Por Guillermo García Parra
Twitter: @Aule999
La Agenda 2030 de la ONU merece ser aplaudida y criticada al mismo tiempo. Esta iniciativa retoma los Objetivos de Desarrollo del Milenio; propone una Alianza Mundial revitalizada, e invita por primera vez a luchar abiertamente contra el calentamiento global y la desigualdad. No obstante, supone una visión prehistórica y errónea del desarrollo; puede implicar darle más importancia a las transnacionales y los estados nacionales que a los ciudadanos y movimientos sociales en la toma de decisiones acerca de los problemas colectivos globales, y, por último, no invita a combatir las causas sino los síntomas de estos problemas.
Fuente: www.responsabilidadsocial.mx
Durante la cumbre de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que se realizó en septiembre de 2015, la Asamblea General aprobó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la que define como “un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que también tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia” (Centro de Noticias de la ONU, 2015). La Agenda 2030 plantea 17 objetivos con 169 metas de carácter integrado e indivisible que abarcan las esferas económica, social y ambiental. Según el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, estos objetivos “son nuestra visión compartida de la humanidad y un contrato social entre los líderes del mundo y la gente. Se trata de una lista de tareas para las personas y el planeta, y de un plan para el éxito” (Centro de Noticias de la ONU, 2015).
Para la ONU, la Agenda 2030 es una iniciativa internacional de carácter colectivo que busca beneficiar a la humanidad. Pero, ¿Será que eso si es verdad? ¿La Agenda 2030 si se ejecutará por todos y para el beneficio de todos? ¿Podemos creer en lo que la ONU nos informa sobre esta iniciativa? ¿Se debe aplaudirla o criticarla? A mí me resulta muy sospechoso el que la resolución de los problemas colectivos globales dependa de los mismos políticos de los que los ciudadanos desconfían mayoritariamente. No obstante, considero que la Agenda 2030 no debe ser respaldada ni cuestionada incondicionalmente. A mi juicio, hay particularmente 3 razones para aplaudirla y 3 razones para criticarla, las que quisiera analizar en este artículo:
3 RAZONES PARA APLAUDIR LA AGENDA 2030
- 1. Retoma los Objetivos del Milenio
Hay que observar que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) no son lo mismo que los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Los ODM son ocho objetivos que, en el año 2000, los 189 países que pertenecen a la ONU se comprometieron a cumplir en 2015. La Agenda 2030, que incluye 9 objetivos más, “busca retomar los ODM y conseguir lo que estos no lograron” (Naciones Unidas, 2015). Según un informe que la ONU publicó en 2015, los esfuerzos realizados para alcanzar los ODM obraron resultados importantes pero insuficientes. Por ejemplo, durante los últimos 20 años hubo una gran disminución en la pobreza mundial. Mientras que en 1990 el 50% de la población mundial vivía con menos de 1,25 dólares al día, solo el 14% así lo hacía en 2015.
Se ha criticado a la ONU por no haber cumplido los ODM. Los cuestionamientos en este sentido son justos dependiendo de la forma como sean formulados. Yo creo que es justo criticar a la ONU por despertar expectativas imposibles y también por dar a entender que el cumplimiento de los ODM depende solo de los esfuerzos realizados tanto por los estados nacionales como por su parte. No obstante, no haber cumplido los ODM no es, en sí mismo, un motivo para criticar a la ONU. Ello no depende solamente de esta organización. Por el contrario, hay que celebrar que se haya avanzado en el cumplimiento de estas metas y, asimismo, hay que aplaudir a la ONU por invitar al planeta a ir mucho más allá de lo conseguido hasta este momento.
- 2. Propone una Alianza Mundial revitalizada
Como lo señaló el periódico El País de España, la Agenda 2030 se caracteriza porque invita a la sociedad civil, a la empresa privada y a las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) a contribuir al cumplimiento de los ODS por medio de una Alianza Mundial revitalizada. Aunque esto crea un problema al que me referiré más adelante, supone un reconocimiento, tímido pero oportuno, de que resolver problemas como la pobreza, la falta de educación y el desempleo no depende de los burócratas ni los políticos, sino de los ciudadanos que día tras día participan en las relaciones económicas en que se basa el desarrollo, las empresas que son las que crean la riqueza, y las organizaciones que representan a los diversos sectores de la sociedad civil.
- 3. Invita por primera vez a combatir abiertamente el calentamiento global y la desigualdad
Otra crítica de que tiende a ser objeto la ONU consiste en promover medidas insostenibles e ineficaces para actuar en contra del calentamiento global. El mismo cuestionamiento resulta aplicable a las acciones contra la desigualdad contempladas en la Agenda 2030. Nuevamente, estas críticas son legítimas siempre y cuando sean entendidas como una saludable advertencia respecto a los medios con los que se pretende enfrentar los problemas ocasionados por los fenómenos climáticos o por las economías mundiales. El calentamiento global (que es un hecho y no una opinión) constituye un terrible problema que amenaza a la humanidad y, en consecuencia, debe ser combatido por medio de la Alianza Mundial revitalizada. Aporta mucho, con miras a la consecución de este objetivo, el que la ONU plantee por primera vez la acción por el clima como un objetivo global fundamental. Esto es resultado de la introducción del paradigma de sostenibilidad, según el que el desarrollo debe concebirse desde tres dimensiones: la económica, la social y la medioambiental. Esto explica, a su vez, porqué la lucha contra la desigualdad aparece también por primera vez como uno de los ODS. La ONU considera que el desarrollo es resultado de relaciones económicas justas, que beneficien a todos los ciudadanos, y que protejan la naturaleza.
