Por: @AndresSastre
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Sábado por la mañana, probablemente usted se encuentra en casa leyendo estas líneas desde algún dispositivo electrónico mientras muchos miles de individuos estamos en las calles haciendo vueltas. Sí, porque el plan de sábado de muchas personas, especialmente de aquellas que trabajamos de lunes a viernes, es emplear la mañana del sábado para adelantar aquellos trámites para los cuales no hay otro momento de la semana. Bancos, notarias, operadores de comunicaciones, supermercado, impuestos y servicios públicos son algunas de las actividades con las que este grupo de personas se deleitan, tal como lo ilustran los amigos de una popular serie web cuyo enlace dejo acá.
Pues bien, usted se preguntará porque escribo sobre algo tan obvio, la verdad es que lo hago porque como economista tengo un defecto, entre otros tantos que no vale el caso mencionar, encuentro comodidad analizando fenómenos simples de manera compleja. En ese orden de ideas, un ejercicio simple como ponerse al día en pendientes típicos de la vida puede volverse algo meticuloso y cuadriculado en manos de un economista, éste contrastará la necesidad y el tiempo que tomarán dichas vueltas contra otras opciones, como dormir hasta tarde, madrugar a hacer deporte, salir a desayunar, trabajar en alguna elaborada teoría para explicar problemas simples (que su abuela y la mía manejan a la perfección, sin mayor complique) o sentarse a idear algún plan para la noche de sábado.
Para ilustrar un poco más las excentricidades de un economista en medio de sus diligencias, correré el riesgo de exponer mis manías que, aunque personales, tienen el toque clásico (mejor cambiemoslo por “típico” por respeto a Smith y compañía) de los economistas. Personalmente, soy un tipo que odia hacer filas y por lo tanto sufre haciendo vueltas, porque para mi tienen un elevado costo de oportunidad, y no crean que hago gran cosa los sábados por la mañana.
Por eso, generalmente busco la manera más eficiente de hacer las ‘n’ cosas que hay que adelantar en una mañana de sábado, como usar los sitios de internet de los bancos y notarias o conocer de antemano los horarios, ubicaciones exactas y rutas de llegada de los sitios a lo que voy, algo que me ha permitido algunas veces maximizar el número de vueltas adelantadas sujeto a la restricción de tiempo, porque generalmente todo cierra a la 1 de la tarde.
En este momento, es posible que usted esté pensando que estas líneas son una pérdida irrecuperable de su tiempo, la verdad es que sí y no. Usted renunció a alguna otra cosa para concederle su atención a este texto, y a cambio solo recibirá algunos datos curiosos que le permitirán entender al economista más cercano, en caso de que usted sea afortunado y no sea economista ni tenga uno en la familia.
Sin embargo, no todo es malo, de las manías de nosotros los economistas le quedan a usted algunas pistas sobre cómo hacer las cosas de manera eficiente y pensar en las consecuencias antes de actuar. Para ello, le presentaré otro ejemplo, es muy común que usted se descuadre en sus gastos haciendo vueltas por tomar un taxi no planeado, no revisar el costo del trámite o perder el viaje por no verificar el horario de atención. Para un economista la información es central en su forma de vivir y pensar, por lo que este corroborará los costos de transacción asociados a cualquier actividad antes de ejecutarla y éstos serán eje central al momento de tomar decisiones sobre su divertido plan de vueltas.
Como le decía, el economista buscará tener tanta información como le sea posible antes de siquiera salir de la casa a hacer medio trámite. Para ello hará uso de su conocimiento y de la sabiduría popular, buscará en Google lo que necesite. Además, es probable que sea tan curioso que al momento de llegar a su destino, y ser llamado a la ventanilla de atención, pretenda saber más del tema en cuestión (ciclo de facturación, tasa de interés, requisitos, etc.) que el funcionario que lo atiende, porque los economistas, como Martín Santos, consideran que el país les cabe en la cabeza y, por lo tanto, están dispuestos a saber cómo se calcula el IVA de las galletas bajas en grasa o cómo definir un plan de inversión en infraestructura del DNP a 15 años; gran defecto si me preguntan detrás de cámaras.
Para cerrar con esta poco trascendental publicación, recopilemos el proceso en palabras de economista:
Paso 1: Analizar las características del proyecto. (cuáles vueltas haré, a dónde debo ir, cuánta plata debo pagar, etc.).
Paso 2: Identificar el conjunto de información, preferiblemente perfecta, pero uno nunca estará seguro:
Horario de atención, recorridos del transporte público o ruta a hacer en carro, cajeros automáticos cercanos, planes de contigencia si está cerrado.
Paso 3: Listar y valorar los costos de transacción asociados a la actividad, así como las restricciones presupuesta y temporal:
Cuánto valen los pasajes de bus, cuánto tiempo me demoro en llegar, a cuántos sitios debo ir, cuántas facturas voy a pagar, cuánta plata tengo en la cuenta o la billetera, hasta qué hora atienden.
Paso 4: Definir función de utilidad, parametrizar las restricciones y maximizar la utilidad, muy neoclásico de mi parte, pero así es la vida:
Definir si me gusta madrugar o no un sábado, será que me da pereza montar en bus si me puedo quedar en casa o qué mamera manejar con trancón, o, por el contrario, me satisface cumplir compromisos de pagos y estar al día.
En fin, cómo pudo ver no es que sea algo transcendentalmente distinto, pero los economistas terminamos con formas de pensar y actuar extrañas que se derivan de nuestra formación, la cual predetermina nuestras dotaciones iniciales y termina modificando nuestra forma de ser. Ahora, si me disculpa, se me hizo tarde para mis vueltas de bancos, tendré que tomar taxi. ¡Bonito sábado!
PONIENDONOS SERIOS: Se ha preguntado por qué en lugar de hacer tanta reforma tributaria no nos concentramos en racionalizar el gasto y, además, recuperar algo de lo que se nos va en corrupción.
Mañana, en nuestro recomendado de domingo, Javier Ardila nos contará Cómo gana el precio es correcto un economista, no se lo pierdan.