La de hoy era la etapa más larga de La Vuelta. Fue la más sorprendente. Espectacular. 219,6 kilómetros en la Comunidad de Madrid. Día de viento, de abanicos, de fuga y de desgaste en los alrededores de la capital. El pelotón había viajado ayer en la jornada de descanso, del Norte al Centro de la península. Comenzó la tercera semana. Arrancó con el espectáculo que algunos reclamaron en la segunda. La Vuelta está viva. Nairo Quintana se metió en la fuga y en una jornada marcada como «plana» subió como nunca en la clasificación general. El colombiano del Movistar volvió al podio, del que había salido el día de la Contrarreloj.
La salida fue en Aranda de Duero. El viento se cruzó de entrada. Sopló como nunca en Castilla y León. En el kilómetro 4 ya había corte en el grupo. El abanico mejor armado fue el del Deceuninck-Quick Step, que metió 7 hombres en el colectivo de adelante. También se filtraron el sexto y el octavo de la clasificación general, Nairo Quintana y Wilco Kelderman, cada uno con 4 compañeros de equipo. Eran 40 aventureros, la mayoría gigantes, rodadores, pasistas, y algunos esprinters. Y Nairo ahí. Enfermo, pero combativo; menudo, pero inteligente. De ahí en adelante, todo fue ciclismo puro. 215 kilómetros a tope.
El viento no cesó. Cambió de dirección varias veces y fue determinante. En el grupo principal hubo cortes, ataques, contraataques y trabajos por turnos para tratar de neutralizar a la numerosa fuga. El Jumbo Visma gastó en la persecución y Roglic se quedó solo a 80 kilómetros de meta. UAE Team Emirates, Astana Pro Team y Bora colaboraron. Hasta el Movistar tuvo un momento en que entró a perseguir y Valverde quiso mover la carrera con un ataque en un pequeño repecho. Desgaste adelante y desgaste atrás. El de la fuga se redujo a un grupo de 30 y en el del líder se contaban apenas 20. Equilibro de fuerzas. La diferencia se mantuvo hasta la línea final.
La meta estaba en Guadalajara. La ciudad fundada por los árabes en el siglo VIII estuvo en pie de guerra hasta que la conquistó Alfonso VI. Sobrevivió al acoso de los Almorávides, unos monjes soldados provenientes del Sahara, y de los Almohades, una dinastía marroquí que llegó del África. Hoy La Vuelta entró a sus calles en medio de una refriega. Por un lado estaba la lucha por la general. Nairo subió del sexto al segundo lugar de la tabla y quedó a 2’25» de Roglic, y estimuló La Vuelta para las cuatro etapas que quedan. Por otro lado se dio la batalla por la victoria parcial. Zdenek Stybar atacó a 3 kilómetros de meta; Sam Bennett lo neutralizó a 600 metros del final y Philippe Gilbert los liquidó a todos.
El Deceuninck exhaló en la etapa. Nairo revivió y le dio vida a la tercera semana de La Vuelta. Le puso picante, le subió la fiebre. Volvió a la carga. A La Vuelta le quedan cuatro etapas. Mañana vuelve la montaña. La altimetría muestra un perfil de serrucho, que ya en años pasados ha definido muchas cosas en la Vuelta. Serán cuatro premios de montaña de primera categoría con llegada en un descenso de 23 kilómetros. Lo de hoy fue inesperado. Pero es ciclismo, el deporte donde todos los días pasan cosas.