Luis Enrique está rompiendo todos los esquemas de la comunicación con sus directos en Twitch durante el Mundial desde todos los puntos de vista, pero ha sido sin duda este pedazo del tuit incrustado abajo el que en lo táctico y deportivo más ha causado furor en la redes.
No confundir el perfil del jugador con su papel. Luis Enrique sobre el tema del “falso 9” en #España: pic.twitter.com/hGOLilaS46
— Marcos Allué (@alluemarcos) November 18, 2022
Lo ha sido porque desde aquel 2 de mayo de 2009 en el que Pep Guardiola alinease a Lionel Messi en la punta del ataque del Barcelona, que a la postre ganó con un histórico marcador de 6-2 al Real Madrid, el concepto de «falso 9» o de «falso delantero centro» se ha convertido en un brumoso habitante de la cotidianidad de las transmisiones televisivas, tertulias deportivas y textos de análisis futbolístico, y de ahí a la boca de los aficionados. Y en ese barullo, había cierto consenso en que la España de Luis Enrique hacía uso del falso 9 en su modelo de juego cuando el entrenador asturiano alineaba entre otros a jugadores como Dani Olmo, Ferran Torres o Mikel Oyarzabal en el centro del tridente ofensivo de su 4-3-3, a pesar de que, con clarividencia, algunos analistas especializados dieran del aviso de que en realidad no era así.
Mikel Oyarzabal no está jugando de falso 9. Su comportamiento de hecho es más agresivo, más de delantero, que Mayoral. Está jugando de 9 como una catedral de grande. Porque es lo que necesitaba España.
— Miguel Quintana (@migquintana) June 30, 2019
En su explicación, Luis Enrique da en la clave de por qué lo de su equipo no es un ‘Falso 9’, sino un delantero centro al uso: porque la ocupación de espacios y el relacionamiento de ese jugador con los centrales rivales es la que en el papel se espera de un delantero centro, a pesar de que el perfil de algunos de los jugadores que selecciona en esa posición sea distinto al de la foto que sale en el diccionario.
La ineficiente comprensión y comunicación que se hizo del concepto cuando comenzó propagarse provocó que haya una gran cantidad de aficionados (y profesionales) que se quedó con la idea de que lo que diferencia a un ‘Falso 9’ de uno «verdadero» es precisamente el perfil del jugador y no el cómo vive la posición en el campo, llevando así la ilusión de que casi que cualquier atacante ubicado allí que sepa que la pelota es redonda y que mida menos de 1.80 es entonces un ‘Falso 9’, concepción que proclamaría como falsos delanteros centro paradigmáticos como Romario o Gerd Müller .
Peor aún, otros comenzaron a identificar como falso a todo aquel delantero central que osase alejarse del área en el trámite del juego, algo que seguiría descartando a gente como Romário o Müller, pero también a Ronaldo Nazario, Christian Vieri, Davor Suker o Gabriel Batistuta, por nombrar cuatro prominentes «número 9» que jugaron el Mundial de 1998.

Conviniendo que de los nombres citados anteriormente ninguno era un falso nueve, ¿cuál sería la forma correcta de dirimir si un delantero centro es falso o verdadero? Quizás la mejor manera de aclararlo sea remontándose un poco a la historia de la nomenclatura, que no se originó con Guardiola y su Barcelona, sino que viene en realidad de la década de 1950.
La invención de Gianni Brera
Brera fue un periodista deportivo italiano del siglo XX que es considerado el padre del periodismo deportivo (de fútbol, en realidad) moderno, pues fue él quien se inventó que narrar, describir y analizar tácticamente un partido era la función principal de un periodista dedicado a esto, además de ser el creador de varios de los neologismos que hoy damos por sentados como «de toda la vida», pero que en realidad aparecieron en la segunda mitad del siglo pasado. Dentro de su ramillete de invenciones está, por ejemplo, la de «centrocampista» para referirse a los jugadores que ocupan el espacio entre la defensa y la delantera, o, por supuesto, la de «falso delantero centro». ¿Por qué tuvo Brera que inventarse ese vocablo?
A finales del siglo XIX, el sistema que hoy conocemos como piramidal (El 2-3-5) se estandarizó en el fútbol profesional británico y la nomenclatura utilizada por los ingleses para describir las posiciones de ese sistema terminó siendo la forma universal de describir la posición en la que los futbolistas jugaban en el campo. La lógica que seguía esa nomenclatura era distinta a la actual y en lugar de referirse exactamente a la ubicación en el campo o dentro del sistema de juego de un jugador, estaba más relacionado con el lugar en el que se ubicaba dentro del dibujo táctico 2-3-5 según dos criterios: uno, si se trataba de un «back» (Zaguero), «half» (Medio) o «forward» (Delantero); y dos, si se ubicaba en la derecha, la izquierda o el centro, y en el caso de la línea de «forwards» si además era uno de los jugadores exteriores –y en ese caso eran llamados «Outsiders» o «Wingers»– o interiores –y por lo tanto «Insiders»–. Luego, con la llegada de los dorsales, esa nomenclatura se ataría a los números de la camiseta asignados para el sistema piramidal, de modo que el «centreforward» (centrodelantero) lucía la camiseta número nueve, dando lugar a la equivalencia que se mantiene hasta nuestros días.
Como es de esperarse, entre el fútbol de 1880 y el de la década de 1950, el fútbol evolucionó tácticamente y se hizo más diverso de lo que era en ese entonces. La comunicación táctica corrió a rezago de todas esas modificaciones y novedades. Aunque estuvo más o menos avispada para darse cuenta de la existencia de diversos sistemas de juego, no tuvo tanta cintura en lo referente a los nombres de las posiciones.
