Por: Camilo Vega Barbosa
@camilovega0092
El petróleo ha sido una de las noticias económicas más redundantes en 2014. Primero existió euforia por la tendencia alcista que llevo al referente WTI y BRENT por encima de los US$100 durante el segundo trimestre del año, como consecuencia de los problemas de orden público en Irak. Después los preocupantes resultados de Ecopetrol dejaron claro que los constantes atentados a los oleoductos golpearon significativamente sus balances como consecuencia de una reducción de más de 6%.
Además y si no fuera suficiente el Gobierno anunció una actualización del marco fiscal de mediano plazo que reducía su previsión de extracción de petróleo en un poco más de millón de barriles diarios, aunque los funcionarios llamaron a la calma apelando en que esperaban que el precio internacional se mantuviera en US$99, lo cual no parecía descabellado por la cotización tan inflada que se apreció a finales de junio.
Sin embargo, casi como un ejemplo de justicia poética, un mes después de la actualización del marco fiscal de mediano plazo el precio internacional del petróleo empezó su caída en picada que lo ha llevado registrar pérdidas de más de 20% en menos de dos meses y a situarse en una cotización de referencia cercana a los US$80.
El problema de todo esto es que el ´boom´ de las materias primas de las economías Latinoamericanas que comenzó en el 2000 llevo a que el 30% de los ingresos de Colombia fueran resultado de la extracción de petróleo. También implicó que el 70% de las exportaciones colombianas desde los últimos 6 años fueran envíos de combustibles. Y por todo actualmente el 80% de la inversión extranjera que le llega al país tiene como destino a este sector minero energético.
Más allá de hacer una crítica sobre la falta de planeación que ocasiono que los gobiernos pasados dejaran el destino de los recursos del país en un activo que todos los analistas económicos del mundo consideran como de alto riesgo, y puede que se escuchen contra-argumentos del estilo de que estos ingresos han sido la principal fuente de financiamiento de proyectos sociales en Colombia desde últimos 13 años, la pregunta ahora es:
¿Sigue valiendo la pena?
Al leer artículos como los anteriores se puede concluir que las entidades internacionales piensan que NO. Porque establecen que primero, las economías Latinoamericanas no aprovecharon el boom de las materias primas, y segundo, consideran que la fiesta patrocinada por los ingresos petroleros terminó. Aunque es de reconocer que este mensaje castigaba más fuertemente a la mala gestión en Venezuela y en Argentina, pero de todas formas es una crítica directa a Colombia. Y sin animo herir los sentimientos de los PHD que trabajan en el Gobierno, estas no son declaraciones vacilantes de un estudiante de economía que le gusta escribir en un blog, sino que son argumentos concretos y bien fundamentados de los mejores economistas del mundo.
Además apelando a la teoría, al igual que todos los recursos que estudia la economía, el petróleo es un producto ESCASO. Y a pesar de que sea cierto que el nivel de reservas sea similar que el de hace 40 años, como un fenómeno por el mejoramiento de las técnicas de extracción, este no es el caso de Colombia, porque a menos de que se encuentre un pozo importante, las reservas que hay en el país solo alcanzan para 6 años. Y el tiempo corre.
Esta es una de las razones de por qué la acción de Ecopetrol es tan castigada frente a las otras petroleras del mundo, porque a pesar de que es destacable que el margen operativo de la estatal colombiana sea superior que el de las demás, el promedio de reservas de compañías la misma naturaleza como Exxon Mobil o Chevron es de 14 años.
Por otro lado hay que considerar que más de un analista económico considera que la caída del precio del petróleo es estructural, lo cual significa que el nivel la cotización internacional del crudo seguirá promediando US$80 por un buen rato. Y vale la pena recordar que el marco fiscal de mediano plazo contaba con un precio del hidrocarburo oscilando los $99 por los siguientes 10 años.
Para entender esta problemática en términos cuantitativos, cuando el gobierno actualizó el Marco Fiscal de Mediano plazo, esperaba tener en los próximos 10 años una producción diaria promedio de 1,08 millones de barriles diarios, y como ya lo mencione contaba con que el precio del petróleo oscilara entre los US$99. Gracias a esto se esperaban recibir recursos de alrededor de $76 billones.
Pero teniendo en cuenta que los reportes de septiembre indicaron que la producción petrolera todavía no supera el millón de barriles y que el precio internacional del crudo completa tres semanas por debajo de los US$85, el país recibirá $16 billones menos de lo que se esperaban.
Volviendo a los reportes de los analistas económicos. Los expertos internacionales determinan que la intensificación de la extracción de petróleo y gas esquisto, por medio de la tecnología FRAKING, ha llevado a Estados Unidos al Borde de la autosuficiencia energética. Lo cual es de considerar porque la potencia norteamericana ha sido uno de los principales demandantes del hidrocarburo, lo cual ha ocasionado un desplome del precio WTI y el BRENT.
Esto se explica porque desde los 70’s, Estados Unidos expidió un decreto para que no pudiera exportar petróleo, y dado a que el WTI es el referente del crudo texano, su producción interna jalona directamente las cotizaciones del hidrocarburo. Y como esta también implica una disminución de las importaciones petroleras, esto también afecta el indicador del atlántico (BRENT).
A pesar de que Colombia este reaccionando por iniciar laborales para aumentar sus reservas por medio del FRACKING, y alejándome del debate de los costos medioambientales que esto implica (aunque en próximas entradas se hablara del tema), este tipo de estrategias son alivios temporales porque aumentar las tasas de recobros no son factores tan relevantes como el hecho de encontrar un nuevo yacimiento importante como el del pozo Rubiales, a la hora de determinar la viabilidad de este sector en el largo plazo.
Incluso si se encuentra otro pozo de gran magnitud, este año hemos sido testigos de lo caótico que puede ser depender de un activo de alto riesgo. De manera que en vez de seguir intentando raspar de la olla por medio del FRACKING, podemos aprovechar los esfuerzos en buscar el próximo pilar de la economía colombiana.