Verde césped

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Pep, el rey del juego

No importa que no vuelva a ganar la Champions. No importa si en la siguiente temporada el City o el equipo que dirija se va al descenso. No importa. Y no importa porque Josep Guardiola ya está en el Olimpo de los mejores entrenadores de la historia del fútbol. Y es el más influyente de los recientes 20 años. Heredó la ideología de Johan Cruyff, la de Menotti, la de Rinus Michels, y fue el gran artífice del mejor equipo de todos los tiempos. Porque no es verdad que el Barcelona 2008-2012 jugó así solamente porque tenía cracks. Cuando Pep asumió el primer equipo culé, Xavi e Iniesta no brillaban y no tenían tanta continuidad. Desistió de un tal Ronaldinho, lo cual, en su momento, fue visto como una brutalidad. Y, afortunadamente, fue quien lideró la madurez futbolística de Lionel Andrés Messi Cuccittini.

Ese Barcelona, ese que brillaba en el verde césped, que bailaba a los rivales, que se puso de hijo al Madrid, que tocaba y tocaba, que hacía el verdadero pase a la red, fue la base de la selección española que ganó su primer Mundial en Sudáfrica 2010.Es cierto que dos años antes fueron campeones de Europa con Aragonés, pero para ser campeones del mundo necesitaban un mejor nivel y lo encontraron con el progreso que tuvieron Puyol, Piqué, Busquets, Xavi e Iniesta, además de la inteligencia de Del Bosque. Y Con ellos volvieron a ser los reyes del Viejo Continente en 2012. Un combinado que quedará en la eterna memoria futbolera gracias a jugar bien, que es lo que hace que sean recordados por siempre, porque es mentira que lo único que sirve para alcanzar la gloria es ganar.

Volviendo al rey del juego, Pep, tras su descanso de un año en el que vivió en Estados Unidos, tomó al Bayern Múnich. Y se adueñó de la Bundesliga. Y logró que también fuera un deleite verlo. En Alemania hace mucho no presenciaban un equipo que jugara así. Porque él ama la pelota, ese sagrado objeto por el que nos volvimos inseparables del fútbol y que, extrañamente, algunos crecen y lo desprecian. Él no se imagina especulando, siendo cobarde, mezquino o amarrete. Es valiente, quiere que sus dirigidos sean los protagonistas  y vayan siempre al frente. Cero mediocridades. No ganó la Champions en el club bávaro, y no importa.

Ahora, en Manchester City, ha revolucionado el fútbol inglés. No tanto vértigo, más pausa, mayor toque, mejor espectáculo y, además, resultados. Porque dominó la Premier anterior con un juego que todos  quisieran imitar. La actual, la pelea con el Liverpool de Klopp, otro técnico valioso porque siempre va al ataque. Él, como otros más, encontró en Guardiola un faro. Gracias al de Sampedor hemos visto equipos como el Napoli de Sarri, quien también implantó esa idea en un atractivo Chelsea, en su primera temporada. Y muchos estrategas del planeta, desde que observaron los modos de Josep, han intentado reproducir la idea del tercer hombre, un sistema en el que siempre los futbolistas formen triángulos para no dejar de tener opciones de pase y, sobre todo, ese esplendor plasmado en el Camp Nou.

Así que, en mi opinión, no es relevante que Guardiola no gane esta Champions o alguna otra. Es un hombre que demostró que por el camino de la brillantez y la excelencia se pueden conseguir los triunfos. Y que, si no se logran, de todas formas te puedes quedar tranquilo porque no traicionaste tus convicciones. Un genio al que hay que agradecerle que veamos equipos ofensivos y que intenten jugar bien, y a quien hay que escucharlo y aprender. Su legado, que lo empezó a forjar mientras se desempañaba de volante central en el Barcelona de Cruyff, que lo continuó elaborando en el Barcelona B, y que siguió construyendo en sus charlas con Menotti y Bielsa, ese que tiene un conocimiento monumental, ya es imperecedero.

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