero correspondiente al Cargo por Confiabilidad. Durante los nueve años que ha operado este esquema se han recolectado 18.5 billones de pesos. Ni la Superintendencia de Servicios Públicos, ni el Ministerio de Minas y Energía, ni nadie remotamente involucrado con el tema, tiene dentro de sus funciones controlar lo que sucede con estos dineros una vez son entregados a los generadores eléctricos.

A finales del año pasado el Ministerio de Minas y Energía anunció un incremento en las tarifas de energía eléctrica a causa del fenómeno de El Niño. Entonces, ¿dónde están los billones que hemos pagado para que no suban las facturas eléctricas? Aunque el Gobierno cubrirá parte de los gastos necesarios para evitar un apagón, también los usuarios tenemos que poner de nuestro dinero. Desde diciembre, las tarifas aumentaron de forma proporcional para todos los estratos. Para el estrato 1 el incremento fue de 400 pesos mensuales y para el estrato 6 fue de casi 3000 pesos mensuales.

Entonces ahora hay tres opciones. La primera, los cálculos y proyecciones con respecto a la demanda de energía y las condiciones para generarla no fueron correctos. La segunda, la crisis ambiental sumada a la crisis económica que atraviesa el país condujo a una situación más allá de todos los pronósticos y el dinero recaudado efectivamente no es suficiente en las condiciones actuales. La tercera, los recursos que se recogieron bajo el esquema del Cargo por Confiabilidad fueron mal administrados o desviados.

No podemos decir a ciencia cierta si fue una de las causas anteriores o tal vez una combinación de las tres. Lo único cierto es que durante nueve años hemos pagado constantemente para que llegado este momento no nos diera tan duro en el bolsillo y, sin embargo, ahora debemos poner más plata porque los 18.5 billones de pesos recaudados aparentemente no son suficientes.

 

Referencias

http://www.creg.gov.co/cxc/secciones/que_es/que_es.htm

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