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Publicado el Andres Vargas

Novak Djokovic hace historia en el Masters de París

Fabián Valeth Orozco @Harryelpote

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El serbio fue superior en la final a Milos Raonic y conquistó París por tercera vez en su carrera. De paso, llegó a las 600 victorias en su carrera y alcanzó una marca histórica en tierras francesas.

Foto: AFP
Foto: AFP

Djokovic fue el antídoto de los potentes servicios de Raonic. El número uno del mundo encaró con paciencia e inteligencia el reto que significaba el canadiense en la final del Masters 1000 de París y lo venció con un claro 6-2, 6-3 para alzar por tercera vez el trofeo en el Palais Omnisports. Milos no fue el mismo que se presentó ante Bautista-Agut, Federer o Berdych y desentonó en el escenario menos apto, en el que significa la lucha por el título. La explosión en su saque apenas se vio en pequeños tramos del partido, situación que aprovechó Djokovic para sacar ventaja e ir construyendo el camino del triunfo; ese que lo llevaría a las dos decenas de Masters en su carrera.

En apenas 1 hora 20 minutos, el reciente padre de Stefan vio la luz en el techado complejo parisino. Luchar contra Raonic y su servicio parecían desafíos complejos que necesitaban de un día efectivo desde el propio juego y que la raqueta del norteamericano no fuera un detonante, un misil que no tuviera retorno. Y para fortuna de Djokovic, ambas circunstancias fueron el común denominador del encuentro que desde el principio vio la inestabilidad del de Pogdorica y la consistencia y efectividad del nacido en Belgrado. Para Djokovic sólo fue cuestión de mantener en calma su saque, sin que corriera peligros, y ser un devorador desde la devolución; aprovechar la más mínima chance que desde el saque ofreciera Raonic. Y las chances fueron infinitas porque el canadiense no tuvo su mejor día con la que es su principal arma en los partidos. En todos los juegos de saque de la primera manga sufrió oportunidades de break y fue quebrado en dos ocasiones, fiel radiografía de lo endeble que fue su golpe más mortífero.

El domingo en París no fue amable con Raonic que nunca vio la posibilidad de soñar con remontar, o por lo menos, soñar con equilibrar las acciones del un encuentro que se desviaba para los lados del balcánico. La perdición del diez del mundo se hizo más evidente al volver a ceder su saque en el preludio de la segunda manga y al no encontrar la fiereza de hacerle batalla al serbio desde el fondo: siempre insistió en golpear hacia el revés del contrario y poco probó ante la derecha; Djokovic en un momento era capaz de leer el siguiente golpe de Milos. Perdición norteamericana, nuevamente sin nada en las manos en su segunda final de Masters 1000.

En un partido consumado sólo faltaba el «game, set and match» del juez de silla, cuatro palabras que aliviaron el sentir del nuevo padre y que revitaliza sus fuerzas de aquí a Londres. Con las manos arriba, Novak se convierte en el primer tenista capaz de retener el título en el Masters de París desde 1972 y toca con sus dedos el vigésimo trofeo de esta categoría en su carrera, sólo a tres de Federer y a siete del líder Nadal. Ya son tres consagraciones en la Ciudad Luz, una ciudad que le viene bien en los últimos años y donde pone pie inicial en busca del apoteosis del año: el Torneo de Maestros. Un trofeo que viene de la mano de 600 victorias, un logro alcanzado por pocos y a los que Djokovic hoy se une con honores.

 

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