Hablemos Sobre Ciclismo

Publicado el Nicolas Borras Calderon

Un dorsal, un año después | Crónica 1 Vuelta de la Juventud 2020

Siempre he creído que la lluvia le da un toque de épico a las etapas de ciclismo, es sumar una adversidad más al deporte de la lucha contra las adversidades. Así fue cuando llegué a la zona de calentamiento en Acacias para preparar mi comienzo de la primera etapa de la Vuelta de la Juventud del año más atípico de mi vida. Gracias a la pandemia pasaron casi 12 meses desde la última vez que me puse un dorsal y tengo que ser sincero al decir que me emociona recomenzar en la Vuelta de la Juventud, una carrera que se ha ganado su posición como la carrera sub 23 más importante del país y que ha formado tantos ciclistas a lo largo de su historia.

Bajo un aguacero, estaba en la carpa calentando sobre los rodillos, pensando en las curvas y el ritmo que iba a manejar durante los 24 kilómetros que tenía por delante. Al terminar el calentamiento, en el último sprint antes de bajar rumbo a la rampa de salida la rueda trasera de mi bicicleta tuvo un problema mecánico, el mecánico y el grupo técnico del equipo me ayudaron con rapidez para solucionar el problema, sin perder la calma. Es en momentos así cuando el respaldo invaluable del equipo y de mis compañeros se ve reflejado.

Me tomé el gel, me ajusté el pinganillo y estaba listo para la salida. Los jueces, que no veía desde la última carrera hace un año, midieron mi bicicleta y me dieron la orden de subir a la rampa. Allí arriba, es difícil de explicar con palabras la sensación, meses de entrenamiento constante, el trabajo de todo un equipo y familia detrás de este momento. Así, después de un par de exhalaciones profunda y un conteo regresivo estaba en carrera.

El piso mojado, el viento y el terreno que siempre tendía a subir hacían que mantener un ritmo constante fuera muy difícil. En el pinganillo seguía las indicaciones del director deportivo del equipo. Manteniendo la tranquilidad en las curvas y manteniendo la concentración, que siempre es clave en esta prueba, logré a alcanzar a un corredor. El cielo se despejó y de la lluvia, el clima, pasó a un calor húmedo que con el viento hacían difíciles las largas rectas del recorrido. Los últimos kilómetros son los más complicados de cualquier contrarreloj, el cuerpo va al límite, es más difícil mantener la concentración y hay que ser muy inteligente para dosificar la energía restante hasta la meta.

Los metros por delante y el ánimo que escuchaba por el pinganillo era lo único que procesaba mi mente en ese momento, estaba muy cerca de llegar y no había que guardar nada. Cuando llegué a la recta final y remate con los últimos gramos de energía que me quedaban, llegué exhausto y con la tranquilidad de haberlo dejado todo allí atrás. Eso es lo bonito de la crono, es una modalidad solitaria que expone tus virtudes y defectos, es una prueba que mide esa capacidad propia de llevar el cuerpo al límite. En meta, recuperé con mis compañeros, rehidratamos y la primera etapa estaba hecha, ahora quedan 4 días por delante.

Siento que faltan palabras para compartir lo orgulloso que me siento de estar en la Vuelta de la Juventud, un sueño de generaciones que estaba por cumplir y estar acá vistiendo los colores de la alianza colombo francesa del Team INCA y de la Fundación Esteban Chaves es un increíble orgullo. Los invito a estar pendientes de las redes del equipo para que puedan seguir nuestra actuación.

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