Por: Juan Felipe Rubio

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La crisis del movimiento sindical en Colombia puede generar un agravante más al momento difícil por el que atraviesa la economía colombiana. La amenaza de un paro petrolero por parte de la Unión Sindical Obrera puede llegar a reforzar la crisis en el sector de los hidrocarburos por la caída de 50% en los precios del petróleo.

 

Manifestaciones sindicales en la Plaza de Bolívar de Bogotá. Tomado de: http://www.clate.org
Manifestaciones sindicales en la Plaza de Bolívar de Bogotá. Tomado de: http://www.clate.org

El movimiento sindical en Colombia se encuentra en crisis. El protagonismo de los sindicatos ha disminuido en las decisiones sustantivas del mercado laboral de manera evidente. Debido a cambios en las relaciones contractuales y al posterior crecimiento de la tercerización laboral, sumado al crecimiento del ideario antisindical en los empleadores y a la falta de formalización del proceso de negociación en el sector público, los sindicatos pierden cada vez más su poder de negociación real dentro del mercado laboral colombiano. En ese contexto, existen cuatro razones fundamentales que explican el decaimiento del movimiento sindical en el país:  

 

1. Los cambios en la estructura productiva del país afectan la labor de los sindicatos

 

Los cambios en el nivel de escolaridad en la Población Económicamente Activa (PEA) y el aumento en los costos laborales han generado una transformación en la estructura productiva del país. Según datos de la Dirección Nacional de Planeación, la participación del empleo urbano por sectores cambió drásticamente entre 1986 y 2007: por un lado, los sectores de la industria (24% a 20%), la construcción (6,7% a 5,6%) y los servicios sociales y comunales (28,7% a 23,9%) se redujeron con el paso del tiempo; mientras que, por otro lado, el sector comercial (25,4% a 27,8%), el transporte (6,2% a 9,1%) y los servicios financieros (6,5% a 11,7%) aumentaron en los últimos años (Cárdenas, 2009). Lo anterior, claramente afecta la base social de los sindicatos y reduce su capacidad de acción dentro mercado laboral, pues la mayoría de sus afiliados pertenecen a los sectores que presentaron caídas en la participación del empleo urbano.  

 

2. Los cambios en las relaciones contractuales y en la reglamentación jurídica afectan la capacidad de acción del movimiento sindical

 

El cambio en la regulación salarial (por ejemplo, el pago de horas extras, recargos nocturnos, dominicales y festivos) transformó la identidad de los trabajadores y el sentido de pertenencia con las empresas e incentivó la búsqueda para disminuir los costos de contratación por parte de los empleadores. La falta de un contrato laboral formal, con prestaciones sociales que garantizara la estabilidad laboral, minimizó el papel que juega una organización sindical dentro de cualquier empresa. El auge de los contratos por prestación de servicios y el outsorcing impiden que los trabajadores se agrupen y se vinculen para proteger, garantizar o mejorar sus condiciones laborales. La caída en la contratación de trabajadores de planta reduce, por obvias razones, la estructura presupuestal y organizacional de estos movimientos y la identidad del trabajador perteneciente a un entorno laboral.

 

Además, a pesar de que en el artículo 55 de la Constitución Política de Colombia se garantiza el derecho a la negociación colectiva para regular las relaciones laborales, en la práctica, la concertación laboral y los otros medios pacíficos y legales son insuficientes para la resolución de los conflictos colectivos de trabajo. Los procesos de negociación en el sector público no están formalizados y esto estimula a los sindicatos a utilizar el paro como único medio para visibilizar su existencia y sus demandas laborales. (Urrutia, Rodríguez & Sánchez, 2010).

 

3. La politización y los intereses particulares atentan contra el deber ser del sindicato colombiano

 

La politización y la dependencia de las agendas políticas de los dirigentes no permiten enfocarse en los problemas estructurales que demandan la intervención de los representantes de los trabajadores. Existe una relación muy estrecha entre los partidos y movimientos políticos de izquierda y los sindicatos en el país. El Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario (MOIR) y el Partido Comunista Colombiano (PCC) son algunos ejemplos de la dependencia ideológica de los sindicatos. Esto se convierte en un problema cuando las pretensiones de los dirigentes políticos se transforman en la hoja de ruta del movimiento sindical y, así mismo, sus miembros son utilizados como base social que representa los intereses particulares del movimiento. Si bien es muy importante que los miembros de los sindicatos apoyen otras causas sociales y políticas, esto desvía la identidad y el verdadero propósito de un sindicato: velar por la estabilidad laboral y por los derechos de todos los trabajadores.

