Por: Sebastián Mayor (@sebastianmayor)
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En las últimas semanas se realizó un referendo en Suiza, en el que se le preguntaba a los ciudadanos si aceptaban recibir un ingreso fijo de 2.500 francos suizos al mes (algo así como 7 millones 800 mil pesos colombianos). Los ciudadanos suizos recibirían este ingreso independientemente de si tenían un empleo o no, de la cantidad de ingresos que recibían y de su patrimonio. Sorprendentemente, el 77% de la población manifestó estar en contra de la medida y votó por el “No”, por lo que el plan quedó descartado.
Los que estaban a favor de la medida argumentaban que los trabajadores están siendo remplazados por las nuevas tecnologías, algo que se intensificaría cada vez más, y que por consiguiente en el futuro habría cada vez más desempleados. También argumentaban, que la sociedad seguiría consumiendo y para mantener ese consumo la gente necesitaría ingresos. Sin embargo, la retórica no era consistente con la realidad, pues la tasa de desempleo en Suiza es de 3.5%, significativamente inferior a la de muchos países europeos. Además, la calidad de vida en el país es una de las más altas del mundo.
En contra de la medida había más argumentos que fueron los que terminaron por convencer a los suizos que votaron “No”. En primer lugar, lo costoso que sería implementar una medida de este tipo, que probablemente llevaría a que las personas tengan que pagar más impuestos, o a que el Estado tenga que recortar otros gastos (en salud, educación, infraestructura, cultura, funcionamiento) para poder garantizar la medida.
Por otra parte, los recursos no se usarían de manera eficiente. Es obvio que una persona que tenga, por ejemplo, ingresos de 1 millón de francos al mes no necesita los 2.500 que le ofrece el gobierno. Mientras tanto, una persona que tenga unos ingresos extremadamente bajos, podría incluso necesitar más. Esto quiere decir que los 2.500 de todas las personas con ingresos medios y altos podrían usarse de manera más eficiente.
La medida también generaría fuertes distorsiones en el mercado laboral. En primera instancia, puede que la gente no se retire del trabajo, pero es claro que bajo ese escenario su costo de oportunidad por dejar de trabajar es mucho más bajo. Estas personas podrían simplemente dedicarse a sus actividades personales, e igual recibirían suficiente dinero para vivir. En este punto también surge la duda sobre si una medida de este tipo genera más desigualdades, pues mientras los que deciden no trabajar disfrutarían de no hacer nada, las personas que deciden trabajar estarían pagando impuestos para mantener a los que están desangrando al sistema. Esto también podría generar implicaciones sobre el crecimiento en el corto plazo.
También deben considerarse otros factores que habrían tenido que considerar, como por ejemplo la inmigración que una medida como esta podría generar, pues más personas querrían vivir en un país en donde les regalan plata por no hacer nada, algo que también generaría costos. Seguramente, después de aprobarse una medida como ésta surgirían nuevos problemas que anteriormente no habían sido considerados.
¿Habría ganado el “Sí” si el mismo referendo se hubiera realizado en Colombia? No se puede saber, pero los problemas derivados de una medida populista como esta habrían sido similares: se verían las mismas ineficiencias en el mercado laboral; las personas que no necesitan nada del Estado estarían recibiendo ingresos adicionales que les sobran, mientras que los que más necesitan podrían recibir todavía más con otras medidas; habría más tensiones entre quienes trabajan y pagan impuesto y quiénes no.
Para garantizar buenos ingresos y buena calidad de vida de las personas no se debe regalar plata a diestra y siniestra, sino que se deben mejorar las políticas sociales que ya hay, que por cierto todavía se podrían mejorar mucho más. Adicionalmente, se pueden pensar nuevas políticas que fomenten la creación de empleo y que mejoren los salarios de las personas. No obstante, el debate de si algunos subsidios son un derecho fundamental, o no, ya está abierto.