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La sensación de recesión en periodo de repunte de la economía colombiana

Por David Bardey

Es bastante llamativo, hasta preocupante, sentir que a pesar de que la economía colombiana presenta cifras correctas, i.e. un crecimiento relativamente bueno y una inflación controlada, muestre un dinamismo tan débil, para no hablar de un estancamiento de la economía. En países desarrollados, especialmente los de la Unión Europea, cuando el PIB crece al 2%, los ciudadanos no necesitan ser economistas para percibir el dinamismo de la economía. En Colombia, en la situación actual, se tiene la impresión de que estamos casi en una recesión a pesar de contar con indicadores relativamente buenos. Más allá del tradicional fenómeno de recuperación o de convergencia de los países emergentes frente a los países desarrollados que hace que crecen de manera más acelerada, en esta entrada voy a desarrollar otros puntos relacionados con el contexto muy particular que caracteriza la economía mundial, su enorme incertidumbre y sus implicaciones para la economía colombiana.

EE.UU prendió la aspiradora a capital: Después de varios años de un quantitative easing muy fuerte, en el cual la FED inundó los mercados financieros de liquidez, esta decidió volver a una política monetaria más tradicional y, por ende, ha venido subiendo su tasa de interés. A pesar de un desempeño muy bueno de la economía de Estados Unidos y del incremento de la tasa de interés, Trump decidió que era buena idea tener una política fiscal expansiva con un déficit público del 4%. Desde lo económico, esta política no tiene mucho sentido, pues una política fiscal puede ser pertinente para reactivar la economía cuando esta se encuentra en recesión o con bajo crecimiento. Por otro lado, cuando las tasas son más altas, cuesta más financiar esta política fiscal expansiva. La razón de Trump es mucho más política que económica: necesitaba limitar la derrota en las elecciones de medio de mandato (¡quizás para alejar el riesgo de destitución!), lo que logró manteniendo la economía gringa en estado de sobre-calentamiento con una tasa de desempleo históricamente baja. Esta política ha creado un contexto muy preocupante para los países emergentes como Colombia. La combinación de una tasa alta de la FED y un déficit alto que se contra-balancea atrayendo capitales a EE.UU, hace que cualquier señal de debilidad de las economías de los países emergentes generan que los capitales se vayan para EE.UU. Aunque no fue la única razón, en alguna medida eso fue parte de los problemas recientes de Turquía y Argentina. En este contexto, Colombia es particularmente vulnerable porque como este país ha tenido la mala costumbre de posponer las reformas que permitirían incrementar su productividad (las entrevistas del Ministro de Industria y Comercio José Manuel Restrepo dan esperanza de ver cambios pronto), tiene que financiar su déficit comercial con inversiones directas para compensar. Por ende, cualquier señal de debilidad de los fundamentales de su economía, en particular alrededor de la sostenibilidad de su deuda, hace que los capitales se puedan ir del país, lo que lo pondría en una situación mucho más compleja. En particular, cualquier señal de que el Gobierno pueda incumplir la regla fiscal podría hacer que inversiones directas se queden en la aspiradora a capital que prendió los EE.UU de Trump.

Incertidumbre alrededor del precio del petróleo: por una razón conexa al problema de productividad que padece la economía colombiana, infortunadamente esta es muy dependiente del petróleo y de su precio. Como Colombia no ha desarrollado todavía una política industrial que le permita encontrar nichos de mercado en los cuales las empresas colombianas tendrían una ventaja competitiva en las cadenas globales de producción en el comercio internacional, una de sus principales fuentes de recaudo depende del precio del petróleo. El problema para Colombia es que hay que volver bastantes años atrás para observar una incertidumbre tan grande sobre el precio del crudo. En efecto, desde hace dos semanas el embargo que impuso EE.UU. a las exportaciones de petróleo de Irán está vigente y escenarios muy impredecibles pueden ocurrir. Al principio, se pensaba que eso iba a resultar en un incremento de su precio, pero frente a las amenazas de Irán de bloquear el corredor de Hormuz por el cual transita aproximadamente el 20% de la producción mundial de petróleo, Trump tuvo que suavizar este embargo permitiendo a países importantes en las importaciones de petróleo iraní como China, India e Italia de seguir con sus importaciones sin padecer de las represalias de EE.UU. A esta crisis se suma el caso del periodista saudí asesinado en su embajada en Turquía. Si a primera vista esta otra crisis podría contribuir a incrementar el precio del petróleo, es más probable que sea un arma de Trump para obligar a Arabia Saudita a seguir produciendo mucho petróleo para contrarrestar la reducción impuesta a las exportaciones de Irán.

 Estos dos puntos (hay otros, como por ejemplo la situación de Venezuela y la gestión de los migrantes, o Italia y su política “retrechera” con la Unión Europea, y el pasivo poco glorioso de los bancos italianos que pueden hacer temblar el sistema financiero mundial) muestran que, además de sus dificultades domésticas crónicas, Colombia enfrenta una coyuntura mundial muy inestable y difícil de anticipar. En este contexto asombroso, revelar cualquier señal de debilidad de su economía puede ser fatal para la economía colombiana. Ojalá el Gobierno tenga este panorama en mente elaborando la ley de financiamiento y que los congresistas muestren responsabilidad en sus reparos a esta.

       Dibujo: ¡David Bautista!

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