No porque no notasen comportamientos posicionales diferentes sino porque al forma en la que afrontaron esas variaciones fue demasiado rígida: los jugadores siguieron siendo descritos a partir de la nomenclatura del siglo XIX, pero añadiéndole apellidos, lo que dio lugar a voces tan enrevesadas como la de «Delantero Interior Vagabundo» para referirse a un número diez o número ocho que en lugar de jugar como «Inside Forward» tradicional realmente se ubicaba sobre la línea media y operaba como lo hace hoy Rodrigo De Paul en la selección Argentina; o incluso a soluciones hilarantes como la de llamar «Wing Half» (Medio Extremo) a jugadores que operaban en lo que hoy llamamos doble pivote.
De esa guisa, Gianni Brera tuvo la ocurrencia de hablar de «Falso Delantero Centro» en los cincuenta para referirse primero a los delanteros interiores que en realidad eran los arietes del equipo, como Puskás y Kocsis en la Hungría de entonces o Ángel Labruna, famoso Inside izquierdo de River Plata, y luego a los jugadores que llevando el dorsal número nueve no jugaban como delanteros sino más retrasados como Nándor Hidegkuti, y de ahí que la voz haya evolucionado a la más simple «Falso 9».
El Falso Nueve moderno
Ya para la década de los sesenta, con Brera como una de las voces líderes, el criterio de la nomenclatura británica del siglo XIX dio un paso al lado y comenzó a surgir una nueva forma de describir las posiciones que todavía hoy conservamos: aunque el criterio espacial siguió siendo clave (¿juega este jugador en la defensa, el medio o la delantera? ¿Por la derecha, por la izquierda o por el centro?), la lógica era que la nomenclatura debía adaptarse a la realidad del juego. Si antes, por fuerza, siempre había cinco «forwards» nominales, ahora solo habría cuantos realmente tuviese el sistema; y si antes, por ejemplo, el dorsal del jugador indicaba la posición del mismo, dando pie a sinsentidos como lo del «Wing Half» que jugaba por el centro por el simple hecho de usar el dorsal cuatro o seis que usaban los «Wing Halves» en el pasado.
Esto último es clave para lo que nos ocupa. Como lo importante ya no era el dorsal, sino la posición real que ocupaba el jugador en el campo, no tenía sentido llamar Nándor Hidegkuti «falso delantero centro», pues un delantero centro era aquel que jugaba como punta de lanza central de la delantera y Hidegkuti lo hacía en el mediocampo. De hecho, en los sesenta se entendería que hacía falta una nomenclatura especial para llamar a ese tipo de jugadores y es entonces que surge el nombre de «Attacking Midfielder» (Mediocampista Ofensivo), «Trequartista» (Que si uno mira un campo, es la zona que empieza inmediatamente después de cruzada la divisoria) o «Volante de Enganche o Enlace», dependiendo del país o cultura de la que hablemos.

¿Y entonces a qué se llamaría «Falso 9» a partir de esa época? El dorsal nueve siguió estando relacionado con la posición porque la estandarización de sistemas antiguos pero no reconocidos como el 4-2-4 o 4-3-3 no modificó la asignación de ese dorsal como el del punta de lanza del ataque, como si lo haría con los dorsales defensivos o los número ocho y diez que pasaron a ser propios de mediocampistas. Eso hizo que surgiesen dos inquietudes.
La primera era como llamar al otro delantero que en el 4-2-4 acompañaba por el centro al número nueve, pero lo hacía empezando desde más atrás, sin entrar en contacto tan directo con los centrales rivales. La respuesta fue de dos vías: una, que si el número nueve era el «punta de lanza» del equipo, entonces ese otro delantero debía ser una «media punta de lanza»; y dos, que si el número nueve era el primer delantero del equipo, entonces ese otro delantero debía ser el segundo.
La otra inquietud era más compleja. ¿Cómo llamar al delantero que jugando por el carril central en un 4-3-3 no ejercía de punta de lanza del equipo y jugaba más retrasado, sin entrar contacto directo con los centrales rivales? La opción de llamarlo «Segundo Delantero» estaba descartada, puesto que solo había uno. Llamarlo «Mediapunta» funcionaba, pero era inespecífico. Por lo tanto, lo que decidieron los comunicadores aventajados fue reutilizar la voz de «Falso 9» o de «Falso Delantero Centro» para referirse a esos jugadores, después de todo cumplía a cabalidad con el criterio de Brera: jugadores que siendo la punta central del ataque en el papel, jugaban en realidad más retrasados. Lo único que cambiaba era el radio de acción: si el jugador jugaba tan retrasado que era un mediocampista, como Hidegkuti, entonces era un medio ofensivo.
El Falso Nueve en el siglo XXI
La misma evolución del fútbol hacia los sistemas de dos delanteros y el hecho de que aunque hubiese ejemplos icónicos como Johan Cruyff en el Ajax y la selección neerlandesa, tampoco es que el rol fuese algo realmente cotidiano, hizo que no fuese demasiado común encontrarse con la nomenclatura en partidos en las últimas décadas del siglo XX. No obstante, con la llegada de los sistemas de un solo punta en los 2000, ya fuese como único delantero o como parte de un tridente, fue natural que comenzase a usarse de nuevo la figura, como da cuenta este artículo de La Gazzetta dello Sport en 2006 hablando de Rodrigo Taddei como «falso centrodelantero» o este de El País de 2007 haciendo lo mismo con Ronaldinho. Si bien era cierto que para el público general había dejado de ser un concepto común en su imaginario, sí que parecía que la prensa especializada tenía claridad sobre qué era un falso nueve y más o menos sobre el hilo conductor de la historia de la posición. La pregunta que queda en el aire es qué pasó en el medio para que se perdiese ese rigor.