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EL ADIOS DE MESSI

Como el peor de los vaticinios, Messi se va. Felices todos los egocéntricos de sofá que disfrutan las tragedias sin haber hecho un gol en su vida, también los magnates que a punta de dinero tienen roto al deporte más lindo del mundo, tristeza absoluta en el centro de todo esto: el jugador, y al lado de él, la afición que más allá de las calles de Barcelona donde se respira la vida culé, trasciende en millones de recodos del planeta donde más que el club, el jugador, la bestia, el animal sobre el césped, tiene seguidores, amantes, apoyos, corazones.

Con la marcha de Messi, todos perdemos. Seguro algunos madridistas y tal vez otras víctimas de la «Pulga» se froten las manos de ver la sangre correr en Camp Nou, pero lo ocurrido es una debacle para el fútbol.

Después de acordar su vínculo como menor de edad con el Barça, a través de una servilleta, el mejor jugador en la historia del club se tiene que ir contra su voluntad porque no hay poder humano en el 2021 para arreglar alguna fórmula que permita que su leyenda tenga el punto final donde empezó.

Que atrapamiento humano por el dinero: hoy él, mañana otros, pasado mañana, todos. El dinero y su numeraria en unos retazos de papel tiene abocada a la humanidad a un trágico desquicio.

Miserable vida que depende y queda encerrada en sus más grandes voluntades a lo que determine el “dios” dinero. Derrota de todos. Lágrimas de Messi que demuestran los retrocesos de cada uno de nosotros en estos 16 años desde que él pisó el Camp Nou, y ahora tiene que irse sin ninguna otra opción de por medio.

Pero este caso rimbombante y que me genera lágrimas, sueños y pesadillas es la crudísima realidad que padecen miles de equipos en el mundo: casi todos no pueden mantener a sus jugadores, a sus capitanes, a sus leyendas… el dinero pesa más que cualquier cosa, y los clubes antes pequeños, hoy casi todos, no logran aguantar a sus estrellas, pagarles sus multimillonarios contratos, ilusionarlos con el amor a una camiseta. La vida vale, el jugador vale… pero sólo dinero.

Soy hincha del Barça desde 1993, sigo a Messi sagradamente desde 2005 cuando llegó al primer equipo. Mi vida se conecta y rememora en muchos sentidos recordando sus goles y hazañas: dónde estaba yo, qué hacía, cómo celebré o lloré “junto” a él, sus victorias o sus caídas. Estos 16 años tienen muchas explicaciones en mi existencia, pero varias, un sinnúmero… siempre conectadas al Barcelona, y a este equipo con Messi.

Todo esto ha terminado hoy, y con ello, una forma de explicar mi existencia, de recordarla, de entenderla, de revivirla.

Dichoso que puedo escribir esto y todos los que lo hemos vivido. Que belleza estar sufriendo y llorando por ser un seguidor de Messi, y del equipo donde estuvo vinculado hasta esta noche. No todos los clubes logran encontrar su relato tan intrínsecamente vinculado como este Barcelona de Messi, o este Messi al Barcelona. No todos los aficionados al fútbol logran tener la fortuna de que su amor está donde un jugador por 16 años hizo más grande a un club, y un club se moldeó un poco mucho a la figura del jugador desde su adolescencia hasta el preludio de su retiro.

No pasa todos los días. Creo que no ocurrirá más en esta vida que hoy palpito. La partida de Messi es el cierre de un cuento precioso en el que siempre me sentí parte; la salida de Messi rompe al fútbol para dejar al deporte en manos totales del dinero, los mercenarios que harán de la pelota un cuadrado con el signo $, y donde lo humano y mágico alrededor de un balón será un bello recuerdo de estas tristes y paradójicamente bellas épocas que se están extinguiendo y por las que hoy no tengo otra forma mejor de escribir lo que siento, más que, llorarlo…llorarlo en triste silencio.

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