It was born in England

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Historia breve de los laterales

La actuación de Daniel Alves en la victoria del FC Barcelona ante el Atlético de Madrid ocurrida este fin de semana ha desatado euforia sobre el rol táctico de los laterales en el fútbol contemporáneo, con el periodista Sique Rodríguez Gairí haciendo revuelo en Twitter al afirmar que «Dani Alves ha inventado una nueva función: lateral cuando defiende y pivote cuando ataca. Con esta idea, Xavi le ha ganado la batalla táctica a Simeone en los primeros 25 minutos». Distintas voces se asomaron en las respuestas para decir que el comportamiento táctico de Alves no era ninguna invención, con la mayoría citando a Guardiola como el inventor de esta en su época en el Bayern Múnich. ¿Es así? En adelante una historia breve sobre los laterales.

Al principio no había nada

Los laterales no existían, ni podían existir, antes de 1925. Era una cuestión de imaginación. El fútbol profesional a partir de finales del siglo XIX había encontrado una visión del juego en la que cabía todo el fútbol concebible basado en una organización táctica que décadas después nombramos retroactivamente ‘La Pirámide’ o el sistema 2-3-5. Esta organización dividía a los jugadores en diversos niveles. En el de más arriba, los jugadores  estaban separados en dos unidades, una ofensiva y otra defensiva. La primera estaba conformada por cinco jugadores a los que se llamó delanteros. La segunda, por cinco jugadores de campo y el guardameta. Luego, los jugadores de campo de esa unidad defensiva estaban divididos entre zagueros, los más retrasados, y medio-zagueros, que jugaban más cerca de la línea divisoria del campo. Para efectos prácticos, los once jugadores quedaban divididos verticalmente en cuatro líneas de las que salía  la nomenclatura general de su posición: el guardameta (Goalkeeper), los dos zagueros (Fullbacks), los tres medio-zagueros (Half-backs) y los cinco delanteros (Forwards).

Además de eso, los jugadores estaban divididos espacialmente según el carril horizontal que ocupaban, siendo dos carriles en la zona de los fullbacks, y de ahí que solo hubiese uno izquierdo y uno derecho, tres en la de los half-backs, dando lugar a uno izquierdo, uno derecho y uno central, y cinco en la delantera, por lo que los cinco forwards quedaban segmentados en dos exteriores (outside-forwards), dos interiores (inside-forwards) y uno central (centre-forward).

‘La Maravilla Negra’ era un medio-ala o medio-zaguero derecho, no un lateral.

La nomenclatura de las posiciones indicaba solamente eso: a qué línea pertenecía el jugador y qué carril le correspondía. Su posicionamiento, es decir, si más adelantado o atrasado respecto a sus pares, y su función o rol, es decir, el comportamiento que tenía en el campo en las distintas fases del juego, no era incluido dentro del concepto. Para ello, los cronistas y tacticistas de la época usaban adjetivos, por ejemplo dándole a los centrodelanteros que organizaban el juego ofensivo y distribuían el balón el apelativo de «científicos».

En ese mundo, los defensas laterales no existían. Se conocen equipos como la Uruguay de 1912 en la que los medio-zagueros izquierdo y derecho, por la responsabilidad táctica que tenían de marcar a los outside-forwards del rival,  jugaban más en línea con los zagueros que con el centre-half, sin embargo llamarlos laterales sería anacrónico. La unidad defensiva se organizaba de formas distintas dependiendo el estilo de marcación (zonal, al hombre o mixta) que usasen y en el caso de los marcajes quiénes eran los encargados de cada jugador, también dependiendo del tipo de organización de la unidad ofensiva rival (en W, V o –).

Los primeros laterales

El cambio de la regla del offside de 1925 trajo consigo la creación de la posición. La nueva normativa permitía formas y jugadas ofensivas imposibles anteriormente, por lo que la concepción universal anterior a 1925 quedó desbordada. Los nuevos retos defensivos que se plantearon hicieron que en todas partes surgiesen nuevas adaptaciones tácticas que dieron pie a lo que entonces comenzamos a llamar sistemas de juego, que no son otra cosa que un esquema de la ocupación de los jugadores de campo en el terreno de juego que dice cuántos defensores hay, cuántos mediocampistas (aunque entonces todavía estos no existían como tal) y cuántos delanteros y más o menos cómo están organizados en cada una de esas zonas horizontal y verticalmente.

