Toledo, la ciudad imperial, es escenario de novelas y cuentos. Cervantes la usa como marco espacial de «La ilustre fregona», una de sus novelas ejemplares; Gustavo Adolfo Becquer la describe muy bien en «Las leyendas»; Edgar Alan Poe ambienta en esta ciudad «El pozo y el péndulo»; Lope de Vega escribió allí el apartado teatral «Las paces de los reyes y judía de Toledo» y Vicente Blasco Ibáñez sitúa en ella la acción de su novela «La catedral». Hoy en el camino a Toledo, se escribió un capítulo más de la larga disertación sobre «la ética no escrita del ciclista en competencia».
Etapa llana, pero con un trazado ligeramente quebrado. El decorado especial lo pusieron una carretera expuesta en medio de la llanura, la lluvia, el viento cruzado y la llegada de para arriba en los adoquines de Toledo. Día accidentado, polémico y peligroso. Era la antepenúltima etapa, la de tránsito entre las dos jornadas montañosas en las sierras de Madrid. Estaba marcada como una jornada para estar muy atentos.
El primer capítulo de la historia de hoy lo escribió la fuga. Se armó temprano, casi que en las calles de Ávila, de donde salió la fracción. La integraron 11 aventureros, que no alcanzaron una gran diferencia sobre el grupo, y de los que al final solo sobrevivió el ganador de la etapa. Mientras ellos se convertían en la historia paralela de la fracción, el drama aparecía en el grupo principal, que al fin de cuentas, siempre tendrá el capítulo central.
A 65 kilómetros de la meta, al paso por Escalona, cuando cruzaban un puente urbano sobre el Río Alberche, se presentó la montonera. Casi 30 pedalistas cayeron al piso. Entre los afectados estaban el líder de la clasificación general Primoz Roglic y le líder de los jóvenes Miguel Ángel López. Accidente fuerte. Tony Martin y Marco Marcato no pudieron seguir en carrera. Susto grande. Se armó el Caos. El Movistar, en acción polémica, armó su abanico y puso un paso fuerte. Roglic sin equipo, el Astana persiguiendo y el viento haciendo resistencia. Los comisarios de carrera permitieron que los vehículos de los equipos se intercalaran entre los dos grupos, sin que hubiera una distancia adecuada. 20 kilómetros más adelante volvieron a juntarse las causas. Terminó el capítulo, pero no el drama, ni la tensión y mucho menos, la novela.
Toledo es una ciudad de murallas, puertas y fuentes. Fue la sede de la corte de Carlos I, Rey de España y del Sacroimperio Romano Germánico, el primero que reunió en una misma persona las coronas de Castilla, Navarra y Aragón. Allí conviven las tres culturas que la dominaron en algún momento de la historia: cristianos, judíos y musulmanes. Frente a su histórico alcázar levantó los brazos Rémi Cavagna, el clasicómano francés del Deceuninck – Quick Step, que iba en la fuga y que aguantó 25 kilómetros en solitario hasta la meta, conquistó la victoria. El grupo entró tras él, a solo 5 segundos. Final feliz para la etapa, no para la carrera.
El epílogo lo escribieron las declaraciones de los ciclistas. Acusaciones y defensas. Se habló de ética, de códigos, de normas, de tontos, de juego limpio, de estupideces, de verguenzas y de cobardía. Polémica abierta. Mañana es la penúltima etapa, la última antes de llegar a Madrid. Montaña, lluvia, altura y ánimos caldeados. La novela sigue.