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Publicado el David Leonardo Carranza Muñoz

Los hinchas y el marketing: Jaguares 4 – Millos 1

Gustavo Torrijos –  El Espectador

“Nadie habla del primer tiempo de Millonarios”, dijo Gamero en la rueda de prensa. Y sí. Si Millonarios perdió 4 -1 no hay razón para hablar de eso. Me emocionó su llegada al equipo y disfruto que el técnico sea un ídolo de otros tiempos. No quisiera que lo despidieran y por supuesto que le deseo lo mejor, pero hay que tener los pies en la tierra. Millonarios no gana por liga hace 11 fechas, es antepenúltimo y tiene dos puntos de doce.

El tiempo es cíclico y nos juega malas pasadas. Desde 2004 el equipo no estaba en una situación tan penosa. Un poco antes, cuando éramos niños, con los amigos del barrio nos burlábamos de los eternos equipos de la B, que parecían una leyenda, pero cuyos nombres nos llegaron de algún lugar. Entonces uno decía que se pedía a Patriotas y otro a Alianza Petrolera. Ni siquiera conocíamos a Equidad o Jaguares.

Ahora resulta que el equipo de Córdoba le propinó la mayor goleada de su historia en la máxima categoría a Millonarios, que a las 5:47 de la tarde del domingo hay que escuchar cómo le cantan el ole en las tribunas a un equipo perdido y sin alma, y que, a falta de ídolos, los hinchas no tenemos un número favorito para estampar en las camisetas.

Ni el 1 de Wuilker, en quien confío, pero que parece rezado por un brujo que viste de rojo; ni el 22 de Duque, que había agotado el número dos en las tiendas en los torneos pasados; ni el 14 de Macalister Silva, que afortunadamente tuvo la sensatez de no pedir el 10 porque su juego no se acerca a la dignidad de ese número.

Sin embargo, hay gente que viaja a ver a Millos, que se pone la camiseta sagradamente todos los días de partido y que planea su día para ver a los once muchachos vestidos de azul. Una fe que envidiaría el Vaticano entre su hueste.

Es hora de maldecir esta fidelidad ciega. Hasta dónde nos va a llevar el aguante. Ya vendieron alrededor de 10.000 abonos para el 2020 de un equipo que en el primer semestre de 2019 perdió la oportunidad de llegar a la final de una manera insólita y que en el segundo ni siquiera clasificó a la fase final. La única contratación de calidad de un año a otro fue el técnico. Los jugadores que trajeron, aunque no podría decir que son malos, no son de primer nivel. Cuando la desesperanza gana, creo que esta lealtad no es más que un sentimiento atrapado en una estrategia de mercadeo.

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