Karl Rappan con su cerrojo austríaco que utilizaba defensas laterales en la década de 1930

Dentro de los sistemas que nacieron en esa época de transición a la modernidad, varios ampliaron el espectro de carriles horizontales para los zagueros, pasando de dos a tres normalmente e incluso a cinco en algunos casos extremos. Fue esa ampliación a tres o más carriles de donde se desprendió la posición de defensa lateral, una vez la zaga quedó compuesta por al menos un defensor central que usualmente marcaba al delantero centro rival y dos defensas laterales, uno a la izquierda y otro a la derecha, que marcaban a los delanteros exteriores contrarios.

Esta evolución táctica en el campo de juego fue más veloz que la actualización comunicativa en muchos lados. Por ejemplo, tanto en Inglaterra como en Francia e Italia, al ser los tradicionales zagueros según la numeración (dorsales 2 y 3) los escorados hacia las bandas, siguieron llamándolos así (fullback en inglés, arrière en francés y terzino en italiano). Los ingleses incluso irían al oxímoron de que a los half-backs laterales, a los que para entonces habían comenzado a llamar wing-halves, traducido como ‘alero’ en Argentina, que con la WM pasaron a ser los dos jugadores que se ponían por delante de la zaga, ocupando la zona que antes era propiedad única del centre-half, les siguieron llamando wing-halves hasta bien metidos los años sesenta, a pesar de su poción central. No por ello habría que pensar que aquellos jugadores eran una cosa distinta a un doble pivote contemporáneo y mucho menos pensar que se trataba de defensas laterales que hacían la función doble o que ponían ahí.

Los laterales en el fútbol moderno

Concebidos inicialmente como marcadores para los delanteros exteriores, el comportamiento táctico de la recién creada posición fue rápidamente evolucionando. Para la década de 1950 era ya usual que los defensores laterales fuesen un apoyo ofensivo incorporándose al espacio del mediocampo, ya fuese en un momento ofensivo o porque habían ido a perseguir a su marcaje así de lejos. El material audiovisual disponible nos permite ver ejemplos de defensores laterales que iban a presionar a su marca incluso a treinta metros del arco rival y que se desprendían al ataque en conducción o desmarque. Por la presencia de los delanteros exteriores, ya llamados globalmente de otra forma (winger o traducciones derivadas como extremo o ponta), esas incorporaciones se hacían de afuera hacia adentro, llegando a posicionarse en los carriles centrales.

Nílton Santos. En la época no había CrossFit.

Con la estandarización de una nueva cultura táctica en lo que se llamó «fútbol moderno» hacia finales de la década de 1950 y principios de la siguiente, los laterales dieron un paso más allá en su sofisticación. El nuevo fútbol no solo había ido reduciendo el número de delanteros sino que les había dado a todos los jugadores un mayor radio de acción. Eso significó que a los defensas laterales se les instó a incorporarse al ataque en todas las jugadas, con algunos convirtiéndose en cerebros auxiliares del mediocampo e incluso lanzándose a zona de finalización de jugadas como el famoso Nilton Santos en Brasil y Botafogo. Lo de Santos era excepcional por nivel, pero no por forma.

Por otro lado, ese radio de acción aumentado también implicó que los extremos, si es que los había, saliesen constantemente de su carril de acción hacia otros lugares del campo en acciones más allá de la finalización (que sí era habitual desde el siglo XIX). Eso abrió la posibilidad de que los laterales subiesen al ataque en línea vertical, ya fuese para ocupar el espacio vacío del extremo o apoyarlo con un doblaje en tándem. En Italia, Giacinto Facchetti, otrora extremo, se hizo famoso haciendo cabalgatas por toda la banda izquierda a máxima velocidad.

Finalmente, la tipología inicial de defensores laterales especialistas en el marcaje siguió existiendo y a estos en español comenzamos a llamarlos marcadores de punta. Así, el fútbol moderno contó con tres tipologías básicas del defensor lateral (y que obviamente, hacer parte mayoritaria de una no significaba que este no pudiese puntualmente hacer cosas de los otros).

De Cafú, Roberto Carlos y otros demonios

Esas tres tipologías de lateral, siendo los marcadores y los creadores los más usuales, elevaron el nivel de la posición en la cultura popular, dando origen a estrellas del juego que ocupaban esa demarcación, además de los ya mencionados: Djalma Santos,Silvio Marzolini, Tarciso Burgnich, Carlos Alberto, Ruud Krool, Berti Vogts, Paul Breitner, José Antonio Camacho, Júnior, Leandro, Manfred Kaltz… entre tantos otros.

Para la década de 1980, todas las tendencias de veinte años atrás se habían consolidado y el lugar de los defensas laterales en las alineaciones era capital tanto por su aportación defensiva como por su potencial ofensivo. La liberalización y luego extinción de los extremos fue paulatinamente llevando a los defensas laterales a tener que suplir en ataque sus funciones y en defensa, al no haber extremo al que marcar a ser defensores zonales o a marcar a jugadores de otras zonas del campo. Son famosos por ejemplos los marcajes de Gentile a Zico y Maradona, mediocampistas ofensivos, en el Mundial de 1982. Y del mismo modo los laterales de «flecha larga» comenzaron a ser más codiciados y usuales.

