El Mal Economista

Publicado el El Mal Economista (EME)

COLOMBIA, MISERIA EN UNA INMIGRACIÓN SIN FRONTERAS

Por: Diana Marcela Gutiérrez

La expulsión de millones de personas de diferentes tierras  rumbo a una mejor vida y nuevas oportunidades, es la historia frecuente en todos los rincones del mundo. El riesgo para llegar a su destino es cada vez mayor, la ilegalidad y los costos son factores depresivos para la dignidad humana. Actualmente, a pesar de un proceso de paz en curso y una ley de Víctimas y Restitución de Tierras desde el 2011, Colombia ocupa el segundo puesto entre los países con mayor número de desplazados “inmigrantes sin fronteras que encuentran solo miserias”.

Según la Organización Internacional de las Migraciones desde el año 2000, unas 40.000 personas han muerto en movimientos migratorios en el mundo. Las fronteras más peligrosas se encuentran entre México- Estados Unidos y Cuba- Estados Unidos. Así como el camino de mayor riesgo es el Mar Mediterráneo, con el 66 % de los muertos por esta causa, en los últimos registros un barco naufragó en el Canal de Sicilia con 700 inmigrantes que navegaban hacia Italia, registros a nivel del tiempo determinan un aproximado de 1176 desaparecidos.

Los viajes sin final en cada uno de los rincones del mundo se hacen cada vez más frecuentes, las condiciones deficientes en el contrabando vulneran la dignidad humana de todos los inmigrantes, símbolos de desigualdad y pobreza en todos los territorios. Sin embargo a pesar de todos los sucesos desconcertantes del mundo, el eje central de mi artículo, es la inmigración sin fronteras que existe hace varios años en nuestro país, comúnmente llamado desplazamiento forzado. “El desplazamiento es un dato recurrente y cuasi permanente de la historia colombiana, hace parte de la memoria de las familias y de las poblaciones; está inscrito en los recuerdos de los habitantes urbanos, precedió la fundación de barrios en las grandes ciudades y de poblaciones grandes y pequeñas a lo largo y ancho de las fronteras internas” (Giraldo, 2001).

 diana

Desde hace tres semanas, 32 familias que vienen del Pacífico acampan en la localidad de San Cristóbal, al Sol y al Agua /Cristian Garavito, El Espectador.

Entre 1985 y 2008, la violencia obligó a más de cuatro millones de personas a dejar sus hogares por intimidación o violencia directa. (CODHES, 2009). En la actualidad, las más recientes cifras de la Unidad de Victimas reflejan una disminución del 47% en las cifras del desplazamiento forzado, aun así ocupamos el segundo lugar en la lista de los países con mayor número de desplazados, después de Irak,  con 6.044.200  desplazados internos correspondiente a 12% de la población total colombiana, de los cuales el 63%  viven por debajo del umbral de pobreza y el 33% en condiciones extremas.[1]

Aunque se espera que la firma de la Paz permita erradicar el crecimiento de esta situación, las soluciones en cuanto a todo el proceso histórico “Restitución de tierras” tiene varias connotaciones. Mientras Armando Benedetti, senador de la U, señala que en cuatro años solo se ha cumplido el 0,34% de las metas trazadas; Ricardo Sabogal Urrego, director de la Unidad de Restitución, defiende y explica que los resultados han sido históricos, logrando el estudio de más de 780.000 hectáreas, de las cuales 100.000 han resultado en manos de sus dueños y 366.000 en los jueces de restitución, para fallo.

La realidad más allá de peleas entre personajes públicos, refleja que en algunos casos (Comunidad de las Pavas y El Garzal) a nivel jurídico todos los requerimientos se han seguido y hoy las tierras están a nombre de las víctimas, pero la falta de acompañamiento de manera física por parte del Gobierno simboliza la tragedia de varias familias que con un papel en mano, sufren de hambre y dolor por los abusos de los terratenientes y empresas privadas.

La indiferencia y falta de compromiso de este tema por parte del gobierno y las organizaciones pertinentes, además de la constante negligencia en todos los procesos administrativos y jurídicos para erradicar el problema, proveer a todos los individuos con las condiciones humanamente necesarias para subsistir son el reflejo, que aunque Benedetti puede hacer juicios extremos, si se debe hacer una evaluación exhaustiva de la realización. Un claro ejemplo de la ineficiencia son las múltiples declaraciones de la Defensoría del Pueblo en las que explica que no dan abasto para atender a las centenares de víctimas que llegan cada mes a sus instalaciones, además de la lentitud en los conductos regulares que se deben tomar y la expropiación en el tema por parte de la Unidad de Victimas.

Es decir, en otros  países es entendible que, nadie vaya a querer trabajar por el beneficio de los habitantes de otros países, a los que simplemente se puede deportar. Pero qué pasa cuando el gobierno, ente central organizador y veedor de nuestros derechos como ciudadanos colombianos, no es capaz de apropiarse de la situación y permitir que la miseria se elimine completamente. Mientras en el mundo se buscan ayudas humanitarias y programas a las víctimas dentro de un territorio que no les corresponde, en Colombia ni siquiera dan abasto con los problemas internos más preocupantes, como es la dignidad humana.

REFERENCIAS

  • Jaramillo, O,  (12/05/2015) Del despojo al retorno imposible, Diario El Espectador.
  • Naranjo, G, Migración y Cambio Social, Revista Electrónica de Geografía y Ciencia Social,  tomado de www.ub.edu/geocrit/sn-94-37.htm
  • Romero, M, Desplazamiento forzado: Entre la guerra y la economía política del despojo.
  • Cortés, A. Bastidas R, (2014), Incidencia del Gasto público destinado a defensa sobre los índices de Violencia en Colombia


[1] IDCM(Internal Displacement Monitoring Centre)

Comentarios