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13 GOLES, 11 PENALES y UN AUTOGOL

Por esas carambolas de la vida tuve el premio de ver hoy 13 goles, 11 penaltis, un autogol y 250 minutos de fútbol y espectáculo. La Eurocopa salió de su letargo y aburrido inicio de fase de grupos donde impera el cálculo y la especulación.  A ello se suman el cansancio de jugadores con más de 80 partidos en el último calendario, con un cupo exagerado de selecciones auspiciado por la UEFA para generar más dinero y erosionar a la competencia.

Sin embargo, con un espíritu de rebelión los partidos de octavos de final entre España vs Croacia, y Francia vs Suiza resultaron unos platos futbolísticos maravillosos, de esos que se pueden degustar como un banquete desde el inicio hasta el final.

España con un equipo renovado, plagado de juventud y “carente» de gol en sus últimos tiempos, ha ido encontrando en esta Euro el ritmo y un tono para enfrentar rivales, sacudir la presión mediática y afinar puntería frente al arco contrario. Pero como una tragedia del destino, la primera puerta que encontró ante Croacia fue la propia.

El novel Pedri que siempre juega hacia adelante, hizo un retorno desde medio campo a Unai. El vasco con todo bajo control falló el cálculo y en lugar de regresar pase, permitió que el balón le besara el zapato y se fuera a la red.

Un baldado de agua fría para España que siempre acusa estos golpes que terminan en tragedias. No fue el caso de hoy en Copenhague. Tras 15 minutos de tambalearse en la cornisa, el equipo de Luis Enrique, encontró fuelle frente a la muralla croata y en un intercambio de rebotes marcó la igualdad gracias a Sarabia.

En el segundo tiempo, la Roja, vestida de blanco salió por el partido. Ambición, y buen juego permitieron soñar con cuartos tras dos goles, uno de Azpilicueta, y otro en un logro de juego posicional que remachó muy bien Ferrán Torres.

El equipo volvió a su espesura de otros partidos y en lugar de acabar el partido se confundió. Grave error. Croacia es como un ejército de 300 en las Termópilas y mientras no mueran pueden resucitar siempre y ante quien sea. Así fue el caso, y en un lapso de seis minutos antes del pitazo final igualaron con dos goles hechos de empuje y de rabia.

En tiempos extra, cuando la batalla parecía extenderse al infinito, España recuperó la furia y Morata en un descuido sacó una volea para dar vida a su patria y silenciar miles de bocas que lo tienen como blanco desde hace un tiempo. No satisfechos con esa ventaja, Oyarzabal dio un giro en el área tres minutos después para sentenciar el encuentro. España por primera vez a cuartos desde 2012; algunos ya piensan en las semifinales pero antes el escalón de Suiza parece más complejo de lo que el nombre helvético dice.

Adiós al Campeón del Mundo

Los suizos, también de blanco como un presagio siguiendo a la fortuna de España estaban en Bucarest esperando al Campeón del Mundo: Francia. Todas las apuestas  favorecían a los galos no sólo por avanzar, pero además con la candidatura a reyes de Europa. Cantaron muy rápido las casas de pronósticos y los titulares sin contexto.

Francia desdibujada desde hace tiempo, y con preocupación de muchas voces en los campos de Clairefontaine no alteró el curso y se atoró sola.

Sin flujo de juego y con una fase de grupos discretísima donde sólo ganó un partido con autogol, y en la que su “fenómeno” Mbappe se fue sin gol, siguió en la misma tendencia. Suiza al ver el estado vulnerable de su rival dio un paso al frente y encontró la ventaja con un testarazo al palo derecho de Lloris.

Así se fueron al descanso. Francia salió igual de pusilánime y Suiza con orden y cohesión de equipo esperaba dar el golpe definitivo. Llegó la oportunidad de la sentencia pero Gutierrez lleno de miedo pateó un penal a las manos de Lloris.

Francia con el uniforme sin ensuciar sintió la alarma. Sacaron la estela que tenían de Rusia 2018, y se metieron al partido. Bastaron unas combinaciones de pundonor más que de fútbol y Bezema dio vuelta al marcador con un doblete. Al minuto 75, Pogba calculó un buen misil desde 30 metros que coló por la esquina superior de la cabaña suiza. Celebró con baile, teatro y como si fuera dueño de un circo. Casi se quita la camiseta para intercambiarla. Se olvidó que el partido no había acabado…

Los suizos, hicieron cambios, refrescaron las piernas pero mantuvieron las ideas y la concentración. Seferovic apareció con un potente cabezazo y redujo la diferencia: 2-3

Del banco francés no se veía norte y en el campo tampoco. Los galos inmutables sentían que la mínima era suficiente para estar en cuartos. Nuevamente error de estrategia del entrenador y del equipo. Flácido de carácter y con Mbappe desaparecido, fue Suiza la que en último minuto apareció con un pase filtrado de Xhaka a Gavranoviuc: definición perfecta que marcó el extra tiempo: el segundo de esta mágica jornada.

Media hora más de ímpetu suizo cada vez más mermado por las piernas, y Francia sin encontrarse así misma, menos aún su gol. Ya sin Benzema, ni Griezman, Mbappe quedó abandonado por Girou con quien no se entiende y Pogba desapareció tras su baile atemporal. Los dos equipos negociaron intrínsecamente la llegada a penales.

Allí tras nueve tiros de ambos bandos perfectos y sin chance para Lloris y Sommer, se asomó Mbappe para su lanzamiento. El portero suizo le adivinó y lo paró. El diez francés se quedó sin penal, sin gol y sin clasificar con Francia. Los campeones del mundo se van a casa rápidamente, tendrán que reorganizar el barco si quieren aspirar en grande para Qatar en 16 meses.

Suiza, maltrecha y ensuciada, pero orgullosa y sólida espera a la rebelde España. La Eurocopa entró en una fase mágica y de aquí en adelante no sólo habrá muy buen fútbol si no más lecciones para la vida, y la reivindicación de los equipos en un mundo atribulado por inoperantes individuos.

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