Cibeles es la reina madre, el símbolo de la tierra y la fecundidad, la mamá de Dioses Olímpicos. Su imagen esculpida es un referente de Madrid. La Vuelta a España terminó hoy unos metros antes de la fuente en la que la Diosa viaja en un carruaje tirado por los leones Atalanta e Hipómenes. Fue un día tranquilo, caluroso, con un recorrido corto, que terminó con un final furioso y rápido en el que Juan Sebastián Molano sorprendió a todos los velocistas. El circuito de Madrid fue un paseo de victoria para Evenepoel, un día de reconocimiento para los que se van del ciclismo y un día inolvidable para el esprinter colombiano.
La etapa salió de Las Rozas, con z, una vieja zona de cultivo al oeste de la capital. Antes de bajar la bandera, los honores fueron para Alejandro Valverde y Vincenzo Nibali, los dos veteranos que hoy se despedían de las grandes vueltas. A ambos los colmaron de aplausos de gratitud y admiración, pero al español, local en este caso, le descubrieron una estatua de vidrio en el sitio de salida. Los primeros 35 kilómetros, en la aproximación a Madrid, se aprovecharon inicialmente para dejar adelante a los integrantes del podio final. La pintura con Remco, Enric y Juan en carretera quedó para la posterioridad. Posteriormente, al paso por el antiguo barrio ferroviario de las Matas, el turno adelante fue para el equipo del campeón. El Quick se tomó la primera foto en la historia con uno de sus integrantes como campeón en una carrera de tres semanas.
Al entrar a Madrid comenzó el circuito. Pasaba por el Paseo del Prado, el Paseo de los Recoletos, la Calle Alcalá y parte de la Gran Vía. Eran 9 vueltas. La primera también fue para rendir honores. De nuevo a Valverde. El grupo lo dejó dar la vuelta completa al frente para una ovación de 5,8 kilómetros. El segundo paso por la meta, al término de la primera vuelta, tenía el esprint bonificable. Allí sorprendió Enric Mas. Los tres segundos de bonificación eran hoy para él un botín menor; terminó a 2’02» de Remco. El verdadero tesoro para el español fueron los 20 puntos para la clasificación de la camiseta verde; llegó al tercer lugar de esa especialidad y aseguró así 20 puntos para la clasificación del descenso en la que su equipo estaba comprometido hasta hoy.
Para el cierre de la carrera los comisarios tomaron una decisión. Los tiempos se tomarían a 3 kilómetros de la meta, de tal forma que en el cierre de la carrera solo se involucraron los interesados en ganar la etapa y los demás pudieran relajarse. Así fue. El intento de sorprender de lejos la hicieron Lucas Plapp del Ineos y Julius Johansen del Intermarche, pero justamente a tres kilómetros del final fueron neutralizados. Las dos curvas cerradas del circuito hicieron una selección de los aspirantes a la victoria y en la recta final, antes de la fuente de la Diosa griega, se dio la grata sorpresa. El favorito era Pedersen, los esprinters que habían estado cerca eran Wright, Vermeersch, Ackerman y Van Poppel, y los que esperaban esta última oportunidad eran Merlier y Groves. Ganó Molano.
La Diosa Cibeles vigiló el esprint desde su carruaje. Aunque es una deidad nacida en Anatolia y adoptada por los griegos por su similitud don Rea, fueron los romanos los que crearon su imagen. El coche lo tiran dos leones. Cumplen esa función como castigo por haber dado rienda suelta a su pasión en lugares indebidos.Eran dos jóvenes que ya estaban comprometidos. Realmente lo hicieron respondiendo a un deseo incontrolable que les envió Afrodita un día que estaba en el bosque. La pasión fue tan incontrolable que profanaron un templo dedicado a Cibeles. Hicieron enojar a los Dioses. Cibeles se enojó, los convirtió en leones y los condenó a tirar de su carro sin poder mirarse uno al otro. En la escultura del centro de Madrid, uno mira al Este y otro al Oeste.
Los dioses del esprint le sonrieron a un habitual lanzador. Los ojos estaban puestos en la camiseta verde de Mads Pedersen del trek, que tuvo a Alex Kirsch como lanzador y en Pascal Ackerman del UAE, que iba a rueda del colombiano Molano. Los últimos 300 metros fueron de velocidad pura. Molano hizo su tarea de lanzador, tan fuerte, que le alcanzó para verse al lado de Pedersen en los últimos 50 metros. No se miraron. El colombiano cruzó la meta media rueda por delante del gran favorito y con su compañero Ackerman cuidándole la espalda, porque nunca tuvo las piernas para pasar. Grata sorpresa. Es la primera vez en la historia que un colombiano gana una última etapa al esprint en una gran vuelta. Ganó el león que tiraba del tren del UAE.
Evenepoel reclamó el título de la Vuelta. Hacía 44 años un belga no ganaba La Vuelta. Ayuso fue tercero en la clasificación general con 19 años de edad, el más joven en la historia de la carrera española en subir al podio. Valverde se despidió con honores. Los dioses del ciclismo deben estar sonriendo en su eterno viaje al infinito.
Gracias por leer. La vida es rodando. Nos vemos en alguna curva.