 

4. Las actitudes y la violencia antisindical son muy fuertes en Colombia

 

La actitud antisindical por parte de los empresarios ha generado una extrema estigmatización sobre el movimiento. Más aún, según datos de la Escuela Nacional Sindical, Colombia es el país más peligroso del mundo para ejercer la actividad sindical, debido a la violación de derechos humanos y del derecho a la vida, llegando a cerca de 12500 casos de violaciones de derechos (torturas, persecución, asesinatos) entre 1986 y 2011 (Cote, 2012). Según Luis Alberto Vanegas, miembro de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), en Colombia se cometen el 60% de los asesinatos de sindicalistas que se presentan en todo el mundo. Así, en Colombia no sólo es difícil pertenecer a un sindicato por el estigma que esto conlleva, sino que se agrega una amenaza a la seguridad y al derecho a la vida por pertenecer al movimiento.

 

Repensar el sindicalismo en Colombia

 

El movimiento sindical en Colombia debe reinventarse. Su participación en temas decisorios y relevantes para el grueso de los trabajadores en Colombia se limita a las intervenciones anuales en la mesa de concertación laboral: la negociación del aumento del salario mínimo que siempre se realiza por decreto y no corresponde a un acuerdo entre los empresarios y los trabajadores. En ese contexto, el poder real de negociación del movimiento sindical se reduce cada vez más y se aleja de las conquistas laborales de las décadas del ochenta y el noventa. El movimiento debe trascender de los reclamos económicos y sociales particulares y encontrar una manera de articular las luchas locales con las necesidades económicas y políticas de los trabajadores a lo largo y ancho del territorio nacional. Esto es, articular las nivelaciones salariales propuestas por la Federación Colombiana de Educadores (Fecode), la reivindicación de los derechos de los corteros de caña por parte de la CUT y las demandas del sector petrolero por parte de la Unión Sindical Obrera (USO).

 

Lastimosamente, la articulación entre sindicatos se reduce al apoyo en los paros realizados por una u otra organización. El paro tiene altos costos económicos y de gobernabilidad, que afectan a la sociedad civil por el congestionamiento de los procesos en las entidades públicas y por el costo de la suspensión de las funciones de los empleados estatales (basta recordar el paro realizado por la Asociación Nacional de Funcionarios y Empleados de la Rama Judicial (ASONAL judicial)). Esta situación puede tornarse cada vez más problemática si los trabajadores del sector del petróleo y de otros sectores de la economía deciden unirse al paro convocado por la USO. La crisis económica que se avecina por la caída de 50% en los precios del petróleo se puede agudizar en los próximos días: la amenaza de un paro petrolero por parte de la USO puede llegar a ser el detonante de una profunda crisis social y económica en el país.

 

El anuncio de un posible paro indefinido por parte de la USO se genera a raíz de la no renovación de más de 600 contratos en el departamento de Santander. Esta situación deberá ser mediada por un ex-líder sindical y presidente de la USO y la CUT, el actual Ministro de Trabajo, Luis Eduardo Garzón. El ex alcalde deberá demostrar su conocimiento sobre las necesidades y requerimientos de ambas partes para lograr una solución por medio del diálogo y de la participación real y efectiva del movimiento sindical.

 

Nota: hoy, miércoles 25 de marzo, se reúnen las directivas de la Unión Sindical Obrera con los ministros de Hacienda, Trabajo y Minas y Energía para dialogar sobre las implicaciones del nuevo Plan Nacional de Desarrollo sobre los derechos de los trabajadores. Si no llegan a un acuerdo, los trabajadores afiliados a la USO entrarían en paro indefinido, lo que resultaría un agravante más para la crisis del sector minero-energético y, por ende, para la economía del país.

 

Fuentes:

Cárdenas, M. (2009). Introducción a la Economía Colombiana. Bogotá D.C.: Alfaomega Colombiana S.A.

Cote, L. C. (2012). Maestros, petroleros y palmeros : tres casos emblemáticos de violencia antisindical en Colombia 1986-2011. Bogotá : Uniandes.

Observatorio del mercado de trabajo y la seguridad social. (2004). Los sindicatos en Colombia. Una aproximación microeconómica . Bogotá : Universidad Externado de Colombia .

Urrutia, M., Rodríguez, D., Rogríguez, C., & Sánchez, J. (2010). Reforma de derechos sindicales y desarrollo. Bogotá: Universidad de los Andes, Facultad de Economía, CEDE, Ediciones Uniandes.

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