Roberto Carlos. Una invención de la ciencia ficción.

Para la década de 1990, el panorama táctico había mutado hacia un fútbol de marcaciones más zonales que al hombre y más bien de pocos delanteros, en los que el último tercio era llenado por jugadores que venían desde atrás. En ese escenario, los laterales cerebrales con vocación de mediocampista bajaron su cotización y el mundo se enamoró de los laterales que aparecían como trenes por los carriles exteriores, como Cafú y Roberto Carlos, símbolos de la nueva era.

No significó que los otros laterales dejaran de existir, mismamente Daniel Alves en el Sevilla era el principal motor creativo y de organización desde la posición de lateral derecho: arrancaba ahí, se iba hacia adentro y creaba, dejando a Jesús Navas como principal amenaza exterior, pero sí que en el imaginario colectivo tuviesen una presencia mucho menor.

El lateral del fútbol contemporáneo

En los últimos años estamos viviendo un renacer en la diversidad de los laterales que parece nos va a llevar a vivir un ‘boom’ más parecido al de las décadas de 1970 y de 1980 que lo que tuvimos en las más recientes. El resurgir de los extremos, el fútbol posicional, las delanteras hiperpobladas y todas esas tendencias tácticas que el fútbol de la segunda mitad del siglo XX había ido desechando por considerarlas inadecuadas u obsoletas ha llevado a que la necesidad de laterales que tengan influencia ofensiva llegando a línea de fondo y de ataque eminentemente exterior descienda.

Quizás todo comenzó cuando en su periplo en el Bayern Munich, Pep Guardiola decidió invertir el rol de sus laterales tomando como idea algo que había hecho Johan Cruyff puntualmente en su etapa en el Barcelona. En lugar de pedirles que fuesen una amenaza exterior y que hiciesen tándem ofensivo con los extremos, Guardiola les pidió que se incorporasen a la línea del mediocentro cuando el equipo atacase y creasen una red de seguridad contra contragolpes por los carriles interiores. Eso desencadenó una serie de actualizaciones en el modelo de juego que llevaron a que el Bayern terminase en la práctica alineado muchas veces dos defensores centrales, tres medios y cinco delanteros, como en la época de ‘La Pirámide’.

Lahm y Guardiola, como Velaske: subieron el nivel.

Como una de las máximas del juego de posición está en no tener jugadores en posiciones redundantes, la presencia de extremos fijados sobre la banda eliminó la necesidad de que cuando el equipo tuviese la pelota hubiese otro jugador por fuera. Sin embargo, cuando el equipo defendía, sí que se hacía necesario que hubiese más de uno defendiendo las bandas. La solución de Guardiola y de otros fue crear posiciones híbridas: pivotes o interiores que cuando el equipo defiende van a la banda como si fuesen el lateral y laterales que cuando el equipo ataca se van a posiciones interiores.

No era nada nuevo: el fútbol moderno había encontrado en las posiciones híbridas soluciones a varias de las preguntas de su paradigma. Y en el juego de posición, esta también era una suerte de solución cuando los equipos decidían poner pocos efectivos en la defensa: en el célebre Madrid-Barça de 2007 en el que Messi hace un hat-trick, Andrés Iniesta, interior izquierdo de un 3-4-3 ese día, defendía como lateral izquierdo todas las jugadas que el Real atacase.

Lo que sí era novedoso y que fue quizás el inicio de esta nueva era táctica en la que nos encontramos, fue hacerlo en ese contexto. Que el juego de posición volviese a ser el paradigma táctico dominante en una época que venía de más de dos decenios acomodándose a defensas zonales creó una tendencia táctica que a esta escala y con tanto dominio no se había visto antes: los equipos contemporáneos se organizan mediante estructuras diferentes en cada fase de juego y en cada momento de esas fases (a diferencia del sistema, que es una foto estática, las estructuras nos cuentan la dinámica posicional de los jugadores en cada momento). Y ahí los laterales sí están jugando un papel fundamental porque es la demarcación que más juego da: los vemos acomodándose en las zonas de los centrales, del pivote, de los interiores, de los enganches, de los mediocampistas de banda, de los extremos e incluso como segunda puntas. La fiesta de la creatividad.

Por supuesto, luego hay gente como Alves que más allá de atarse a esas estructuras prefabricadas es capaz de interpretar qué le pide hacer cada jugada y en dónde.

@migquintana, analista de fútbol en radio y YouTube.

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