Hablemos Sobre Ciclismo

Publicado el Nicolas Borras Calderon

Compitiendo a un océano de distancia | Crónica de un sueño

El calor, a veces indeciso, de la primavera nos cubría mientras esperábamos la salida en una de las estrechas calles del pequeño pueblo de Pont-du-l’Arn, de menos de 3 mil habitantes. El comisario de carrera anunciaba la información del recorrido con un francés, distorsionado por el sonido de un megáfono. Confirmé los puntos críticos de los 125 kilómetros de la etapa por recorrer, que nos habían mencionado en la reunión técnica. Enseguida, partió la carrera con 4 kilómetros neutralizados donde los codazos y empujones, por mantener las primeras posiciones del lote de más 140 ciclistas, comenzaron. Gritos en español, inglés y francés se escuchaban, el pan de cada día en el pelotón, así empezó esta aventura corriendo en el calendario francés con el Team INCA en la carrera Boucles du Tarn.

Desde la categoría prejuvenil he podido correr en las carreras colombianas más grandes de cada categoría, la Vuelta del Futuro, del Porvenir y de la Juvenud. He podido vivir en primera persona la tensión de rodar en la mitad de un lote de más de 200 ciclistas por las planas carreteras de la costa colombiana, los nervios de bajar a más de 80 kilómetros por hora por las pendientes bajadas en Cundinamarca y la emoción de coronar los puertos más famosos en Boyacá.

Pero a un océano de distancia la experiencia está llena de contrastes, las carreras suelen transitar las carreteras secundarias, incluso terciarias de las ciudades, es decir: carreteras estrechas y con curvas muy pronunciadas donde la lucha por las primeras posiciones se vuelve más difícil, tantos ciclistas a tan pocos centímetros de distancia resultan en choques y empujones, pero es inevitable notar la ausencia de caídas en esa disputa. El ritmo de carrera es totalmente diferente al colombiano donde hay ataques desde el comienzo hasta el final. Una salida fortísima hasta que la fuga se instala, para mantener un ritmo constante e intenso hasta el desenlace donde gana el más fuerte, es el guion de carrera que se suele seguir aquí, pero que una buena estrategia, a menudo, logra cambiar para hacer interesante la victoria. Se podría decir, que es un ciclismo más organizado, con menos ataques pero más con más estrategia y por ende, con más contundencia.

En las bajadas, por las curvas de angostas carreteras, que convierten los descensos en un juego de precisión por frenar en el momento y con la intensidad adecuada para trazar bien la trayectoria y no perder la rueda del ciclista que se tiene al frente, a velocidades que a veces prefiero ignorar cuando voy en pleno descenso.

Las subidas, son mucho más explosivas que las que siempre conocí en mi país, acá no existen tantas subidas de 20 y 30 kilómetros, pero no se necesitan subidas tan largas para hacer una carrera intensa.

Y, por supuesto, la extrema desigualdad de material y presupuesto entre equipos a la que estaba tan acostumbrado en Colombia, aquí no se percibe. Mi equipo, ha estado a la altura y he podido competir con una bicicleta de último modelo, por primera vez con ruedas de alta gama en carbono con tubular.

Después del primer contacto, algunos contrastes son notables y espero seguir encontrado más para adaptarme de la mejor manera a ellos. Al final, este es el ciclismo del que me enamoré, que conserva la esencia: los nervios a flor de piel, los latidos del corazón acelerados, la mirada fija mientras se espera el instante en el que se envía la orden para empezar a pedalear hasta llevar el cuerpo al límite. Conserva esa sensación, esa mezcla de emociones que pasan por mi cuerpo al competir, que es internacional, y que trasciende cualquier frontera, es vivir el sueño.

Comentarios