3 RAZONES PARA CRITICAR DE LA AGENDA 2030
- 1. Supone una visión prehistórica y errónea del desarrollo
Está muy bien que la ONU convoque a la sociedad civil y a la empresa privada para resolver de los problemas mundiales. No obstante, el desarrollo no depende exclusivamente de las políticas globales diseñadas por agencias multilaterales como la ONU, el FMI o el Banco Mundial. Algo parecido se pensaba en la Unión Soviética y ya sabemos cuál fue el resultado. Aunque influyen en el desarrollo, más de una vez las políticas diseñadas por burócratas han ocasionado catástrofes económicas y sociales. El desarrollo depende de actores e instituciones no estatales (los trabajadores y las empresas principalmente), y también de las políticas locales implementadas por los estados. Como señala Ian Vásquez, esto debería ser reconocido abiertamente para que se planeen políticas multilaterales en aquellos aspectos donde pueden influir realmente y alcanzar resultados positivos.
- 2. Puede implicar darle más importancia en la toma de decisiones globales a las transnacionales e instituciones políticas que a los ciudadanos y movimientos sociales
La Alianza Mundial revitalizada que propone la ONU es una buena iniciativa, pero dependiendo de cómo se la aplique. Aunque por medio del trabajo conjunto se puede contribuir a que se cumplan los ODS, ello se puede traducir en que se le dé mucho más poder a las transnacionales y a los estados nacionales que a los ciudadanos y los movimientos sociales que los representan sobre decisiones cruciales. Para evitar este problema, resulta oportuno crear mecanismos democráticos de decisión acerca de los problemas colectivos globales. De otro modo, serán muy pocos y solo los más poderosos los que terminarán decidiendo sobre el resto. No obstante, la ONU no contempla la idea de democratizar mucho más la toma de decisiones sobre los asuntos que gestiona. Los ODS no son un contrato social, como cree Ban Ki-moon. ¡Necesitamos desarrollar contratos sociales para poderlos cumplir!
- 3. No invita a combatir las causas sino los síntomas de los problemas
Aunque se debe celebrar el que la Agenda 2030 convoque a la comunidad internacional a cumplir los ODS, se debe criticar igualmente el que no invite tanto que se ataquen las causas de los problemas colectivos globales como sus síntomas. Por ejemplo, habla de “reducir el hambre” o de “disminuir la desigualdad” sin llamar la atención sobre las causas que producen estos fenómenos económicos y sociales (como, por ejemplo, las injustas estructuras económicas mundiales o la exclusión histórica de las comunidades subalternas). No sostengo que la ONU deba, como creen algunas ONGs, encargarse de esta labor. Si la ONU se propusiera combatir las causas de los problemas globales se comprometería más allá de lo debido con posiciones políticas e ideológicas particulares, perdiendo su imparcialidad. No obstante, podría al menos invitar a los estados nacionales, a las empresas privadas y a las ONGs, entre otros, a identificar las causas que producen los problemas globales. Una discusión global, pacífica y democrática, acerca de estas causas, contribuiría mucho más que otros medios disponibles a que se cumplan los ODS.
Se me podría objetar que, cuando habla de enfrentar el calentamiento global o la desigualdad, la ONU adopta posiciones políticas discutibles (para muchos, por ejemplo, lo malo no es la desigualdad sino la pobreza). Si bien esto es cierto, tales posiciones no son acerca las causas sino del contenido de los problemas. Por fortuna, la mayoría de los países que pertenecen a la ONU están de acuerdo en cuáles son los problemas globales. Si la ONU tomara posición respecto a las causas de dichos problemas, podría dejar de representar las posiciones comunes de los estados nacionales que hacen parte de esta organización, creando temibles conflictos políticos.
La Agenda 2030 merece ser aplaudida y criticada al mismo tiempo. Se debe reconocer que constituye una iniciativa colectiva que busca coordinar los esfuerzos de múltiples actores e instituciones internacionales con miras a resolver problemas políticos, sociales y económicos que afectan a todo el planeta, y que, por lo tanto, requieren del trabajo conjunto de la comunidad internacional. Ahora bien, dicho trabajo no obrará los resultados esperados si no se traduce en acciones que se basen en una comprensión adecuada de las causas del desarrollo, que sean elaboradas de forma democrática, y que inviten a combatir las causas y no los síntomas de los problemas colectivos globales.
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