La pandemia impuso varios retos para la enseñanza tradicional, incluyendo las clases de piano particulares que se dejaron de lado y fueron reemplazadas por plataformas tecnológicas
- Por: Camila Andrea Vásquez (@Camilaandreavh_)
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La situación sanitaria actual ha tenido diversos efectos sobre distintos sectores económicos en el país. Para muchos, estos efectos han sido favorables, para otros, han sido totalmente trágicos. Y entre los grandes perjudicados se encuentra la formación musical, puntualmente las clases de piano particulares a menores. Una actividad que está entre la virtualidad y la pared.
Este negocio es tan viejo como la misma existencia del piano. Sin embargo, en Colombia no hay incentivos para dedicarse a dictar clases de piano fuera de una academia de música formal. Es decir, los que se encuentran por fuera de este circulo privilegiado, se enfrentan a condiciones laborales precarias.
Como si no fuera suficiente, la pandemia incrementó la competencia frente a las alternativas tecnológicas: Youtube, Flowkey y Simply Piano son algunas de las opciones gratuitas que tienen ahora los niños para aprender a tocar piano.
Competencia tecnológica a la que se le suma una caída en la demanda del mercado presencial, pues muchos padres sufrieron caída en sus ingresos. Entonces, ya no todos pueden seguir pagando clases particulares.
“Cuando llegó la pandemia básicamente tenía dos opciones: o reinventarme o dejar de comer. Por eso, decidí empezar el proyecto Arts At Home con ayuda de una página en Instagram @pianoclasesbog” Afirma Leonardo Cuesta, profesor de música que ahora dicta clases por Zoom.
En realidad, el problema es que la pandemia puso en duda la viabilidad de seguir con la enseñanza tradicional. Para entender esto, es imperante que se imagine este aprendizaje como la típica escena de un niño sentado al lado del tutor con las partituras en la mano intentando tocar piano.
Así era como funcionaban la mayoría de las clases de piano antes de la pandemia. El profesor se dedicaba, dependiendo del tiempo de la clase, a corregir la postura, la melodía y la armonía del alumno. Lo cual, con la llegada de la pandemia es casi imposible de concebir con la misma imagen.
Actualmente, muchas de las clases de piano se realizan por medio de plataformas que permiten conectar al alumno y al tutor en la distancia. Zoom, Google Meets y Microsoft Teams, son algunas de las que usan los profesores para repasar la postura, la melodía y la armonía de sus alumnos.
Evitando la extinción
Según el Sistema de Información de la Música (SIMUS) actualmente existen 69 escuelas de música en Bogotá, de las cuales 2 son virtuales y el 52.17% no están legalmente constituidas.
Lo alarmante, es que en la página se informa que “la constitución legal de las escuelas de música es uno de los factores que garantizan su sostenibilidad”. Por lo tanto, los beneficios para progresar están disponibles únicamente para ese pequeño círculo de 25 escuelas formales.
Sumado a que, en esas cuentas no están personajes como Leonardo, profesor que se pasó a la virtualidad por obligación y que, en el camino se encontró una grata sorpresa. “No te voy a negar que al principio de la pandemia la cosa me preocupaba. – ¿Cómo no? – Si cada uno de los padres de los niños a los que les dictaba clase me llamaban a decirme, no la verdad es que no tenemos ni cómo pagar la luz”
Además, Leonardo cuenta que todo se fue por mejor rumbo cuando abrió su cuenta de Instagram como un piloto “para tantear el terreno” y ver si los niños y sus padres se interesaban.
Piloto que tuvo una buena acogida y para sorpresa de Leonardo, funcionó para establecer la idea de constituir su propia academia 100% virtual. Bajo su perspectiva, las oportunidades están dadas. Él está dispuesto a sacar su proyecto Arts At Home adelante.
A su modo de ver “la virtualidad ha traído más ventajas que desventajas”. Entre esas ventajas, se encuentra un clásico ejemplo del costo de oportunidad. Para los que no son economistas, este costo está relacionado con todas las decisiones que tomamos al día. Se refiere a lo que se renuncia o al valor que se pierde cuando tomamos una decisión.
Imagínese a Leonardo, quien antes de la pandemia tenia que recorrer grandes distancias en transporte público para dictar sus clases y que ahora, no tiene que incurrir en este gran costo para dictar el doble de clases que dictaba presencialmente.
Ahora Leonardo, gana más perdiendo menos. Su costo de oportunidad de volver a las clases presenciales es muy alto porque los beneficios que recibiría al realizar la clase presencial son mucho menores. Tal como se representa en la ecuación:
Menos clases, trancones, costos fijos < Más clases, comodidad, organización
Desde el enfoque que Leonardo presenta, todo pareciera indicar que la virtualidad es una maravilla. Pero esa es solo una cara de la moneda. Lo complicado viene con la formalización de su servicio y la inversión que se requiere para hacerlo: Instalaciones, profesores, instrumentos, entre otros.
Por otro lado, existen más personajes en esta realidad, como Alexander Moreno, profesor de un colegio con enfoque musical en Bogotá. Quien sostiene que “Es indispensable la presencialidad para enseñarle al niño cómo se debe ubicar, cómo funciona el teclado y si está tocando la nota correcta. – ¿Cómo se hace eso por Zoom? – Pregunta Alexander “Si es que es muy difícil escuchar bien”
Además, explica que como ha trabajado toda su vida en las aulas, aunque tiene un ingreso fijo con las clases virtuales, siente que los niños no aprenden ni la mitad, principalmente porque no tienen el espacio adecuado.
Por lo tanto, entender cómo ha cambiado la situación de los profesores de piano particulares con la pandemia, se resume en: Depende. No solo de las perspectivas de los que trabajan en esto a diario sino también, de si la persona tiene la oportunidad de hacer parte de una academia formal. Para muchos puede ser una maravilla, pero para otros, todo lo contrario.