Cuatro equipos, tres partidos, una semana para conocer al nuevo rey del fútbol. La moneda está en el aire, cualquier cosa podría pasar en las semifinales y en ese juego del 18 de diciembre una semana antes de navidad.
Los bicampeones Francia y Argentina, parten con alguna ventaja y también mucha presión en sus llaves. Croacia, subcampeona y bien acostumbrada a las epopeyas aspira de nuevo a poder levantar el cetro; Marruecos, sorprendente y abanderada de toda Africa, y del mundo árabe está pletórica, invicta y sin haber concedido goles –apenas un autogol-, necesita una hazaña para llegar a la final, destronar a los campeones, reivindicar un pasado colonial con una simple pelota.
Qatar ha traído sorpresas y también ha ratificado certezas. Francia es mucho más que Mbappé y el ajuste del equipo a las lesiones, las malas rachas europeas del 2022, y un vestuario descompuesto hasta hace poco, han dado nuevamente brío al once galo. Hay más alternativas, juego pragmático, actuar eficiente y gestión gregaria. Lloris vuela de palo a palo, la defensa es floja en el uno contra uno, pero solidaria y resoluta; Rabiot y Tchouameni fluyen como básculas mientras que Griezmann desarrolla una versión única de creador/destructor mientras que Giroud vuelve oro lo que toca, Dembele distrae y Mbappé hace goles por aquí y por allá como máximo anotador hasta ahora en tierras qataríes.
Lo de Croacia podría ser sorpresa para unos cuantos a los que les gusta hablar de los mismos nombres, pero no para el fútbol de este siglo. Los ajedrezados balcánicos son subcampeones del mundo y ya están de nuevo entre los cuatro mejores del planeta. Todo gira alrededor de Modric con 37 años. El capitán croata es un gladiador. Su abuelo fue asesinado por los serbios cuando él apenas tenía 6 años, desde entonces su vida ha sido un sin fin de luchas. Hace 4 años lloraba al perder la final ante Francia, el viernes dejó a Brasil en el abismo con un pase magistral que supuso el empate y un penal pateado como dios.
Su estirpe inspira a todos. Además, tiene en Dominik Livkovik a un cerrojo bajo los palos y toda la selección juega con espíritu de mosqueteros: no están muertos hasta que lo están; juegan al fútbol con el alma, no sólo con el balón.
Argentina es una erupción de emotividad. Lionel Scaloni con 44 años dio en la tecla de un colectivo que sobrevivía en la individualidad. Superar el muro de poder levantar un título en el mismísimo Maracaná hace 18 meses, significó un paso de credibilidad hacia una seria aspiración mundialista.
Caer contra Arabia en el primer partido fue un gran medicina. Se liberaron tensiones, se ajustaron errores, y se rearmó el equipo del hoy y no de las estadísticas, los invictos y los egos. Desde aquel día hicieron dos goles por partido, Messi manda en el campo y grita fuera de él, algo necesario para un país y un equipo tan dado a la adrenalina, y melancólico en la diplomacia, lo sutil, y lo ingenuo.
Dibu Martínez es polémico ante el mundo pero un guardián del arco; Rodrigo de Paul, Enzo, Molina, Alvarez, Romero son un cúmulo de chiquillos que crecieron viendo a Messi, y hoy abrazados a él, sueñan con la Copa: una combinación perfecta de energías, roles y ambiciones.
Para agradecer tanta belleza… Marruecos y así Africa, aterrizaron por fin en unas semifinales después de 92 años de Copas del Mundo. Los “Leones del Atlas” ya hicieron historia pero están sedientos de gloria. Les cae Francia en la semifinal, el mejor rival para poner adrenalina a un partido que se jugará en medio planeta.
Bono es un portento de arquero que recuerda a Zaki Badou en 1986. Para cábalas, Alemania eliminó a aquel equipazo y perdió la final con Argentina: Francia está en esa encrucijada.
Hakimi celebra cada paso recordando que es un nacido en Getafe pero un reivindicador del Magreb. Estar en semifinales ya es una “copa” para Marruecos, pero soñar con la final pasando por encima de la regente campeona es el escenario perfecto para dejar una huella milenaria en el fútbol. Eso lo saben los 11 que jueguen el miércoles y todo un país, un continente, una raza que estará con ellos.
Gracias Qatar por todo esto.