por: David Perez-Reyna
Llegó diciembre con su alegría y eso implica que los trabajadores formales en Colombia tienen derecho a una prima de mínimo medio salario mensual. Esta prima es un derecho desde 1950 y llega en un buen momento: diciembre y enero traen consigo gastos adicionales. No obstante, esta prima no se aprovecha de la mejor manera, en parte porque no caemos en cuenta de lo que realmente es: un ahorro forzado que no genera intereses. ¿Por qué no aprovechamos mejor esta prima?
Supongamos que el salario mensual de María es 100 pesos. Por lo tanto, el ingreso mensual de ella todos los meses es 100, y en junio y en diciembre recibe 50 adicionales, por concepto de la prima. Es decir que el ingreso total de María en el año es 1.300 pesos: 1.200 que recibe como salario todos los meses (100 x 12) más 100 adicionales que corresponden a su prima (50 en junio y 50 en diciembre). Si, en cambio, el salario de María fuera 108,33 cada mes (1.300/12), el ingreso salarial de ella en un año sería el mismo, pero María podría usar los 8,33 pesos extra y ahorrarlos en algún producto financiero que genere una tasa de interés mayor a 0, y al final del semestre tendría más de los 50 (8,33 x 6) que recibiría con la prima. ¿Por qué María no hace eso?
Una respuesta es la motivación original del Decreto 2663 de 1950: la idea de la prima de servicios era forzar a las empresas a repartir las utilidades entre sus empleados. Una mejor manera hubiera sido que el decreto forzara a repartir una participación dentro de las utilidades de cada empresa. Así los incentivos se alinearían (a todos los trabajadores les convendría que a la empresa le fuera bien). No obstante, con la Ley 1788 de 2016, que establece que los trabajadores domésticos también tienen derecho a prima, la razón de la existencia de una prima es que es un derecho de un trabajador formal, y por eso todos los trabajadores formales deben recibirla, independientemente de dónde trabajen.
Otra respuesta es que, si María tuviera los 8,33 extra por mes, probablemente no los ahorraría, y entonces es mejor que se force a que ella los ahorre. Richard Thaler, premio Nóbel de economía de 2015, ha investigado ampliamente sobre este tipo de empujones (nudges): dado que es mejor que María ahorre, pero que ella no lo haría voluntariamente, es mejor empujarla a hacerlo. No obstante, Thaler recomendaría que María tuviera la opción de no hacerlo (opt-out), y, aún en caso de tener el ahorro forzado, es mejor que éste rindiera alguna tasa de interés.
Aunque María no puede hacer nada al respecto de su prima, una entidad financiera sí podría hacerlo. Por ejemplo, hay hogares que adquieren deudas a lo largo del semestre que pagan con la prima. Así como una persona puede pedir dinero prestado a una entidad en la modalidad de libranza, se podría usar la prima para poder apalancarse y poder pedir más recursos o a una mejor tasa. Esto ayudaría a que más personas disfrutaran de los beneficios del sector financiero.
La prima de servicios se inventó con la (buena) intención de que las empresas repartieran sus utilidades con sus empleados. Aunque la implementación no fue la mejor (ahorro forzado con tasa de interés de 0 por ciento, en vez de repartición de un porcentaje de las utilidades) y los trabajadores no pueden hacer nada al respecto, las entidades financieras están dejando pasar una oportunidad de lograr que más personas aprovechen las ventajas del sector financiero si no crean productos que se puedan usar con la prima. Al fin y al cabo, una prima no es un bono inesperado, sino un derecho.