¿En qué parte del espíritu humano brota la atracción que el rugby produce? ¿Qué dimensión de la consciencia alborota el juego que se juega con una pelota que no es redonda? ¿Que lleva a un juego a desprender los rasgos más primitivos y a coleccionar como ningún otro el valor del colectivismo? En estos días…
¿En qué parte del espíritu humano brota la atracción que el rugby produce? ¿Qué dimensión de la consciencia alborota el juego que se juega con una pelota que no es redonda? ¿Que lleva a un juego a desprender los rasgos más primitivos y a coleccionar como ningún otro el valor del colectivismo?
En estos días Francia cautiva al mundo del rugby. Allí se juega la Copa Mundial, también conocida como la Webb Ellis Cup, apellidos del hombre a quien la leyenda le atribuye la invención de ese deporte. El mito reza que el rugby nació en pleno partido de fútbol, cuando en un rapto revolucionario, uno de sus jugadores atrapó la pelota con la mano y salió despedido, abrazándola, hacia el arco rival. No está nada mal pensar semejante hecho como su origen. Aunque algunos estudiosos dilapidan esa teoría aduciendo falta de pruebas. Lo cierto es que su nacimiento data del amanecer de 1820 en el Reino Unido en una escuela primaria al compás, sí, de la atracción que despertaba el fútbol, deporte contranatural que acaparaba la atención de la juventud.
Las semifinales de la Copa del Mundo de Rugby 2023 ya están listas. El Stade de France en Saint-Denis en París será anfitrión de Nueva Zelanda versus Argentina el viernes, e Inglaterra versus Sudáfrica, campeón defensor, el sábado.
El rugby es un juego-deporte que combina con mayor belleza valores arcaicos, rudimentarios, salvajes y naturales. Subyacen pureza y rudeza, tradición y supervivencia, solidaridad y lealtad. Un juego que contempla la mismísima vida en sociedad. Los equipos son comunidades en las que el individuo depende indefectiblemente del compañero, del otro, de los otros. Hay especímenes cracks, por supuesto, que pueden definir partidos; sin embargo, su dominio, su preponderancia individual, solamente es tal si se construye hombro a hombro, pase a pase y paso a paso, metro a metro.
Cada equipo se divide en dos segmentos: los forwards y los backs. Los forwards son la fuerza de choque del equipo, quienes se encargan de detener los avances ofensivos rivales, de avanzar con la pelota y también disputan la ovalada en las formaciones fijas como el scrum, quizás una de las jugadas más relevantes. Por su parte, los backs están posicionados detrás de los forwards, y se encargan de recibir la pelota y de crear y materializar las oportunidades de ataque y de gol con virtudes de habilidad, agilidad y velocidad.
La cancha, como en un tablero de ajedrez, es el campo de batalla en el que afirmarse es el puntapié para avanzar, y avanzar es crecer y crecer es conquistar. Que un jugador avance muchos metros con la pelota, sólo, no es común ni es tarea fácil. Casi siempre tiene enfrente a rivales amurallados. La regla marca que hay dos formas de ir hacia adelante en busca del try (el gol) en los casi 100 metros de largo de una cancha: con el pie, o con las manos por medio de pases horizontales a la línea de la pelota o hacia atrás (aquellos con los que se corren menos riesgos de ser sancionado con la pérdida de la posesión). Allí está la esencia de la poética —su épica y su estética— del rugby: para vislumbrar el futuro se recrea el presente reconociendo el pasado.
Al comienzo de cada partido, que dura 80 minutos, el equipo que saca le cede la pelota al otro por medio de una patada hacia adelante, una señal de honor y también de que hay momentos en los que importa más ganar terreno que dominar la herramienta.
En este video hermoso y emocionante están los últimos minutos del match de cuartos de final del Mundial entre Irlanda y Nueva Zelanda. Unos, tratando de anotar para pasar adelante del marcador y ganar; otros, defendiendo el resultado a ultranza. Ambos, con el corazón en la mano. Una pieza maestra sobre la defensa y el ataque, sobre la fuerza de la voluntad y de la persistencia, sobre la cooperación y el choque de fuerzas. Una clase sobre intentar y resistir.
Cuantos significados nos regala el rugby. Para aquellos que les interesan los deportes desde múltiples aristas —la psicológica, la antropológica, la lúdica, la física, la metafísica—, vale la pena ver algún partido, por qué no, alguna de las semifinales, y dejarse sorprender por su magia y su misterio. Las lecciones y la pedagogía del rugby revelan nuestra humanidad.
Créditos Fotos
Apertura: Reuters
Desarrollo: PA Images
Pablo de Narváez
Bogotano, modelo 1984, estudió comunicación social y periodismo graduado de la Universidad de Palermo en Buenos Aires, Argentina. Cuenta con más de doce años de trayectoria. La escritura, el deporte, el arte y la fotografía son sus grandes pasiones.
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