La Vuelta entró hoy a Extremadura, una región llana, seca, calurosa y árida en la que la etapa 13 escribió una historia demasiado simpe. Era la etapa más larga de la actual edición con 203 kilómetros planos. El viaje fue de Belmez a Villanueva de la Serena en una de las últimas opciones para los velocistas. En la tierra donde se inventó la tortilla de patata se vivió una jornada ciclísticamente insípida. Lo de hoy se resume en una fuga corta sin futuro, un intento por armar abanicos que no prosperó y una esperada llegada masiva que preparó y ganó el Deceuninck, sin Fabio Jakobsen como rematador. Tres asuntos puntuales y nada más.
En Extremadura nacieron los grandes conquistadores españoles. Pizarro, que sometió el imperio Inca; Cortés, que hizo lo propio con los aztecas; y Pedro de Valdivia, que sometió a los indígenas del territorio chileno. Hoy en la Vuelta, desfilaron tres aventureros por las carreteras de esta comunidad autónoma. Desde que se bajó la bandera en Belmez se montaron en la fuga tres españoles. Diego rubio, del Burgos BH; Luis Ángel Maté, del Euskatel; y Álvaro Cuadros, del Caja Rural. El grupo les dio una licencia corta. Era muy difícil que conquistaran la etapa. Estuvieron al frente 180 kilómetros, pero fueron capturados cuando el grupo aceleró para diseñar la llegada al esprint.
La temperatura no bajó de los 35 grados centígrados en las 5 horas de carrera y el viento solo apareció con fuerza en un cruce de caminos, justo cuando faltaban 50 kilómetros para la meta. El Ineos, el Jumbo Visma y el Movistar intentaron romper la carrera formando abanicos; alcanzaron a cortar al Astana de Vlasov, pero la tensión pasó muy rápido. El viento no ayudó. El libreto decía que hoy era un día para esprint; y con el grupo completo se fueron siguiendo esa partitura hasta el final.
En los últimos tres kilómetros, el Deceuninck armó todo su tren. Infernal. Los ocho pedalistas del equipo se pusieron en fila y fracturaron el pelotón. Cuando ya se disponían para aproximar y lanzar, cerrando el ejercicio del esprint, su rematador Fabio Jakobsen intempestivamente y por efecto de la deshidratación por el calor sufrió un fuerte calambre. En 700 metros, el equipo cambó los roles. El lanzador habitual, el francés Florian Sénéchal, fungió de rematador, y en un mano a mano con Mateo Trentín, redondeó el buen día de su equipo. Egan Bernal entró décimo en la etapa y rescató cinco segundos sobre los demás hombres de clasificación general.
Mañana sábado se estrenará el Pico Villuercas, de primera categoría, como sitio de meta. Serán 165 kilómetros, con un paso intermedio por un puerto de tercera y otro de primera categoría, con un final muy exigente. Al cierre subirán 14,7 kilómetros al 6,5% de pendiente media, con rampas que alcanzan el 15%. Otro día en Extremadura, que pen apariencia tendrá un sabor diferente.