Obtener 97 puntos de 114 no es suficiente para ser campeón…en Inglaterra. A falta de dos partidos, el Liverpool con 91 puntos, vive unos días de ilusión y angustia. Los Reds no celebran en la Liga desde 1990 cuando aún había polvo en las calles de Berlín tras la caída del muro.
Su inmediato perseguidor, el City con 89 puntos tiene tres partidos pendientes y podría hacer 98 puntos y arrebatar el cetro inglés a los apasionados de Anfield Road.
El duelo a muerte entre ambos equipos de aquí al 12 de mayo, -última fecha-, refleja una competición preciosa, que hoy alardea con muchos ingredientes, el ser considerada la más bella de Europa.
Cuando el balón inició a rodar en Inglaterra para la Liga 2018-2019 el pasado agosto, seis equipos partieron con aspiraciones serias de título: –Mancherster City, United, Liverpool, Arsenal, Tottenham y Chelsea-, dos más que el tradicional “Big Four” que eclipsó la competencia por varias décadas; y con una afición siempre expectante a la espera de un milagro como el ocurrido en 2016 con el Leicester City.
Los seis grandes aspirantes, cuentan además con entrenadores extranjeros: Klopp, Guardiola, Sarri, Pochettino, Emery, Solskjaer. Todos con formas y escuelas diferentes que dan un sabor exquisito a sus equipos, a la afición, y al fútbol como ciencia, deporte y vida.
Mientras Klopp mantiene su fe en el Vollgas-Fußball –fútbol a todo gas-, Guardiola no cambia su amor a la posesión y al estilo antes que al resultado. Un escalón abajo y lejano al título, pero revolucionario, Mauricio Pochettino encumbró a los Spurs en el último lustro a ser parte de la élite, y transformar al club en su gestión, y reivindicarlo en su orgullo: el Tottenham es tercero en Inglaterra y semifinalista en Europa, sin haber hecho un solo fichaje en la última temporada-. Ningún equipo inglés se atrevió a tanto desde 1992.
Chelsea, Arsenal y el United libran su propia batalla por acceder a Champions, y con ello garantizar el interés para atraer a jugadores que revaloricen especialmente a los Gunners y a los Red Devils que llevan buen tiempo sin brindar con la corona inglesa.
Entretanto, las gradas en los estadios no sucumben a la otrora violencia, pero sí colapsan en júbilo cada tres días con partidos llenos de intensidad, vértigo, y una conexión mágica entre el aficionado y su equipo.
No importa el estadio: llámese Goodison, St. James, Old Trafford, King Power, Emirates o Craven Cottage, la atmósfera es parte vital de cada partido y esa energía colectiva lleva al frenesí hasta el minuto 98 o más de cada encuentro.
“Hay un diálogo único entre el campo y la afición”, decía Xabi Alonso. “Es un fútbol más primario que identifica a todos” comentó en la televisión Jorge Valdano.
Además, del fútbol clásico inglés -para muchos aburrido y uniforme, para otros estratégico-, hoy se dio un salto a la creatividad e innovación desde los banquillos, pero también ejecutada en el césped por hordas de jugadores extranjeros.
Si hace 27 años el 70% de los jugadores de la Premier eran ingleses, y un 27% europeos; ahora solo el 34% son ingleses, 46% europeos, 9% africanos, 7% sudamericanos y un restante mezcla de Estados Unidos, Oceanía y Asia, de acuerdo a cifras del WorldFootball.net, publicado en The New York Times. Todo ello, es un descomunal rompecabezas de naciones, genes y razas tras un balón en un mismo país.
Algún crítico y tal vez adulador nacionalista dirá que pierden los ingleses. Contradice aquello, que hoy por hoy la Selección Nacional cuenta con la mejor generación desde 1990, cuarta en Rusia y con potencial de aspirar por títulos en los próximos años bajo el mando de Gareth Southgate.
La prensa seria destila análisis literarios en los suplementos deportivos, las cadenas proyectan diálogos profundos y llenos de un debate parlamentario en torno a una jugada, y en la geografía de todos los pubs, se encuentra junto a una cerveza la más ferviente construcción colectiva de memorias en torno a este precioso deporte.
En el país de las reinas y los castillos, la Premier se convirtió también en un espacio de ensueño y utopía. Hace ya un par de décadas Arsene Wenger dio los primeros pasos para enriquecer la cuna del fútbol: introdujo el yoga en los entrenamientos, puso maniquíes para mejorar estrategias en el ataque, diseñó códigos de conducta, y fue el primer extranjero en coronarse con la Premier.
Hoy, Klopp y Guardiola aspiran -por primera, y segunda vez respectivamente- ser los reyes de Inglaterra; pero con ellos, es el fútbol, la afición, y todo el planeta quienes brindamos por disfrutar cada tres días de la mejor Liga del mundo en la actualidad.